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El autor Felix Rodríguez. / Archivo
El idioma del sexo
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El idioma del sexo

Félix Rodríguez, autor de un diccionario sobre el erotismo, sostiene que el mayor caudal léxico sobre esta materia es aportado por los jóvenes

ANTONIO PANIAGUA

Domingo, 15 de abril 2012, 10:06

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Ya hace cuatro años fue pionero en su materia al registrar el léxico que emplean gais y lesbianas. Ahora Félix Rodríguez, catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Alicante, ha publicado el 'Diccionario del sexo y el erotismo' (Alianza Editorial), en el que se adentra en un mundo más explorado por la lexicografía aunque no por ello fácil de abarcar. Con un afán exhaustivo, el lingüista ha hecho un registro de voces tan pormenorizado que su obra consta de más de mil páginas y unas 6.200 voces. El del sexo es un campo semántico que se renueva tan rápidamente que hay que estar atento para recoger las expresiones del argot y sortear los tabúes que entraña la materia. Félix Rodríguez ha buceado en el magma que representa Internet en busca de acepciones desconocidas y ha salido airoso del empeño. De la imaginación de los hablantes para crear nuevos términos sexuales da fe este diccionario, aunque también Rodríguez confirma el acta de defunción de algunas palabras, como el de 'mujer pública' para referirse a la prostituta.

PREGUNTA: Muchas expresiones y locuciones están preñadas de humor. ¿El léxico erótico es propenso a la comicidad?

RESPUESTA: Sí, porque el léxico erótico tiene un gran componente de argot, y la motivación del argot, cuando no es críptica, suele basarse mucho en el humor, por lo que son frecuentes los juegos verbales, basados en la rima y en la búsqueda de imágenes creativas e ingeniosas, como para sorprender a los amigos y demás interlocutores. Una expresión como 'gaviota', empleada para referirse a una prostituta que presta servicios sexuales a marineros, y usada en el pasado para referirse a las que "seguían" a la Flota Norteamericana del Mediterráneo, de puerto en puerto, es una metáfora muy plástica y expresiva. Y no menos cómicas e imaginativas resultan otras más recientes, como 'casquillo' y 'bombilla', empleadas por algunos jóvenes extremeños para aludir a los órganos genitales femenino y masculino, pues de su unión resulta la llama que enciende la pasión amorosa.

P: ¿Internet es un filón del vocabulario erótico?

R: Sí, porque el mayor aporte al vocabulario erótico, como ocurre con el argot en general, proviene de los jóvenes. Y ellos son los que tienen más tiempo de ocio y están más inmersos en la cultura digital, convirtiéndose en usuarios habituales, cuando no adictos, a foros y blogs donde expresan de forma más libre y espontánea sus emociones y sus obsesiones relativas al sexo. Además, la proliferación de anuncios de contactos, tanto de jóvenes y adultos, es estimulada por la condición del anonimato de sus autores, lo que contribuye a un argot sexual más imaginativo al tiempo que se nutre con expresiones picantes y soeces.

P: ¿Hay algún neologismo que haya tenido especial fortuna en estos últimos años?

R: Sí, sí, claro, por ejemplo 'follamigo/a' y su precursor 'amigo/a con derecho a roce' son testimonio de una época reciente en la que se palpan mayores libertades en el campo del sexo. Asimismo, 'toy boy' y '(mujer) pantera', 'puma' (o en expresión inglesa, 'cougar') reflejan la desinhibición creciente sobre todo de la mujer ante el emparejamiento con jóvenes muy por debajo de su edad, un hecho insólito y no muy bien visto en el pasado.

P: ¿Ha abandonado el diccionario de la RAE la pudibundez que se le atribuía hace unos años?

R: Los diccionarios generales, incluido el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), cada vez son más receptivos a los nuevos tiempos y en consecuencia dan entrada a un mayor número de voces que expresan conceptos tabuizados, tipificándolas con las marcas de vulg. ('vulgar'), jerg. ('jergal'), despect. ('despectivo') y malson. ('malsonante'), según los casos. Baste citar como testimonio, por ejemplo, el que entre las designaciones de la homosexualidad femenina, un léxico referido a un grupo social fuertemente estigmatizado, figuran 'bollera' y 'tortillera' como sinónimos de "lesbiana" en el DRAE-2001 mientras que su edición anterior, de 1992, no las recoge. Lo mismo ocurre con voces como 'cunnilingus' y 'felación', incorporadas en la última edición.

Delicadeza y subterfugios

P: ¿Supongo que para "pene", "vagina" y "acto sexual" habrá una infinidad de sinónimos difícil de plasmar para un lexicógrafo?

R: Sí, la verdad es que sorprende el cúmulo creciente de voces y expresiones utilizadas para tales conceptos, explicables porque sus hablantes las utilizan con una doble motivación, aludiendo a ellas con delicadeza y subterfugios verbales en forma de eufemismos, o bien haciendo gala de un lenguaje soez y provocador. Así se explica que mi diccionario recoja más de 250 voces para "pene", más de 200 para "vagina", y más de 150 para "acto sexual". Claro que esto me ha sido posible por tratarse de un diccionario especializado donde he abordado el amplio campo del sexo y el erotismo de manera monográfica y cuasi exhaustiva, mientras que a los diccionarios generales de la lengua, por cuestiones de espacio y de metodología, no les sería permitido.

P: En el diccionario académico 'puto' no tiene la acepción de prostituto, que sí aparece en el suyo. ¿Hay vestigios sexistas en el DRAE?

R: 'Puto' es una variante menos fina que 'prostituto', pero quizá por herencia del pasado, se suele asociar con la homosexualidad, pero no de manera exclusiva, como hace el DRAE. Hoy día las relaciones sexuales, tanto las establecidas de manera legítima o legal, como las de tipo mercenario (prostitución) suelen ser ambivalentes, sin distingos de orientación sexual. Por eso, respondiendo a su pregunta, sí se observan vestigios sexistas en la Academia cuando carga las tintas en una determinada dirección, homosexual o heterosexual. Así, la "promiscuidad" es definida como 'convivencia con personas de distintos sexo' y el "adulterio" como 'ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge'. Ni la orientación ni el lenguaje utilizado son muy acertados, pues se impone una descripción más aséptica y genérica, acorde con los tiempos actuales. Aunque la Academia ha hecho tremendos esfuerzos por 'aggiornarse' y lo va consiguiendo progresivamente en respuesta a voces que claman contra su tradicional sexismo, aún quedan vestigios todavía más evidentes. Así, 'casquivana' en su edición 22 es 'mujer que no tiene formalidad en su trato con el sexo masculino', cuando requiere una referencia genérica, a ambos sexos, aunque en algún caso pueda señalarse a continuación, como hace el 'Diccionario del Español Actual' (DEA) de Manuel Seco, que frecuentemente se aplica a la mujer. Más llamativa es la acepción que da a "callo" todavía en la edición 22, 'mujer muy fea', cuando puede comprobarse que las mujeres también se refieren con ese epíteto a los hombres poco agraciados.

P: ¿El lenguaje erótico también sufre la infiltración de lo políticamente correcto? Por ejemplo, cada vez más se utiliza el término de 'trabajadoras del sexo' para referirse a las prostitutas.

R: A pesar de la mayor libertad en el campo del sexo en la época actual, subsiste en muchas personas un sentimiento de pudor y delicadeza al tratar estas cuestiones, de ahí la proliferación de expresiones políticamente correctas, especialmente las alusivas a conceptos relacionados con la orientación sexual y los derechos de la mujer. De este modo se imponen, sobre todo en documentos escritos y en un contexto formal, términos más asépticos y neutros como 'trabajadoras del sexo', pues 'prostituta' resulta demasiado explícito en sus connotaciones. 'Trabajadoras del sexo' hace alusión al mundo del trabajo, lo que le hace más aceptable para las personas progresistas que abogan por la legalización de la prostitución, y es además más genérico e inclusivo, pues comprende no sólo a las prostitutas, sino a todos cuantos trabajan de algún modo en el oficio y en la industria del sexo, como la madama que regenta un burdel, las actrices porno, las teleoperadoras de líneas eróticas, 'strippers', etc. Y lo mismo ocurre con trabajadores del sexo, que puede abarcar al proxeneta y al chapero, sin olvidar al más ennoblecido 'gigoló'.

Argot homosexual

P: ¿Qué argots son especialmente fecundos en la aportación de vocablos a su diccionario?

R: Llaman la atención la prostitución y el argot homosexual, tanto el gay como el lésbico, pues, en la medida en que se han desenvuelto tradicionalmente en un ambiente marginal y han sido y continúan siendo objeto de tabú por parte de la sociedad biempensante, son muy dados a la creación de nuevas palabras. También, dentro de áreas más convencionales, cabe señalar el argot juvenil, especialmente el desarrollado en torno al tema de las relaciones amorosas.

P: ¿Ha sido superado el 'Diccionario Secreto' de Camilo J. Cela por otros autores?

R: El 'Diccionario Secreto', publicado en 2 tomos en 1968 y en 1971, es una obra que Cela llevó a cabo por su talante iconoclasta y provocador, y en un contexto marcado por la dictadura y con los españoles hambrientos de libertades, de manera destacada en el terreno sexual. El diccionario rompió moldes en el panorama de la lexicografía, y, dado lo oportuno del momento y el renombre del escritor, alcanzó en seguida una enorme difusión. Ahora bien, su formato no resulta del todo manejable por incluir extensas comparaciones con otras lenguas y estar ordenadas sus voces alfabética y conceptualmente al mismo tiempo. Además, muchas de ellas son de uso hispanoamericano y tienen un sabor literario y antiguo, por lo que no resulta del todo práctico para el lector común. Y en cuanto a su autoría, ésta no fue única ya que contó con varios que yo sepa, al menos tres inconfesados colaboradores. En cambio, el diccionario que yo he elaborado, de manera individual, se refiere únicamente al español peninsular de las últimas seis décadas, y con sus 6.200 voces ofrece la más extensa y actualizada recopilación en torno al sexo, el erotismo y la sexualidad en nuestra lengua, tal y como aparecen en los medios de comunicación y en el habla diaria.

P: ¿El inglés influye mucho en el campo semántico de lo erótico?

R: En las últimas décadas, conforme el inglés ha ido cobrando arraigo como segunda lengua en los programas de enseñanza española, y reforzando su papel como lengua franca en las comunicaciones internacionales, se ha dado entrada a muchas expresiones en este campo. Unas veces, por el aura y la mayor elegancia que confieren al lenguaje ('sex-shop', 'petting', y' stripper'); otras, por el manto eufemístico con que se cubren voces alusivas a conceptos tabú ('spanking', 'swinger', 'topless'), al tratarse de una lengua con un vocabulario de morfología más exótica y menos transparente para el hablante común. Y además, en ambos casos suelen ser más breves que sus equivalentes españolas.

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