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En familia. «Mi hermano y yo, de puro normales, somos raros». :: hoy
«Todavía no sé hacer una paella»

«Todavía no sé hacer una paella»

«La cocina para nosotros es un deporte de riesgo pero yo me tiro con paracaídas y colchoneta, y Ferrán no»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 19 de febrero 2017, 10:03

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Los que lo hemos vivido no lo olvidaremos: tres horas de experiencia gastronómica a través de un laberinto como de hielo, 40 elaboraciones distintas que hay que paladear y jugar a adivinar, y venga Dom Pérignon... Junto al Paralelo barcelonés, el nuevo restaurante Enigma abrió en enero y ya está lleno hasta septiembre. Al frente, Albert Adrià, el hermano pequeño del gran genio. «En el fondo -dice a sus 48 años-, el enigma era yo».

¿Tenía algo que demostrar?

A mí mismo, sí. Pero no con respecto a Ferrán.

¿No vive la presión de que lo comparen con él?

Para nada. Igual que no tengo el gen del tabaco, tampoco tengo ese gen. Mis sueños están más que cumplidos. Salí con 15 años de una barriada de L'Hospitalet y mire a donde hemos llegado. Con Ferrán lo llevo muy bien; si hubiese tenido el gen de la envidia, no estaría donde estoy.

El techo del Enigma está lleno de nubes. ¿Ya dejarán ver las estrellas Michelin?

Lo que queremos es divertirnos y divertir. ¿Las estrellas? Tenemos el restaurante lleno, que es lo importante. Yo estaba asustado, porque el precio es muy alto: 220 euros.

¿Será que hay nostalgia de ElBulli?

Sí, lo he vendido bien, ja, ja, ja... Mentí un poquito diciendo que recogía el testigo de ElBulli.

Y creo que Ferrán se le aparece a menudo.

Viene y propone ocho cosas. En cuatro acaba teniendo razón y en otras tres la tengo yo. Llevo cocinando con él desde los 15 años y así ha sido siempre. Nos llevamos muy bien. Y eso que yo he salido a mi madre y él a mi padre. Él se toma todo más en serio. Yo soy el bromista de la familia.

¿A ustedes de niños no les dijeron que con la comida no se juega?

Por lo visto no, porque no hemos parado de hacerlo. Eso sí, desde el respeto. Pero aquí no se viene a comer pollo con patatas. Es ir un poco más allá. La gente ya sabe a lo que viene.

A comer bien, imagino, más que a vivir una experiencia...

Sí, sí. No hemos tenido dudas en eso. Por eso hay esa pureza en los platos y esa naturalidad. Porque no es cuestión de tener que pedir perdón cuando vienes a un sitio así. Me encanta el estilo sobrio elegante francés, pero no lo sé hacer. Igual que todavía no sé hacer una paella.

¿Para pintar abstracto no hay que dominar el figurativo?

Claro, por eso no pinto paellas abstractas. No se puede estar revolucionando el mundo cada día. Ya lo hicimos una vez y ahora hay que aflojar.

Al Enigma se accede con una contraseña secreta. ¿La moda de las dietas hará que papear sea algo clandestino?

Lo del código es esa parte enigmática. Algunos comparan el restaurante con una nave espacial.

¿Se siente un marciano de los fogones?

Me siento un privilegiado. La gente nos quiere y nos respeta mucho. Ferrán y yo somos tíos tan normales que, de puro normales, somos raros.

¿Entienden la cocina como un deporte de riesgo?

Exacto. Estos que se tiran pendiente abajo con esquís y que dices: están locos... Pues nosotros también hacemos eso con la cocina. Pero yo me tiro con paracaídas y colchoneta. Y Ferrán no.

Digerir 40 elaboraciones distintas también es un deporte de riesgo...

Yo creo que no. A diferencia de Ferrán, tengo el estómago bastante delicado. No me sienta bien comer mucho. Es una obsesión para mí no poner más de lo necesario.

Con seis restaurantes en la zona, ¿son los Adrià las nuevas 'vedettes' del Paralelo?

Para nada. Yo paseo por aquí intentando no hacer ruido.

¿El proceso soberanista influirá en su negocio?

Todo repercute, pero ahí me cierro como empresario y digo que estaré al viento que mejor suene.

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