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carlos pajuelo
Lunes, 5 de octubre 2015, 08:37
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"Educar es un coñazo, a veces" no es una frase de Paulo Coelho, ni de Einstein, ni de ningún gurú de la educación. Esta frase es uno de los descubrimientos que realizamos padres y madres cuando educamos y que, por lo general, no nos atrevemos a confesar abiertamente delante de nuestras amistades o familiares. Educar, la tarea de educar en determinados momentos es cansina, desalentadora, frustrante.
El nacimiento de un hijo es una noticia que llega a nuestras casas como un acontecimiento cargado de felicitaciones y parabienes. Los futuros padres y madres leen un montón de revistas especializadas sobre cuidado del bebé, educación, etc., pero ninguna revista se llama ¿Vaís a ser padres?, os vaís a enterar. Justo desde el nacimiento, muchas veces, la criatura no para de de poner a prueba la competencia, el talento, la paciencia y la estabilidad emocional de sus padres.
La tarea de ejercer de padres está sometida constantemente a una evaluación por parte de aquellos que nos rodean y que, además, no se cortan en señalarnos con el dedo como responsables de todo lo que nuestro hijo no hace bien.
Educando se viven experiencias muy positivas pero también se vierten muchas lágrimas, lágrimas a veces de dolor, a veces lágrimas de impotencia, lágrimas de rabia y frustración y también lágrimas de pena, de una amarga pena. Lágrimas que nunca salen en el Facebook. No, no están en ningún álbum de fotos y por esta razón hacen creer a padres y madres que sentir este hartazgo es de personas egoístas, de malos padres.
Yo se lo digo a muchos padres: Educar es un coñazo, a veces. Exige dedicación, mucha dedicación, tiempo, mucho tiempo en relojes de sólo 24 horas al día. Exige cuidar y controlar, supervisar y guiar, motivar, animar, acompañar. Educar desgasta, consume, agota.
Esto es lo que hay, negar la parte dura, ruda, arisca y agria de la educación de los hijos es una estupenda manera de negar la realidad y la mejor manera de venirse abajo en los momentos difíciles, y esen esos momentos difíciles donde hacen más falta los padres y las madres.
Lee el post completo en el blog Escuela de Padres
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