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Retrato de Napoleón II por Moritz Daffinger. / Archivo
¿Qué le ocurrió a Napoleón II?
la otra historia

¿Qué le ocurrió a Napoleón II?

El hijo del Emperador francés quedó relegado en la historia tras la abdicación de su padre

D. VALERA

Sábado, 3 de marzo 2012, 19:26

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El 22 de junio de 1815 un cansado Napoleón pone fin al Gobierno de los Cien Días. La derrota en Waterloo ha terminado abruptamente con su segunda etapa en el poder. El Emperador de Francia abdica en su hijo en una medida desesperada para salvar su linaje. Sin embargo, Napoleón II es tan solo un niño de apenas cuatro años que jamás llegará a gobernar. Los Borbones vuelven al trono al tiempo que el primogénito del Emperador desaparece de la Historia. Deberán transcurrir más de tres décadas para que otro Bonaparte dirija los designios de Francia. ¿Qué ocurrió para que el hijo del hombre más poderoso de comienzos del siglo XIX no llegará a reinar?

Napoleón es sin duda uno de los personajes fundamentales de la historia. Sus batallas y gestas militares, como Austerlitz, todavía se estudian en las academias castrenses. Su vida personal no es menos interesante, con la figura de su amada esposa Josefina en un lugar muy destacado. Sin embargo, las cuestiones políticas y su obsesión por emparentar su familia con los abolengos linajes dinásticos europeos le llevó a repudiar a su mujer y a casarse con María Luisa de Habsburgo, hija favorita del Emperador austriaco Francisco I. Fruto de ese matrimonio de conveniencia nació en 1811 Napoleón II, quien inmediatamente ostentó el título de rey de Roma, además de heredero del todopoderoso Imperio francés.

Sin embargo, la nefasta campaña militar en Rusia dio al traste con todos los planes y obligó a Napoleón a abdicar en 1814. La emperatriz María Luisa convenció a su marido de la conveniencia de que ella y su hijo no le acompañasen en su destierro en la isla de Elba. Ambos buscaron protección en los dominios de Francisco I. Con tan solo tres años, Napoleón II se separó de su padre, a quien no volvió a ver nunca más.

Pero los acontecimientos dieron un nuevo giro. La leyenda de Napoleón era tan grande como su ambición. En cuanto surgió la oportunidad regresó a Francia donde la admiración de los militares y la nostalgia de la grandeza del Imperio le permitió volver al poder durante cien días. Sin embargo, tras la derrota en Waterloo y la segunda abdicación, los partidarios de Bonaparte proclamaron a su hijo como nuevo Emperador el 7 de julio de 1815 . Esa decisión nunca se llevó a efectos prácticos, ya que el niño no había abandonado Viena. Una semana después, Luis XVIII reinstauraba el poder real.

Príncipe Franz

Napoleón II sufrió en Viena un auténtico lavado de cerebro para alejarlo de su linaje bonapartista y vincularlo a la dinastía Habsburgo de su abuelo y su madre. Fue reeducado bajo una estricta supervisión del canciller Metternich. Se le otorgó otro título, Duque de Reichstad, e incluso se cambió el nombre, ya que era conocido como Príncipe Franz. Tanta presión dio sus frutos y el joven acabó hablando de los franceses como de sus enemigos.

En 1832, con apenas 21 años, Napoleón II falleció de tuberculosis. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de los Capuchinos de Viena. Sin embargo, en 1940, en plena II Guerra Mundial, Adolf Hitler permitió que los restos se trasladaran a su país de origen en un intento de ganarse el apoyo de los franceses tras la ocupación nazi. Desde entonces, Napoleón II descansa junto a su padre en el templo de los Inválidos de París.

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