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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

¿Sirve para algo estar en el Consejo de Seguridad?

Nuestro país ha dado con su calculado trabajo un paso no despreciable con el que gana prestigio e influencia aunque solo sea para dos años

INOCENCIO F. ARIAS DIPLOMÁTICO

Miércoles, 22 de octubre 2014, 00:29

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La semana pasada, después de una reñida votación, España logró entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU. Había dos puestos para tres candidatos; Nueva Zelanda, un país muy apreciado en la ONU se despegó en la primera votación. Más tarde, en la tercera, España hizo lo propio con Turquía, casi le doblamos los votos.

España ha hecho un esfuerzo considerable en tiempo y personas, el Rey, Rajoy, Margallo que dedicó mucho tiempo a la tarea y un sector considerable de nuestra diplomacia, algunos Embajadores han arrancado el voto en el último minuto, todos lo han sudado en mayor o menor medida. El coste económico ha sido reducido frente al de otros países, un millón de euros en infinidad de desplazamientos a todos los confines del globo, abundantes reuniones con extranjeros en Madrid etc.

¿Ha merecido la pena ese trabajo para ocupar durante dos años el escaño en el Consejo? ¿No son todo pompas y vanidades? No, solo una pequeña parte y nuestro país ha dado con su calculado trabajo un paso no despreciable con el que gana prestigio e influencia aunque solo sea para dos años. Lo ha, pues, merecido. Me explico.

El Consejo de Seguridad es el órgano principal de la ONU, por dos razones, tiene la competencia sobre los temas graves, los importantes, la paz, la intervención, las sanciones etc. y sus resoluciones vinculan jurídicamente; las de la vistosa Asamblea general vinculan solo moralmente. El Consejo tiene quince miembros, cinco permanentes con veto, y diez electos por dos años. Para aprobar cualquier resolución, si no es vetada, hacen falta nueve votos. De ahí que tu presencia en el Consejo sea valiosa; con un número tan reducido de miembros tu voto cuenta para alcanzar ese número de mágico de nueve. El que entra al Consejo posee así, durante dos años, prestigio-visibilidad e influencia-peso. Pongamos que Estados Unidos quiere imponer sanciones a Siria, tu voto le será necesario para llegar a nueve. Rusia, en el caso sirio, podría lanzar el veto y la resolución quedaría abortada pero una votación masiva a favor dejaría a Moscú en evidencia. El mundo está agitado y habrá bastantes ocasiones para pronunciarse, la lucha contra el Estado Islámico, parar el desarrollo nuclear de Irán, reforzar la cooperación contra el terrorismo etc.En todas las ocasiones, los grandes te buscan, los pequeños a los que afecta una resolución también y eres lisonjeado, cabildeado; en definitiva, estás en la pomada decisoria. Y al final, dejas una estela de seriedad o de incongruencia. Tu estatura ha crecido si lo haces bien y no solo momentáneamente.

La importancia que has ganado, aquí llega lo inconveniente, ya no te permite ponerte de perfil o estar en el baño cuando se vota. Los quince no se ausentan de la sala, toman posturas aunque sea la de la abstención. La visibilidad puede ser, a veces dañina. Si estás a favor de sancionar a Rusia por su grosera violación de la legalidad internacional en Ucrania, Moscú puede lógicamente tenerlo en cuenta; si brota de nuevo el empantanado tema del Sahara español será difícil que Marruecos, que observa hasta los suspiros del embajador español en las discusiones, esté jubiloso con lo que hagas o digas porque solo acepta la incorporación del territorio y la ONU quiere dejar más opciones abiertas. Por otra parte, recordemos, la ultima intervención de Estados Unidos en Irak, tu postura puede asimismo levantar ampollas en la opinión pública interna. Aznar, en contra de lo que se ha dicho aquí, no fue a la guerra en Irak pero el mero apoyo político a Estados Unidos hizo que brotaran considerable protestas contra su alineamiento político con Washington.

España, que no entró en la ONU hasta 1955 porque en un primer momento fue vetada por los vencedores de la Guerra Mundial y posteriormente, cuando Estados Unidos, Francia etc.querían que ingresara, por Rusia, ha estado cuatro veces en el Consejo, en el franquismo, con la UCD, con Felipe González y con Aznar. Ahora será la quinta. Vaticiné hace una semana que España entraría raspadamente pero entraría y ahora me atrevo a decir que no habrá quinta mala. España hará un buen papel en un momento en que los agoreros lúgubres decían que no pintábamos nada en la escena internacional. Esto es un claro desmentido a ese aserto.

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