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Salamanca, alcohol  y sexo 'cum laude'

Salamanca, alcohol y sexo 'cum laude'

'Mamadings', concursos de 'streaptease' y estudiantes en tanga y camisetas mojadas mientras las manosean, como en Magaluf. El Ayuntamiento acaba de aprobar una normativa para acabar con estas orgías nocturnas que tratan de atraer a los extranjeros

ANTONIO CORBILLÓN

Domingo, 2 de agosto 2015, 09:56

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No se trata de que vengan todos a rezar el rosario. Pero de eso a convertir la ciudad en un estercolero de alcohol y sexo va un abismo». La opinión de la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas y de la Asociación Plaza Mayor de Salamanca, Ascensión Iglesias, centra el debate al que se enfrenta la hasta ahora capital estudiantil del país. Con la universidad más antigua de España (desde 1218), 30.000 alumnos durante el curso y otros 32.000 extranjeros que acuden cada año a aprender español en alguno de sus dieciséis centros acreditados por el Instituto Cervantes, la ciudad lucha ahora por no doctorarse en el modelo de turismo de borrachera y fiestas eróticas que representan Magaluf, en Mallorca, o Salou.

Al igual que pasó en Magaluf, unos cuantos vídeos colgados en las redes sociales han abierto los ojos a una ciudad que hasta ahora miraba para otro lado. Recogen imágenes de los primeros días de junio, cuando conocidos locales de ocio como el Irish Theatre o el Gatsby decidieron recibir la temporada de verano con nuevas ofertas para atraer a las oleadas de estudiantes extranjeros. En uno de ellos se ve a unas chicas que usan el torso de un varón como 'recipiente' para beberse un tequila (lo llaman 'mamading'). En otro, una piscina llena de agua recibe a muchachas en tanga y camiseta mojada, mientras ellos las besan y toquetean y tratan de quitarles la ropa a tirones. Unos jalean a los otros. «¡Arráncasela»! No faltaban los concursos de 'streaptease' masculino que el Gatsby pensaba organizar todos los miércoles del verano. El primero, el 3 de junio, lo ganó un norteamericano. «Los yankis están muy locos, pero ganó el que lo enseñó todo. Una gran 'anaconda' sobre la piscina del Gatbsy», recogió después el Facebook de este local. Tampoco faltaron los concursos de 'twerking', en los que unos y otras tratan de imitar los electrizantes movimientos circulares con la pelvis que ha hecho famosos Miley Cirus.

«Es todo mentira y se ha sacado de madre», afirma un portavoz del Irish Theatre, que zanja la conversación sin nombres ni más datos. «La dirección está de vacaciones», justifican en este local, que pertenece a la mayor cadena de hoteles y ocio de la ciudad. Cuando saltó el escándalo, las primeras reacciones de estos empresarios colocaron a la ciudad, orgullosa de su imagen exterior, ante el espejo de sus miserias: «Hace veinte años que se ha hecho esto y cosas peores y nadie decía nada. Regentamos bares, no iglesias», recordaron.

El 'ruido' ha cruzado fronteras y arrojado un sonoro suspenso sobre la fama académica de la ciudad. Tanto que, tras su pasividad inicial, el Ayuntamiento aprobó el pasado miércoles una nueva ordenanza que incluye multas de hasta 3.000 euros y el cierre de aquellos locales que organicen fiestas de «contenido sexual que dañen la imagen de Salamanca».

La concejal de Ganemos Virginia Carrera, que fue el primer partido en denunciar los hechos, tiene una catalogación para estas juergas: «Prostitución indirecta». También sabe que «sin una penalización que vaya más allá de la critica social, no servirá de nada». Lo que no impidió que su partido fuera el único que votara en contra de la nueva normativa.

A sus 27 años, José Luis Mateos une a su cargo de portavoz municipal del PSOE, su condición de joven y miembro de la comunidad universitaria. Conoce la noche salmantina bastante bien. «Se está imponiendo una imagen de ocio y alcohol barato. Cuando entras en esa dinámica, es muy difícil salir». También el presidente de los hosteleros, Alain Saldaña, reconoce que ha pasado más veces, «pero esta ocasión se ha traspasado la línea roja». Y aunque admite que el gremio «no va a ir contra ninguno de sus socios», lanza una pregunta para que la responsan sus convecinos. «¿Qué pensará un padre de familia que quiera enviar a una hija a estudiar a Salamanca?». De momento, el calendario de fiestas eróticas ha desaparecido de las ofertas de las redes sociales, mientras la Fiscalía analiza los atestados de la Policía Local, si bien no parece que haya materia punible alguna. «Nos vamos a encontrar con un vacío legal», lamenta Saldaña.

El 'cebo' del alcohol barato

Para atraer la atención de las oleadas de jóvenes de todo el mundo que llegan a la ciudad, los bares buscan nuevos juegos y actividades, casi siempre copiados del ocio anglosajón. El alcohol es siempre el señuelo. Ahora, uno de los más populares es el 'beer pong', en el que hay cerveza gratis para los que acierten a meter la pelotita de ping pong en el vaso del rival. A todo ello se añade la guerra de precios, con empresarios que cruzan la cercana frontera portuguesa para negociar costes más ajustados entre los distribuidores. Resultado: un tercio de cerveza sale a medio euro, hay cócteles por no más de 3 y los chupitos se quedan en 40 céntimos.

Todo este chaparrón se suma a la lluvia fina y continuada de una ciudad convertida en los últimos años en capital de la fiesta en el interior de España. Salamanca empezó a ampliar el triángulo universidad-estudiantes-cursos de español para cerrar la cuadratura de la juerga con el cambio de siglo. En 1999 y de una forma casi espontánea, sus jóvenes inventaron la Nochevieja Universitaria. La costumbre de celebrar un gran botellón el último jueves de clase del año, creció cada vez más. La edición del pasado año colapsó, con 50.000 personas, los aledaños de su Plaza Mayor, cumbre del barroco español.

Detrás llegaron las despedidas de soltero, en las que pandillas de jóvenes de todo el país eligen la ciudad para su última juerga. «Muchas llegan con el paquete cerrado. Les van a buscar a las estaciones y les proveen de todo, desde el hospedaje al local nocturno donde celebrarla», explica Ascensión Iglesias. La guerra de precios hace que se les llegue a ofrecer hoteles en el centro a precios por debajo del mercado. El concejal José Luis Mateos admite que «hay viernes en que te puedes encontrar a cinco o seis grupos haciendo de todo en la Plaza Mayor». También esta particular oferta de juerga vivió su punto de inflexión el pasado mayo. Pablo Etxezarreta, un guipuzcoano de 32 años que participaba en una de estas despedidas, amaneció sin vida en su hotel. Había llegado junto a otros 23 amigos repartidos por todo el país. Otros dos fueron atendidos por consumo de drogas.

La nueva normativa aprobada el miércoles intentará, al mismo tiempo, poner freno a estas convocatorias. Prohibirá «pasear por la calle con vestimentas o disfraces que atenten contra la dignidad de las personas». En pocas horas, las redes sociales se llenaron de críticas, que en muchos casos suenan a desafío: «Qué le importa a nadie cómo voy disfrazado. Estamos en un país con libertad de expresión. Me río en su cara».

Además de prometer más controles policiales, el Ayuntamiento aprovecha la escandalera para lanzar un plan de ocio con el que «salvaguardar la imagen de nuestra ciudad, dañada por estas prácticas», resume su concejal de Turismo, Julio López. Aparte de asumir la represión un poco a regañadientes, los hosteleros tratan de ser más originales. Han llegado a plantear nuevas medidas, como una especie de carné por puntos para las malas prácticas.

Ahora que les comparan con el 'modelo Magaluf', pueden indagar en la suerte que ha corrido esta localidad, llena de británicos borrachos con escaso presupuesto. «El todo incluido acorta la temporada, crea monocultivo y expulsa al turismo no alcohólico», advierte el portavoz de la Asociación de Locales de Ocio de Calvià, Javier Pedreira. El 'boom' de julio 2014, cuando circulaban imágenes de sus locales que parecían salidas de un vídeo porno casero, ha dado paso al crack doce meses después, con caídas en las reservas hoteleras de hasta el 40%. ¿Es lo que quiere Salamanca?

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