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¿Un pelo de tontos?

¿Un pelo de tontos?

Esprays, implantes, peluqueros con salarios desorbitados... Algunos políticos parecen haber perdido la cabeza en vez del cabello. Pero no son los únicos. Cada vez más españoles recurren al 'chollo' de los especialistas turcos para recuperar la melena

INÉS GALLASTEGUI

Domingo, 24 de julio 2016, 10:50

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Qué les pasa a los hombres cuando se les cae el pelo? ¿Acaso pierden también algunas neuronas? La ciencia no parece apoyar esta hipótesis, pero ahí está Donald Trump, cuyo discurso racista y machista es tan simplón como enrevesada su arquitectura capilar, cuidadosamente diseñada para tapar el 'cartoncillo'; o François Hollande, que carga a los presupuestos del Estado el robusto salario de casi 10.000 euros mensuales que gana el 'coiffeur' del Elíseo por ocuparse de su frágil cabellera. «A lo largo de la historia el pelo ha estado ligado a la masculinidad y la seducción», justifica el peluquero Óscar Guinea. La calvicie es percibida como un signo de pérdida de juventud, un deprimente camino sin retorno. ¿Es posible quedarse pelón con dignidad y estilo? Los expertos lo tienen claro: sí. Cortes y peinados adecuados a cada estadio de la alopecia, tratamientos hormonales o cosméticos para tratar de frenar la caída, rapados o afeitados radicales del cráneo -con o sin barba- y la posibilidad, cada vez más accesible, del autotransplante.

CON PELOS Y SEÑALES

  • Grabada en el ADN

  • Caída reversible

  • 40%

«Intentar ocultar la calvicie es una forma de negar la realidad», advierte la psicóloga Amaya Terrón. A su juicio, lo que resulta poco atractivo de los calvos vergonzantes no es la falta de pelo, sino la falta de seguridad en sí mismos. Y de estos hay ejemplos de sobra en política: la cortinilla de Iñaki Anasagasti es un clásico del pasado, pero ahí están, de rabiosa actualidad, el inexplicable flequillo de Trump -plegado y replegado sobre sí mismo con tanta laca que podría tener su propio agujero en la capa de ozono- o la traviesa mata pajiza del flamante jefe de la diplomacia británica, Boris Johnson, artísticamente despeinada para ocultar su rosada calavera.

Otros expertos en cabezas -en este caso, por fuera- están de acuerdo. Guinea, que habla con conocimiento de causa porque tiene él mismo «un cabello más bien pobre», aboga por un corte corto en laterales y nuca y más largo arriba, con 3 o 4 centímetros que ayuden a tapar las zonas 'claras'. Y muy importante, advierte el 'beauty coach', hay que «huir de productos que separan el pelo, como la gomina o el fijador, porque muestran el cuero cabelludo», y usar aquellos que dan la sensación de «engordar» los mechones. También funcionan los esprays de microfibras, que oscurecen el fondo disimulando las áreas lampiñas. «Lo usan muchos presentadores de televisión, como Jesús Vázquez o Jordi Cruz, pero también la gente de la calle, sobre todo en bodas y ocasiones especiales; se va con el lavado», explica. Ni siquiera descarta el peluquín: Christian Gálvez, asegura, lleva uno adhesivo con mucha dignidad. «Y no se nota nada».

Cuando la línea de nacimiento del pelo ha retrocedido hasta la parte alta de la cabeza o la calva presenta islas de pelo de formas caprichosas, lo mejor es afeitar o rapar por lo sano. «Un hombre calvo con una buena estructura ósea resulta muy atractivo», asegura el estilista Alberto Cerdán, que luce melena leonina y tiene salones en Barcelona y otras seis ciudades.

Eso sí, advierten ambos, un calvo afeitado o rapado debe prestar atención extra a su aspecto físico. «Es como las mujeres con el pelo blanco: si van maquilladas y arregladas, resultan muy atractivas; si no, parece que están pidiendo», compara Cerdán. «Yo animo a los clientes a enfocarse en cuidar su cuerpo y su vestuario. Una cabeza afeitada y bronceada da una imagen saludable», corrobora Guinea. Y si se pretende compensar una testa monda y lironda con una barba, ha de ser corta y cuidada: «Los vikingos ya no están de moda». Futbolistas como Guardiola, Zidane o Reina y actores como Jason Statham, Bruce Willis, Ed Harris o Sean Connery son ejemplos de rapados atractivos.

«Empecé a ligar más»

Javier Martínez Madrid, editor del blog de estilo Trendencias Hombre, luchó por su cabellera y perdió. «Mi padre también e ra calvo, pero a mí me empezó a escasear el pelo a los 20 años. Me pasaba cada mañana 15 minutos delante del espejo. Lo peinaba para atrás, para delante... era un trabajo de chinos», recuerda el consultor en comunicación de 35 años. Probó champús, ampollas y lociones; nada le funcionó. Empezaba a resignarse a la idea de raparse y perder cualquier rastro de atractivo sexual en plena veintena cuando un fotógrafo le comentó que tenía un cráneo interesante. Fue el empujón que le faltaba: entró en una peluquería y pidió un corte al uno. «Empecé a ligar más», asegura. Ahora se rapa en casa al 0,5 con una máquina, una vez a la semana. Nunca ha vuelto a la 'pelu'. «De vez en cuando mi madre me enseña fotos de un primo que se ha hecho un implante y ha quedado muy bien, pero ya me da pereza volver a peinarme», confiesa.

Esa es la solución por la que optó en 2008 el exministro de Defensa José Bono, cuyo ejemplo han seguido después el periodista Hilario Pino, los futbolistas Iker Casillas, Cholo Simeone y Jan Oblak, el cantante Enrique Iglesias o el actor Alfonso Sánchez ('Allí abajo'), aparte de miles de ciudadanos anónimos.

El microinjerto capilar consiste en extraer cabellos con su raíz de la zona donante e implantarlos en la zona receptora, donde ya se ha perdido el pelo. Hay dos técnicas, con pequeñas tiras de cuero cabelludo (FUSS) o con unidades foliculares de entre uno y cuatro vellos (FUE), pero ambas se basan en que el pelo de los laterales y la nuca carecen de la información genética de la caída, por lo que se conservarán, en teoría, para siempre. El primer procedimiento, más breve y económico, es aconsejable para calvas más grandes, mientras la segunda sirve para áreas reducidas y permite una rápida recuperación. Con este último las tarifas varían mucho, pero cada vez más españoles optan por hacérselo en Turquía: por unos 2.000 euros se pueden comprar paquetes que incluyen el vuelo, el hotel y la intervención. En España puede costar cuatro o cinco veces más, incluso seis si la extracción y el implante los realiza un robot.

El cirujano estético Andrés Merlo, que realiza la técnica FUSS sin cicatrices en una clínica de Granada a partir de 2.700 euros, desaconseja «jugar a la lotería con la salud» y recuerda que la legislación española es más estricta que la turca en materia de garantías sanitarias. El doctor Nicolás Pérez, que colabora con una clínica turca de FUE realizando en sus consultas de Sevilla y Huelva los tratamientos previos y el seguimiento posterior, defiende que la cirugía plástica es allí más barata porque los sueldos son más bajos y está subvencionada por el Estado.

¿Estamos los españoles preparados para un político calvo y rapado, de imagen radical, como el atractivo exministro griego Yanis Varoufakis? A juzgar por el panorama actual, no. Pedro Sánchez es el único que puede presumir de un pelazo tupido tipo 'geyperman'. Mariano Rajoy luce un extraño 'look' bicolor -pelo teñido, barba canosa- y Albert Rivera ha experimentado una 'milagrosa' recuperación en los dos últimos años: en su partido niegan que se haya injertado y atribuyen la frondosidad de su nuevo flequillo rizado a unas pastillas. Pablo Iglesias es un caso aparte, pero el estilista Alberto Cerdán lo tiene clarísimo: «En pocos años estará calvo». Esperemos que, entonces sí, se corte la coleta.

El cirujano plástico Andrés Merlo, especialista en microinjertos capilares, recuerda que el 95% de los calvos lo son por herencia. La alopecia androgenética se manifiesta a partir de la adolescencia y solo puede detenerse con fármacos, pero habría que tomarlos de por vida para mantener su efecto.

El 5% restante de las calvicies se deben a estrés, anemia, embarazo y parto o efectos secundarios de algunos fármacos. El pelo se recupera cuando desaparece la causa de la caída.

de los hombres sufren alopecia androgenética a los 40 años y hasta el 80%, a los 80. Casi un tercio de las mujeres experimenta pérdida de cabello de origen hormonal.

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