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Jhon Jairo Velásquez 'Popeye', en la cárcel de Cómbita. :: javier nieto
El sanguinario 'Popeye'

El sanguinario 'Popeye'

ANTONIO CORBILLÓN

Jueves, 28 de agosto 2014, 09:25

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Guerrilleros, paramilitares y narcos. Son los tres jinetes de la apocalipsis colombiana, responsables de un cuarto de millón de muertos y siete millones de desplazados interiores en el último medio siglo. Los dos primeros tratan de saldar en lo posible sus impagables deudas y, desde hace meses, el Gobierno negocia en La Habana con los grupos armados. Solo faltaba la reaparición de Jhon Jairo Velásquez Velásquez, alias 'Popeye', el último gran sicario del cártel de Medellín que queda vivo, para completar el exorcismo colectivo y abrir una oportunidad a la paz. Una realidad no inventada que soñó García Márquez y que ya no alcanzará a ver.

Tampoco la salida de la cárcel de 'Popeye', que la pasada madrugada recobró la libertad. Su curriculum criminal parece imposible de igualar. «No me gustan las pelis de policías. Yo les supero de largo», solía bromear desde su celda en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita. Mató a unas 300 personas, entre ellas a su propia mujer, porque «tuve que elegir entre fidelidad a mi jefe y el amor, y lo tuve claro», reconoce sin atisbo de arrepentimiento. Además, ordenó otros 3.000 crímenes, entre ellos ocho magnicidios que incluyen al candidato y llamado a ser presidente de Colombia, Luis Carlos Galán. Fue el único delito por el que fue condenado a 30 años. La explosión de un aparato de Avianca en pleno vuelo (109 muertos) y una docena de coches bomba en lugares oficiales, son otros peldaños de su particular bajada al infierno. «Tengo el alma muerta de tanta sangre. No soy capaz de llorar». A nadie puede extrañar que 'Popeye', el matón de confianza del 'capo de capos', Pablo Escobar, se expresara de forma tan teatral desde su celda de aislamiento. Toda Colombia debate ahora si su salida de prisión le hace justicia. Después de 22 años entre rejas y de colaborar con los jueces como testigo protegido para buscar a otros responsables de sus masacres, un magistrado firmó su libertad al haber cumplido las 3/5 partes de su condena.

Nada hacía presagiar que este hombre, que ahora tiene 52 años, se convertiría en el sicario de los sicarios, en el jefe de Los Extraditables, un ejército de mil matones, armado al servicio de Escobar y que no escatimó en el coste de sangre necesario para cumplir su máxima: «Preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos». Cuarto hijo de un matrimonio acomodado, muy joven se alistó en las filas de la Armada y Escuela de Suboficiales de la Policía. Pero un día le tocó ir a una lujosa hacienda llena de armas, mujeres bellas y animales exóticos. «Vi a ese señor (Pablo Escobar) y, sinceramente, vi a Dios». Y no solo se convirtió a su causa sino que hizo lo posible para ser su principal 'evangelista'. «Me di cuenta de que tenía estómago para matar -dijo en otra entrevista, cuando ya se especulaba con su salida de prisión-. Mi arte es saber matar. Soy un sicario fino».

El cerco a Escobar y su gente acabó con la rendición y entrega de todo el clan en 1992. Tras una fuga colectiva, 'Popeye' decidió entregarse, mientras Pablo Escobar moría en un enfrentamiento con la policía en Medellín el 2 de diciembre de 1993.

- ¿Cuál fue el día más triste de su vida?

- El día que murió Pablo. Era un genio. Tal vez un genio del mal.... pero un genio (dijo en otra entrevista).

Un increíble olfato le mantiene aún con vida. En sus 22 años en las cárceles ha esquivado siete intentos de asesinato y su cuerpo comparte las cicatrices de la cirugía estética (con las que trató de quitarse el mentón que le hizo acreedor del mote de 'Popeye') con algún que otro agujero de bala. Incluso le han quedado arrestos para enviar a la cárcel al exministro de Justicia Alberto Santofimio, como autor intelectual del crimen de Luis Carlos Galán. Su asesinato en un mitin, el 18 de agosto de 1989 es el 'caso Kennedy' para los colombianos, que aún no han logrado despejar todas sus incógnitas.

Colombia es el país políticamente más estable de América Latina. Es el único que no ha sufrido un solo golpe de estado en el último medio siglo. Por contra, se ha acostumbrado a la violencia como parte de su ADN social. Ahora, 'Popeye' quiere dejar atrás sus barrotes de seguridad y pretende trabajar con los más jóvenes en programas de prevención contra la violencia. «He sido amigo de todos los muertos de las guerras recientes de Colombia». Su salida del corredor, siempre que no lo maten en las calles («tengo bandidos retirados que están en sus cuarteles de invierno y me van a proteger»), podría ayudar a abrir las rejas invisibles tras las que aún se desangra su país.

Su vida: Jhon (con la h después de la j, no como el John inglés) nació en 1962 en Yarumal (Antioquia). Tras entrar en la Policía le eclipsó el lujo de los capos del cártel de Medellín. Convirtió el matonismo al servicio de Pablo Escobar en su forma de vida. Ni su familia (llegó a matar a su pareja por encargo), ni ningún atentado, por brutal que fuera, le supuso cargo de conciencia. Ahora, al salir de prisión, afirma que «tengo un monstruo dentro de mí, pero lo he hecho pequeñito. Ya no me domina, sino yo a él».

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