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'Dulcinea y don Quijote', por Antonio Winkerhofer
El Quijote más grande del mundo

El Quijote más grande del mundo

El pueblo de La Mancha con el mayor 'lienzo' de Dulcinea quiere ahora pintar un Don Quijote a su lado

PPLL

Martes, 18 de marzo 2014, 12:12

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Dos pueblos de La Mancha abren y cierran El Quijote. El primero, esa mítica morada de cuyo nombre no quiero acordarme, se sitúa en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real). Así lo certificaron diez expertos en Geografía, Historia, Filología, Sociología, Matemáticas y Ciencias de la Información de la Universidad Complutense tras estudiar ¡27 localidades!. Pero sobre este particular, todo hay que decirlo, sigue habiendo dudas y controversia. Lo que nadie discute es en el nombre del último pueblo citado en las maravillosas páginas de la novela de Cervantes. Ese honor le corresponde a Quintanar de la Orden (Toledo), curiosamente cuna de la Dulcinea más grande del mundo. A varias leguas de distancia de Quintanar se puede distinguir el gigantesco retrato de la musa de Alonso Quijano pintado sobre la fachada de un decadente edificio de siete plantas que, cuál bálsamo de Fierabrás, ha revivido de sus heridas con el lienzo. Resulta curioso comprobar que uno de los ejemplos más refrescantes de arte urbano (street art) haya surgido en mitad de un tranquilo pueblo de La Mancha. Pero a la Dulcinea de Quintanar le faltaba su media naranja, la figura de su caballero andante, la otra mitad que da sentido a ese colosal grafiti que es el orgullo de los vecinos. Y se han puesto manos a la obra.

Artistas con pedigrí

Santiago González Villajos, un quintanareño de 27 años, licenciado en Historia del Arte y con un par de másters en Arqueología en Granada y Londres, es el quijote de esta aventura en la que los molinos de viento han sido, a veces las negativas de las instituciones a apoyar su proyecto de mural urbano, otras veces la indiferencia ciudadana. Armado de ilusión y paciencia, espoleado por sus ganas de ensanchar la identidad cultural de Quintanar, y animado por sus amigos, este pasado verano Santiago se embarcó en la idea de la Dulcinea gigante, para lo que contó con los brazos de un montón de entusiastas paisanos y el arte de Milu Correch, una artista argentina de 22 años especializada en grafitis de gran tamaño. Milu se desplazó a Quintanar para levantar una obra vanguardista, convertida hoy en el emblema de este pueblo de doce mil almas. Hasta que el joven Santiago no se empeñó en esta historia, la existencia de referencias cervantinas en el espacio público quintanareño era nula.

Ocho meses después de aquella gesta, parece que el viento sopla a favor de Santiago y los molinos institucionales mueven sus aspas para empujar su nueva idea, que ha bautizado como Pintar el Quijote más grande del mundo (que forma parte del proyecto 'Construir un lugar mejor sin destruir lo que tenemos') junto a su amada Dulcinea. En esta ocasión no hay una artista argentina detrás, sino un chileno, Inti Castro, una estrella del grafiti en el país andino, actualmente radicado en París. Inti, de 32 años, está especializado en murales de gran formato, con obras de hasta 50 metros de altura. Le ayudará otro grafitero con pedigrí, el manchego de Almagro Antonio Laguna, que ha expuesto en galerías de todo el mundo, con exhibiciones en Japón, Tailandia, Rusia, Chile, Argentina, Brasil, Kenia, Senegal, Marruecos, Francia, Holanda, Polonia hasta completar 25 países. Inti y Antonio son, además, viejos amigos y han colaborado con anterioridad. Sus agendas andan sobradas de encargos, pero han decidido apostar por el Quijote de Quintanar.

Todavía no tenemos un boceto, explica Santiago, que sospecha que el Quijote de Quintanar tendrá un aire latinoamericano, algo que celebra porque reforzará la dimensión universal del viejo hidalgo de La Mancha.

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