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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
El San Bernardo es uno de los perros más típicos de las montañas suizas. El más utilizado para cocinar es de una raza muy similar al Rottweiler.
En Suiza comen perros

En Suiza comen perros

Y también cocinan gatos, de los que conservan la piel porque «va muy bien para el reuma». «Alrededor del 3% de la población consume estos animales», denuncia la ONG que ha presentado 16.000 firmas para prohibir esta práctica

DANIEL VIDAL

Domingo, 5 de julio 2015, 10:14

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No siga leyendo si usted es un amante de los animales especialmente sensible. Para explicar qué es noticia, en las facultades de Periodismo se suele recurrir a un ejemplo de libro: no lo es que un perro muerda a un hombre, pero la cosa cambia radicalmente si un hombre muerde a un perro. Si ese hombre encima sacrifica al animal, lo cocina con mimo y se sienta en torno a una mesa para disfrutar de una comida familiar, la historia resulta todavía más impactante. Si para colmo no es un hombre, sino 240.000, y además viven en Suiza, las alarmas se disparan. Todos pensábamos que este era el país de los relojes caros, de los bancos para ricos y corruptos españoles y de los san bernardos con un barrilito de brandy prendido del cuello; y que esas prácticas culinarias con animales de compañía eran cosa de chinos, camboyanos y vietnamitas. Pues no.

En determinadas zonas agrícolas todavía es muy apreciada la carne de un perro muy parecido al Rottweiler. El más buscado para elaborar hoy en día 'Gedörrtes Hundefleisch' (carne de perro desecada), una receta navideña típica que ya recogía el profesor de Veterinaria Calvin Schwabe en su libro 'Cocina innombrable', de 1979. En resumen, y para pasar cuanto antes el trago, el plato consiste en preparar unas láminas de carne seca que previamente se marinan en vino tinto, pimienta, laurel, ajo, azúcar y sal.

José Ledesma, un español que regenta un restaurante en Zúrich desde hace décadas, se sorprende ante la pregunta: «¿Cómo vamos a dar perro en el comedor, hombre? ¡Nunca! Aquí servimos lenguado y merluza. ¡Tortilla de patatas!». En las ciudades no, pero en las zonas de Lucerna y Appenzell y en los cantones de Jura y Berna los preparan estofados, al horno y al estilo 'mostbröckli', como si fuera jamón serrano. «No saben lo buena que está la carne así», admitía un granjero a un periodista de 'The Guardian' que fue a interesarse por el tema hace unos meses. «Yo he dejado de comer perro porque está mal visto por esta sociedad hipócrita», reconocía otro paisano. El diario británico no ha sido el único en constatar que allí es tan normal hacer 'Gedörrtes Hundefleisch' como asar un pavo en Estados Unidos. El 'Tages Anzeiger', un rotativo local, fue el primero en alertar sobre esta práctica. Otros de tanto prestigio como el 'Daily Mail' o 'The New York Times' también han incidido en el tema: «Suiza, presionada para prohibir que se coman perros y gatos», titulaba en enero 'The Washington Post'.

Abogados para mascotas

Fue después de que la ONG SOS Chats Noiraigue presentara 16.000 firmas en el parlamento helvético para que se prohibiera esta costumbre, aunque no parece que la petición vaya a prosperar. Recientemente una amplia mayoría ya rechazó la creación en los cantones de una figura legal para defender a los animales de las agresiones de sus amos, como existe en Zúrich. Una medida que hubiera dado «voz propia» a los animales, destaca el diputado del Partido Verde Geri Müller.

En un país donde se comen a los perros por Navidad y donde las salchichas de carne de chucho son calificadas como «deliciosas», no es extraño que existan varios abogados entregados a la defensa de los animales como Antoine Goetschel. Ejerce como fiscal antimaltrato en Zúrich, donde vela por los derechos de las mascotas, y estos días anda «muy ocupado». Goetschel también se ocupa de la protección de los gatos, uno de los sucedáneos más famosos del conejo en épocas de hambruna también en España) y que en Suiza se sigue cocinando con tomillo. Luego usan sus pieles porque creen que protegen del reuma. «Cuando asistimos a estas prácticas es frustrante no poder llamar a la olicía. ¡No hay leyes contra esto!», se queja Tomi Tomek, presidenta y fundadora de SOS Chats Noiraigue.

Lo que sí está expresamente prohibido es su comercialización sin controles sanitarios, penado con elevadas multas. Pero, al final, cada uno en su casa hace lo que quiere. «Alrededor de un 3% de los suizos come este tipo de carne en secreto», calcula Tomek. Es decir, unos 240.000 de los más de ocho millones de habitantes del país. De ellos, el 80% son «granjeros».

Como los cerdos

Pero Vanessa Gerritsen, de la ONG local 'Tier im Recht' -que se puede traducir como 'Animales al amparo de la ley'-, lleva el debate más allá: «Ahora, las organizaciones de derechos de los animales nos preguntamos cada vez más: ¿por qué no comer un perro si estás comiendo un cerdo? Por supuesto, condenamos el consumo de perros y gatos, aunque creemos que la interpretación de esta tradición suiza se exagera. Es tiempo de pensar en el exorbitante consumo de carne 'per se'».

La pregunta tiene lógica para la responsable de PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) en Europa, Mimi Bekhechi: «Matar, descuartizar, cocinar y comer perros es aborrecible porque son nuestros mejores amigos. Pero, desde un punto de vista ético, comerse un perro no es diferente a comerse un pato o un cerdo. Todos los animales pueden experimentar el miedo y el dolor. Corderos, terneras y pollos y otros animales mueren aterrados cada día mientras hacemos la vista gorda ante el hecho de que pueden sufrir tanto o más que los perros. Protegemos ciertas especies, las ponemos en nuestros hogares y las convertimos en parte de nuestras familias, mientras que a las demás las tratamos como mercancías. Todos compartimos el mismo deseo de vivir, así que si te repugna la idea de comerte un gato o un perro debes pedir el kit de iniciación vegetariana en PETA y extender tu compasión a todo el mundo animal».

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