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Como 'Túnel de luz' bautizaron esta efectista iluminación de una céntrica calle malagueña. :: ilmex
Córdoba ilumina el mundo

Córdoba ilumina el mundo

Una empresa de Puente Genil vende decoración navideña en ciudades de todo el planeta. Su último logro, llevar sus luces a la Quinta Avenida de Nueva York

INÉS GALLASTEGUI

Domingo, 6 de noviembre 2016, 13:39

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Es decir 'luces de Navidad' y la primera imagen que se viene a la cabeza es la de una calle de Nueva York alumbrada por miles de bombillas multicolores y gente abrigada cargando bolsas entre escaparates resplandecientes. Los neoyorquinos son maestros en el arte de convertir el brillo en compras: más vatios, más dólares. El tradicional encendido del Rockefeller Center se ha convertido en un referente casi universal. Por eso tiene tanto mérito el último logro de Iluminaciones Ximénez, una empresa familiar de Puente Genil (Córdoba) que acaba de venderle a una multinacional norteamericana millones de puntos de luz para su sede central en la Quinta Avenida y sus delegaciones en ocho ciudades del mundo. «Va a ser espectacular», anuncia Fernando Cabrera, jefe de exportación, que mantiene en secreto el nombre de su cliente y el diseño exclusivo elegido para su emblemático escaparate de Manhattan.

Quien vea raro que la empresa líder de la iluminación navideña en Europa esté en una localidad de 30.000 habitantes en medio de la campiña ignora que el nombre de este pueblo está escrito desde mucho antes en la historia de la electricidad. Con letras luminosas, claro. Puente Genil fue el segundo municipio de España, tras Barcelona, en disponer de alumbrado eléctrico: en 1888, los dueños de una fábrica de harinas aprovecharon la turbina que movía el molino sobre el río para generar también electricidad y construyeron una minicentral.

En ese caldo de cultivo prendió en 1945 la modesta firma de Francisco Jiménez Carmona, al que una Navidad se le encendió la bombilla y decidió alegrar su calle con unas luces. Hoy puede parecer natural, pero en aquella España oscura y deprimida de la postguerra no lo era. Gustó tanto que las Pascuas siguientes le encargaron iluminar las principales vías del pueblo y enseguida se encontró con una furgoneta repartiendo fulgor por media Andalucía para las fechas señaladas. El emprendedor cambió la castiza J inicial de su apellido por una mucho más cosmopolita X. Puro marketing.

El fundador falleció, pero sus herederos siguen en la brecha. Facturan 32 millones de euros al año y tienen 500 empleados, delegaciones en cinco capitales y oficinas comerciales en media Europa. Suyos son los ornamentos de cada diciembre en los centros comerciales de muchas ciudades españolas, amén de adornos para ferias, fiestas y eventos. Con el cambio de siglo, la empresa inició su expansión mundial y ahora vende luminosos en 40 ciudades de cuatro continentes, de Las Vegas a Hong Kong y de Malabo a Sofía. Solo Oceanía se le resiste.

En su sede central dispone de una nave de 40.000 metros cuadrados en los que reina una navidad eterna: en cualquier época del año, uno se encontrará rodeado de millones de minibombillas representando los motivos de toda la vida -copos de nieve, abetos, estrellas, velas, reyes magos y 'papanoeles', renos, regalos, nacimientos, bolas y hojas de acebo- junto a diseños nuevos y rompedores. No en vano, Ximénez cuenta con un equipo de jóvenes profesionales atentos a las últimas tendencias y colabora con diseñadores como Ágatha Ruiz de la Prada, David Delfín o Amaya Arzuaga. El segundo 'showroom' de la firma se encuentra en Dubai: también iluminan el Ramadán.

Menos que un secador

Además de la internacionalización y el diseño, los nietos del fundador apuestan por la innovación tecnológica y el ahorro energético: hace ya años todos sus productos llevan lámparas LED, que gastan un 90% menos y emiten un 60% menos de CO2 que las incandescentes. «Un árbol de 20 metros consume lo mismo que un secador de pelo», garantiza el representante de Ximénez. Muchas piezas son ensamblables y se pueden reciclar en nuevos diseños. «Antes se aburre la ciudad de un motivo que se apaga una LED: tienen 50.000 horas de vida útil», añade.

A solo tres semanas de que el espumillón y los villancicos inunden nuestras ciudades, la plantilla trabaja a destajo para producir e instalar sus encargos de guirnaldas, arcos, mallas, 'cielos', fachadas, farolas y pilares. Y batiendo récords: en Granada se afanan por levantar a tiempo para la inauguración de un macrocentro comercial el que será el árbol luminoso más alto de Europa, de 55 metros. La orgía del consumo, con su cálido resplandor, ya está aquí.

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