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Marichalar, mirando un libro sobre Urdangarin. / Elena Vázquez
Marichalar se interesa por los oscuros asuntos de Urdangarin
casa real

Marichalar se interesa por los oscuros asuntos de Urdangarin

El exduque de Lugo es fotografiado echando un vistazo a un libro sobre los tejemanejes del marido de la infanta Cristina

A. R. A.

Lunes, 5 de agosto 2013, 18:43

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Jaime de Marichalar, en otro tiempo 'don', en otro tiempo duque (de Lugo), salió de la vida de la Familia Real hace casi un lustro. Desde entonces, se le ha visto en desfiles de moda, en plazas de toros, paseando por la milla de oro de Madrid... También, de vez en cuanto, se le ha fotografiado con sus hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, pero nunca se le había captado en una imagen que no necesita más acompañamiento, ni comentarios al respecto, dado que cada uno por sí mismo se hace una composición de lugar. Al exmarido de la infanta Elena se le colgó el sambenito de ser el yerno malo, más que nada por comparación. Venía de buena familia, pero resultaba aburrido, soso y, por qué no decirlo, feo. En cambio, el elegido por la infanta Cristina era todo lo contrario. También procedente de buena familia, era guapetón, un deportista reconocido, con don de gentes y dicharachero. El cese temporal de la convivencia entre los duques de Lugo, primero, y el divorcio oficial después terminaron por sepultarlo. Pasó de malo a malísimo.

¿Y qué se le pasará por la cabeza a Jaime de Marichalar al hojear 'Un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos' (de Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta)? Difícil de saber, pero fácil de imaginar. El malo resulta que ahora es el bueno, porque el otro yerno de los Reyes es, presuntamente, el malísimo oficial de las casa reales de todo el mundo. La instantánea de Jaime de Marichalar la captó hace unos días Elena Vázquez (a ella se la atribuyen varias personas en twitter) en El Corte Inglés. Se dice que el ex de doña Elena estuvo pasando páginas unos cinco minutos, pero tampoco le debió interesar demasiado las andanzas, desventuras y demás de su excuñado, dado que volvió a dejar el libro en su sitio. Vamos, que no tuvo la tentación de llevárselo a casa y recrearse, en privado, con los tejemanejes del duque de Palma.

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