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Un investigador comprueba el estado de una de sus ratones de laboratorio. :: ignacio pérez
Mutantes, cócteles y ratas contra el cáncer

Mutantes, cócteles y ratas contra el cáncer

La ciencia prepara sus nuevas estrategias para enfrentarse a la segunda causa de muerte en el mundo

BORJA ROBERT

Lunes, 13 de julio 2015, 08:41

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madrid. El cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo, pero cuando se mira de cerca sorprende que no sea la primera. Los tumores asustan porque matan, pero matan porque están hechos para ser casi invulnerables. Aprovechan a la vez muchos puntos débiles del cuerpo que los gesta, y establecen un sistema de defensa de varios niveles. Desactivan el sistema inmunitario para que no pueda atacarlo, usan una proteína que los hace virtualmente inmortales, comen poco y crecen mucho, no envejecen, y sus células se reproducen a lo loco, como si fuesen un cultivo de bacterias, lo que les permite desarrollar resistencia a todo tipo de fármacos. Y, sin embargo, cada vez son más personas las que lo vencen, y las que no lo logran viven más tiempo y en mejores condiciones. Además, en los últimos años han aparecido nuevas estrategias clínicas con potencial para revolucionar la lucha contra estas enfermedades. Los expertos, por lo general, coinciden en asegurar que aún hacen falta varias décadas de investigación, pero que antes o después se le pondrá freno.

El cáncer es el nombre genérico para lo que, en realidad, son más de 200 enfermedades diferentes. Y aunque tienen aspectos en común, cada una presenta sus propios retos tanto a los pacientes como a sus médicos y también a los investigadores. En lo que respecta a su tratamiento solo hay una aproximación que vale para todos: cuanto antes se detecte, mejor. Menos tiempo habrá tenido de causar daños, de extenderse o de dominar la situación, y por tanto, más fácil será de eliminar o controlar. En el resto, depende.

«La magnitud del problema es gigante por el hecho de que es mucho más fácil crear un fármaco para matar a un organismo ajeno a nuestro cuerpo, un virus o una bacteria, porque podemos encontrar actividades o proteínas en sus células que no se parezcan en nada a las nuestras, y que por tanto atacarlas sea casi inocuo», asegura Ana Vivancos, jefa del grupo de Genómica del Cáncer del Instituto de Oncología Vall d'Hebron. «Pero con el cáncer, las células vienen de nosotros, así que es difícil encontrar un medicamento que las ataque a ellas pero no al resto del cuerpo». Durante décadas, las principales estrategias -además de operar y quitar cuando se puede- han sido las quimioterapias y las radioterapias; eficaces, pero con durísimos efectos secundarios. Ahora, poco a poco, empiezan a aparecer fármacos que solo atacan al tumor, y que interactúan mucho menos con el resto del cuerpo. Se llaman terapias dirigidas y están en auge para tratar los casos más graves, aunque exigen hacer un estudio genético del tumor. En la actualidad ya están aprobadas unas pocas para determinados tipos de cáncer de pulmón, de mama y de colon. En los próximos años se espera que aparezcan muchas más.

«Pero cuando hablamos de esta estrategia sabemos de antemano que, al cabo de un tiempo, el tumor va a generar una resistencia», asegura Vivancos. Como una bacteria resistente a los antibióticos, el cáncer es capaz de evolucionar y adaptarse a lo que lo amenaza. Ante esto ya se han postulado dos opciones esperanzadoras pero que todavía están en sus primeros pasos y pueden tardar años en estar disponibles, si es que funcionan. Una es encadenar fármacos uno tras otro hasta que el tumor no tenga opción de generar una resistencia más. «Existe la teoría del agotamiento de los tumores», afirma la investigadora. «Puede que logremos arrinconarlo hasta que no puedan avanzar más y acabemos destruyéndolos». La otra es llevar a cabo un ataque masivo contra distintos objetivos a la vez, con un cóctel de fármacos dirigidos a distintas dianas moleculares, y que lo elimine antes de que tenga tiempo para desarrollar resistencia. «Esta estrategia ha funcionado con éxito casi total en algunas enfermedades como la hepatitis C o la tuberculosis, y con éxito moderado contra otras como el VIH», afirma Charles Sawyer, investigador y oncólogo estadounidense, y uno de los padres de las terapias dirigidas, pero aún está por demostrar que sirva con los tumores. Para ambas, en cualquier caso, haría falta diseñar cientos de medicamentos diferentes capaces de cubrir todos los frentes.

Avatar

De momento, como cada paciente es único, ni siquiera es fácil en todos los casos identificar qué fármaco es el más adecuado, si es que lo hay. Pero para esto también se postula una solución con nombre de película: los ratones avatar. Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) trasplantan tumores humanos a roedores para probar en estos varios medicamentos y determinar el que funciona mejor. «Técnicamente no es difícil», asegura Manuel Hidalgo, oncólogo de esta institución. «Aunque todavía no tenemos estudios definitivos que prueben que es una estrategia útil». Ahora, explica, están dando los primeros pasos para poner a prueba la siguiente versión de esta técnica, que aprovechará la otra gran apuesta de la comunidad científica para luchar contra los tumores: la inmunoterapia. «Estos serán inmunoavatares», recalca.

Lograr que las defensas del cuerpo luchen contra los tumores como contra cualquier otra enfermedad es una estrategia que se ha probado con éxito limitado desde finales de los 90, pero solo en los últimos años ha logrado avances significativos. La idea es crear un fármaco que convenza a los linfocitos -las células que atacan a virus, bacterias y otros patógenos- de que el cáncer debe ser destruido. «Es la estrategia con más futuro a medio plazo», explica Pilar Zamora, oncóloga del Hospital La Paz, en Madrid. «Ya se aplica con éxito en melanoma, en pulmón y en mama». Algunos van más allá. El laboratorio estadounidense Juno Therapeutics extrae linfocitos, los modifica genéticamente para destruir al tumor y los inyecta de nuevo. De momento lo han probado en pocos pacientes -por lo que todavía es pronto para hablar de éxito- pero con muy buenos resultados.

El consenso general es que, probablemente, será una combinación de varias estrategias la que ofrezca mejores resultados. «Todo apunta a que acabaremos por combinar varias técnicas a la vez», asegura Joseph Schlessinger, otro de los padres de las terapias dirigidas. «Pero todavía es algo muy reciente, con muchos matices, y encontraremos muchos obstáculos por el camino. La lucha continúa».

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