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Arriba, karasumi -huevas del pez mugil-. Abajo, el caviar Beluga y la langosta iseebi. :: R.C.
Un menú de 9.550 euros

Un menú de 9.550 euros

El chef japonés Hiroshi Fujisawa presenta el catering más caro del planeta para recibir por todo lo alto 2015: huevas doradas, foie francés o trufa italiana en una hermosa caja de paulonia imperial

ZIGOR ALDAMA

Domingo, 21 de diciembre 2014, 11:43

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Japón siempre ha sido el país de la extravagancia. De la extravagancia cara, hay que matizar. Es el único lugar en el que nadie se sorprende al ver en la frutería una sandía cuadrada que cuesta más de cien euros, o un melón Yubari que puede alcanzar un precio de 15.000. Es más, uno puede ir al supermercado y encontrarse con botellitas de 6 centilitros de agua desalinizada de Hawai a 30 euros la unidad. Al fin y al cabo el archipiélago está acostumbrado a que el primer sábado de cada año se pague más de un millón de euros por un atún de aleta azul en el mercado tokiota de Tsukiji, y a que cualquier entrecot de ternera de Kobe conlleve una factura de más de 200 euros.

Pues bien, ahora hay que añadir a la lista el menú a domicilio más caro del planeta para dar la bienvenida al 2015: se llama Kiwami, algo así como 'el no va más', está diseñado para cuatro comensales, y cuesta la friolera de 1,398 millones de yenes (9.550 euros al cambio) sin IVA. Lo presentó ayer el chef Hiroshi Fujisawa, que trabaja para el salón nupcial Senshintei Oono de la localidad de Sado, al noroeste del país, y no se trata de un copioso festín que se sirve en un entorno de lujo. Al contrario, es un 'osechi', básicamente una austera caja de madera cuyos pequeños compartimientos se llenan con las delicias típicas de esta fecha tan señalada. Y se come en casa.

Claro que Fujisawa, en un magnífico ejemplo de la exquisitez del pueblo nipón, no ha descuidado ningún detalle. Las cajas, que se presentan en forma de armario minimalista, se han tallado a mano por artesanos del pueblo de Kamo en madera de paulonia imperial, y el conjunto incluye palillos elaborados con ébano verde y un set de copas de vino recubiertas en su base con laca tradicional japonesa. Lógicamente, además del impecable continente, el contenido también hace honor al precio. Se han utilizado únicamente los mejores alimentos del mercado. Entre los productos autóctonos destacan el 'iseebi', una langosta espinosa japonesa, el 'nodoguro', una lubina rosácea, y el 'karasumi', un preparado de huevas de lisa saladas y secadas al sol que Fujisawa prepara con la misma técnica utilizada por los cocineros de Nagasaki durante el periodo Edo -entre 1603 y 1868-, cuando los líderes del clan Tokugawa eran los únicos que podían degustarlo.

El chef, que a sus 55 años ha sido distinguido por el gobierno de la prefectura de Niigata como 'gran artesano', un título reservado solo a quienes cuentan con habilidades sin parangón, tampoco se olvida de exquisiteces más internacionales. Por eso, su 'osechi' también incluye foie de oca francesa, trufas blancas como las que busca en Italia la célebre presentadora de televisión Oprah Winfrey, y el manjar que más le cuesta conseguir a Fujisawa: caviar Almas del Mar Caspio, extremadamente raro porque se obtiene exclusivamente de esturión Beluga que, por una mutación genética, no tiene pigmento en la piel.

«Lo que estamos ofreciendo a nuestros clientes no son sólo los platos típicos del 'osechi', sino también la atmósfera de la que disfrutarían si los comiesen en un restaurante. Mi esperanza es que comiencen el año con una gran sonrisa», explicó al diario Asahi Shimbun el presidente de la empresa, Shinichi Oono.

Sin duda, el suyo es un menú que pasará a la historia por su precio, pero los ha habido todavía más caros. Sucedió en 2011, cuando la cadena de centros comerciales Takashimaya comercializó otro 'osechi' por nada menos que 18 millones de yenes (176.000 euros). Claro que el producto tenía truco: en aquel caso las cajas no eran de madera, como marca la tradición, sino de oro de 18 kilates. Y pesaban nada menos que 3,3 kilos. Así, es lógico que la mayoría de los compradores estuviesen más interesados en el valor del 'osechi' como inversión que en la comida que guardaba en su interior.

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