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Los más pobres de España

Los más pobres de España

Torrevieja ha pasado de ser la ciudad de los golosos apartamentos del 'Un, dos, tres' a la que tiene la renta per cápita más baja. Ejemplo del despilfarro nacional, su exalcalde duerme en la cárcel

FERNANDO MIÑANA

Domingo, 13 de marzo 2016, 14:03

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A Enrique parece que lo hayan sacado del Penta del Madrid de la Movida y lo hayan sentado en una terraza durante esta mañana fresquita, ventosa y soleada. Una mano la tiene anclada en el vaso con whisky al que solo le queda un trago largo y con la otra gesticula mientras intenta pegar la hebra con Álex, el fotógrafo. «¡El antes y el después!», le chilla. Desde su silla observa con las piernas cruzadas a los jardineros que recortan los setos en el lugar donde acaban de soterrar unos cables y a los barrenderos que menean la escoba. Le están lavando la cara a Torrevieja para que esté aparente cuando irrumpan los turistas de Semana Santa. El antes y el después.

POBRES PERO HONRADOS

  • El alcalde «Es un buen lugar para vivir»

  • Muertos a los que no echan de menos

  • La población cae de golpe en un par de años

  • 13.977

Torrevieja se pasa la vida esperando a los turistas. Vive de ellos. Tanto, tanto, que, casi por arte de magia, se ha convertido en una ciudad de turistas. Algo más de la mitad de los 88.000 habitantes de la tercera población de Alicante son de fuera. Los necesitan en estos tiempos de tímidos brotes verdes, después de una crisis que ha convertido el municipio en el más pobre de España. Eso, al menos, afirma un estudio del Instituto Nacional de Estadística sobre la renta per cápita.

La ciudad no tiene favelas, ni barrios marginales como aquel Carabanchel de los años del Penta donde no se atrevía a entrar ni la policía, ni hipermercados de la droga. Pero el aspecto general es el de un lugar donde escasea el dinero. Se ve. Allí triunfan los supermercados, los bazares multiprecio, las tiendas de ropa barata a mansalva y las inmobiliarias. Sobre todo las inmobiliarias. Hay una en cada esquina para intentar ordeñar hasta la última gota de la ubre de los extranjeros. Lo último son los rusos, pero todavía dominan ingleses, alemanes y suecos. También vascos, muchos vascos, y madrileños.

Es imposible contar las urbanizaciones que se desperdigan alrededor del pueblo, donde la gente ni chapurrea el castellano. La arquitectura es hortera y encima se mancha con carteles por doquier, al lado de restaurantes coronados con banderas sucias. Nada que ver con la sobria iglesia arciprestal reconstruida en 1844 con las piedras de la torre vigía que dio nombre a la ciudad. Al lado se encuentra el Ayuntamiento, donde han hecho un tetris para desbancar al PP, la fuerza más votada que se vio destronada por un pentapartito. El alcalde, José Manuel Dolón, es de Los Verdes y acaba con 27 años de gaviota popular.

Torrevieja no escapó al derroche que se desparramó obscenamente por toda la costa mediterránea. En un descampado, al final de la avenida de las Urracas (donde un gracioso añadió debajo 'y de los buitres'), queda el esqueleto de una enorme caracola diseñada por el arquitecto japonés Toyo Ito. Ese pabellón helicoidal, destripado y abandonado, tendría que haber sido uno de los tres edificios del ostentoso Parque de Relajación. El proyecto del mayor spa de España que el alcalde Pedro Hernández Mateo quería levantar junto a una laguna, donde la gente va a untarse de lodo. El primer edil, que necesitaba llevar encima siempre cuatro paquetes de Ducados y que se los metía hasta por dentro de los calcetines, ahora está en la prisión murciana de Campos del Río por prevaricación.

«Hay mucha miseria»

Allí, en la Vega Baja, la comarca más meridional de la Comunidad Valenciana, el mercado bosteza de aburrimiento. Un pescadero señala el marisco y se lamenta: «Aquí compran gambas cuatro». Qué tiempos aquellos en los que la Ruperta del 'Un, dos, tres' escondía los apartamentos en Torrevieja como un premio gordo. Ahora se puede alquilar uno por 240 euros. «Fue una propaganda muy buena y en su momento vino bien, pero ahora lo que tenemos es un turismo barato. Y los extranjeros que viven aquí son jubilados que apenas gastan», se lamenta el vendedor dentro de un mercado sin actividad. «Aquí hay mucho paseante y mucho mirón, pero la gente compra en los supermercados. Hay 25, una barbaridad».

En otro pasillo se retoca el peinado Penilde Sabin. Vende frutos secos en una parada llena de fetiches: san pancracios, ranitas de plástico, herraduras... «Yo, mientras me siga dando para pagar las facturas... Esto se ve triste. No hay movimiento. Los años del 'Un, dos, tres' la verdad es que fueron muy buenos, pero ahora es horroroso; hay mucha miseria», explica esta vendedora.

José Antonio Jiménez ofrece cupones de la Once en la puerta del mercado y es el contrapunto. «¿Pobres aquí? Para nada. Esto es una mina sin explotar. A mí me recuerda a Benidorm cuando empezó. Lo tenemos todo: el mar, la hostelería, el toque internacional...». Aunque a él de poco le vale. Los guiris solo conocen el Jackpot y les da igual que años atrás repartiera medión millón de euros del Cuponazo que se llevaron al municipio vizcaíno de Sudope unos turistas.

El 'Pascual Flores'

La caracola negra que no hace falta especificar a qué recuerda, no es el único desbarre de estos últimos tiempos. En las afueras del pueblo, al lado de un hospital, parece que haya aterrizado un platillo volante. Es el Auditorio y Conservatorio Internacional de Torrevieja, un edificio que costó 53 millones de euros y que tuvo que cerrarse a los nueve meses de que la Generalitat lo inaugurara apresuradamente en 2011. No tenía la licencia de apertura y actividad.

Estuvo años tomando el sol y ahora se abre de manera esporádica para artistas como Raphael o Paloma San Basilio. Los jardineros siguen cuidando de la enorme parcela, quizá para justificar los más de 300.000 euros de mantenimiento que cuesta cada año.

Las huellas del despilfarro sonrojan en el municipio más pobre de España. El alcalde y diputado de las Cortes valencias enganchado al Ducados tuvo otro delirio de grandeza cuando se gastó otra millonada en comprar un velero, el 'Pascual Flores', para promocionar el turismo en Torrevieja. La gracia le costó al Ayuntamiento 4,6 millones de euros en 1999, una factura que fue engordando con infinidad de reparaciones. El capricho hacía aguas.

El 'Pascual Flores', una réplica del original construido en Torrevieja en 1918, tiene muchos fallos y tampoco puede servir como escuela de navegación, otro de sus propósitos, así que el pailebote de 33 metros de eslora permanece tristemente amarrado en el puerto pesquero al lado de un submarino de la época franquista. Es el 'Delfín' y fue remolcado en un breve trayecto desde Cartagena. Ahora se utiliza como museo.

Tres jubilados charlan al sol, al lado de una cerveza de litro, aceitunas y banderillas. Antonio Ortiz vive una vida tranquila y cada mañana sale a pescar algo para comer. «Aquí está mal la cosa. Esto es una ciudad de viejos. No hay empresas; las cuatro tiendas y el turismo, poco más. Donde yo vivo están todos los pisos vacíos y eso que el alquiler no llega a 200 euros. Pero bueno, ahora en nada ya vienen los alemanes y los vascos».

Enrique -«no me pongas el apellido que luego en el pueblo me dan caña»- apura el trago . «Llevo ocho años en el paro. Todo el trabajo está en la playa y luego dentro no hay nada. Y el único negocio es la especulación». Parece pobre, pero feliz.

José Manuel Dolón es el alcalde desde el año pasado y asume el dato sin dramatismos. «Aquí hubo una oferta urbanística masiva durante 30 años y la renta es muy baja, básicamente, por los jubilados. Pero esto no es una vergüenza. Lo realmente importante es que hemos salido del ranking de los corruptos».

El primer edil aporta dos datos llamativos: el 60% de las viviendas -y se ve en un paisaje repleto de persianas bajadas- están cerradas casi todo el año. Muchos bloques están prácticamente vacíos y eso genera otra particularidad. «En Torrevieja cada año se descubren a unas 30 o 50 personas que llevan varios días fallecidas en su domicilio porque nadie se ha percatado de ello».

El número de habitantes de Torrevieja ha retrocedido de los 105.205 de 2013 a los 88.447 de 2015.

euros de media es la renta per cápita de Torrevieja, la más baja de España con una amplia diferencia sobre las dos siguientes: Sanlúcar de Barrameda (17.260) y La Línea de la Concepción (17.715).

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