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¿De pie o sentado?

¿De pie o sentado?

Varios países intentan imponer a los hombres la postura femenina para orinar por razones higiénicas

PASCUAL PEREA

Lunes, 19 de enero 2015, 11:56

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La guerra de sexos tiene uno de sus campos de batalla más recurrentes en el cuarto de baño. Las quejas femeninas por la acreditada incapacidad de los hombres para bajar la tapa del inodoro después de orinar o por su irritante costumbre de dejar rastro de su paso por la taza en forma de salpicaduras y malos olores pueden tocar a su fin si prospera una propuesta que gana adeptos en países como Suecia, Japón o Taiwán: que los hombres se sienten para hacer aguas menores, igual que lo hacen ellas.

Uno de los últimos en sumarse a esta campaña, entusiásticamente aplaudida por la mitad femenina de la población, ha sido el ministro de Medio Ambiente de Taiwán. Aduce Stephen Shen razones de índole higiénica para impulsar una 'revolución' que ayude a mantener los cien mil baños públicos de la isla más limpios. Shen, que asegura adoptar esta postura en la intimidad, mandó colocar carteles sugiriendo este cambio de hábitos entre los usuarios de los mingitorios masculinos.

Hay precedentes. Año 2000, Radeburg, Alemania. Más de 400 inquilinos de un bloque de pisos reciben una circular del administrador, Claus Burckhardt, que les conmina a orinar sentados o correr con los gastos de sustituir los radiadores ubicados en el cuarto de baño. El casero, viendo que los calefactores se oxidaban con excesiva frecuencia, encargó una investigación que concluyó que «el óxido era provocado por las gotas de orina que salpican los radiadores». «Para evitar que estos daños se repitan, el váter no debe usarse de pie, sino sentado», concluyó el administrador. La misiva recorrió todo el país, provocando una encendida controversia.

La polémica traerá cola. Y es que, para muchos hombres, quienes pretenden obligarles a orinar sentados mean fuera del tiesto al imponer una medida que consideran antinatural y hasta vejatoria, casi sacrílega. Aducen el arraigo de la costumbre y hasta los efectos psicológicos que provocaría en el varón la supresión forzosa de un rasgo ancestral que les es tan propio como a los perros -machos- el de levantar la pata para marcar con su orina el territorio. Otros, más ingeniosos, ven en esta imposición una oportunidad para justificar ante sus parejas las visitas frecuentes al bar para 'desahogarse' al modo tradicional después de trasegar unas cervezas.

¿Un hábito saludable?

En varias regiones de Suecia se enseña a los niños, desde la más tierna infancia, a hacer pipí sentados. Algunos pediatras escandinavos aseguran que, a la larga, es bueno para la salud, ya que estar sentado ayuda a relajarse y modera la salida de la orina, evitando tensar innecesariamente los músculos de la vejiga. Ahora, el Consejo General de la región de Sörmland quiere dar un paso adelante y aprobar un reglamento que obligue a los hombres a sentarse para orinar. Su impulsor, Viggo Hansen, del Partido de Izquierda, defiende esta postura no sólo porque mejorará la higiene de los baños, sino también porque «reducirá los problemas de próstata y contribuirá a una vida sexual mejor y más larga».

El urólogo bilbaíno Miguel Unda rechaza taxativamente estos argumentos médicos. «Nada de eso está demostrado en absoluto. No hay estudios científico que concluyan que orinar sentados o de pie influya en el riesgo de padecer tumores o cambios en la próstata. El mayor o menor desarrollo de la próstata está escrito en los genes, y orinar sentados o de pie no lo va a cambiar. Es cierto que algunos hombres orinan mejor sentados porque esta postura les ayuda a relajar su esfínter, pero otros opinan lo contrario. Es muy variable, y desde el punto de vista médico resulta indiferente. Otra cosa son las razones higiénicas».

Por otro lado, el profesor de urología de la Universidad de Pittsburg Benjamin Davies puntualiza que la orina es estéril, por lo que no hay bacterias en ella. «A pesar de que puede tener mal olor, no se ha comprobado que cause alguna enfermedad».

La propuesta puede encontrar más argumentos a favor entre los hombres de mayor edad, que son también por lo general quienes más manchan y los que más tardan en completar la maniobra. Los médicos sostienen, a favor del cambio, que un anciano que se levante por la noche a orinar estará más cómodo y relajado, vaciará mejor su vejiga y correrá menos riesgo de accidente si permanece sentado en la taza mientras realiza el tránsito en esa duermevela.

El dictamen de la ciencia

Las mujeres alemanas tienen un aliado en esta lucha: un pequeño fantasma de plástico adherido al retrete que, cuando el 'infractor' levanta la tapa para orinar, le recuerda en un mensaje grabado que «en esta casa se cobra una multa a quienes hagan pipí de pie».

Hay alternativas menos drásticas. Como la escogida por los gestores del aeropuerto de Schipol, en Ámsterdam. Una simple mosca pintada en cada urinario consiguió reducir las salpicaduras en los bordes de la taza y en el suelo hasta en un 80%, al ofrecer a los miccionantes un blanco fijo al que acertar durante el proceso de descarga.

El asunto no es baladí. La Brigham Young University de Utah tiene un laboratorio, el Splash Lab, dedicado a estudiar la dinámica de fluidos, que ha desarrollado un análisis sobre la micción en particular. A sus investigadores no se les ocurrió mejor idea que tratar de relacionar la altura de la persona, el tamaño del pene y la velocidad del chorro de orina -21 mililitros por segundo parece ser la cifra estándar- con la salpicadura que provoca. Su conclusión fue tan sorprendente como el mismo objeto de estudio: ninguna de estas variables tiene una relevancia apreciable. Lo que realmente influye es el ángulo de choque del chorro con la superficie: cuanto más perpendicular, menor salpicadura. Así que estos sesudos científicos determinaron que, si se orina de pie, conviene hacerlo inclinándose ligeramente sobre el sanitario para que la 'entrada' sea más limpia. Como la que efectúa en la piscina un saltador olímpico.

Pero ni siquiera eso garantiza que se eviten las salpicaduras. «Cuando se está de pie, resulta físicamente imposible evitar que una parte de esas gotitas se desprendan del flujo principal y alcancen el borde de la taza del baño o el mismo suelo. Sentarse a hacer pis es la opción más higiénica y más lógica», sentencia el experto Randy Hurd. Al final, todas las ecuaciones confluyen en la ley de talión: la última gota, al pantalón.

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