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Rubalcaba, ovacionado tras su elección. / Reuters | Atlas
El PSOE se queda con Rubalcaba
EL PULSO POR FeRRAZ

El PSOE se queda con Rubalcaba

"No me presento para liderar una travesía en el desierto, sino para recuperar una mayoría social", afirma Chacón

PAULA DE LAS HERAS

Domingo, 5 de febrero 2012, 02:31

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No fue una victoria aplastante, pero tampoco nadie lo esperaba. Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido secretario general del PSOE por 22 votos de diferencia sobre Carme Chacón, bastantes más de los 9 que José Luis Rodríguez Zapatero sacó a José Bono en el año 2000, pero menos de lo que, en los últimos días, había vaticinado su equipo, en un intento de contrarrestar la imagen de euforia que trasladaban en cada uno de sus comentarios los seguidores de la política catalana. Su tarea es ahora reconstruir un partido hecho trizas, despojado de poder institucional, arrinconado por un Partido Popular más fuerte que nunca y tremendamente dividido.

El 38 Congreso Federal deja tras de si importantes heridas. Era ya una evidencia, tras la debacle electoral de las autonómicas de mayo, que ningún secretario general podía presumir de contar con el respaldo unánime de los suyos. Pero la lucha por colocar delegados ha puesto al descubierto fracturas enormes; la más grave, en Andalucía. Si hay un gran perdedor en esta contienda -al margen de la propia Carme Chacón y los socialistas catalanes- es el presidente de la Junta, José Antonio Griñán.

Su cara, al leer los resultados del escrutinio, como presidente del cónclave, no pudo ser más elocuente. Era el rostro de un hombre que echó un órdago a la grande cuando no tenía cartas suficientes. Su apuesta por Chacón, en la recta final de la campaña, llegó a poner realmente nerviosos a los partidarios del exministro del Interior. Hasta el último minuto, insistían en que a ellos les salían las cuentas, pero la mera posibilidad de que el candidato a presidir Andalucía se hubiera lanzado a una piscina sin agua a dos meses de las elecciones resultaba difícil de creer. Y, según confiesan distintas fuentes, por momentos llegó a quebrar su confianza.

La maniobra de Griñán, su secretaria de Organización, Susana Díaz, y los cinco secretarios provinciales que les son afines no fue una mera «operación suicida», como denunciaban sus detractores; pone en jaque a todo el partido. Fue el dirigente andaluz el que quiso que el Congreso Federal se celebrara antes de que él tuviera que someterse a las urnas, el 25 de marzo, y le hicieron caso porque todo el PSOE entendía que había que aprovechar cualquier oportunidad de invertir la tendencia de las encuestas para preservar la Junta, en manos de los socialistas desde hace 30 años. Si el desafío era elevado; ahora son muchos los que lo juzgan directamente imposible.

Lo que hará ahora Rubalcaba con todos los que han batallado en su contra está por ver. En su discurso, justo antes de la votación, el veterano dirigente aseguró que no actuará con inquina. «Yo odio el sectarismo, lo odio -aseguró-; no soy sectario ni con quienes son sectarios». Los suyos no ocultaron su satisfacción por haber ganado a los «aparatos» de Cataluña, Andalucía, Madrid y Castilla-La Mancha. Es decir, a Chacón y José Zaragoza; a Griñán y Susana Díaz; a Tomás Gómez y Maru Menéndez, y a José María Barreda y Máximo Díaz Cano. Sin embargo, durante la campaña él siempre aseguró que si ganaba seguiría el ejemplo de integración de José Luis Rodríguez Zapatero, que no sólo contó en sus ejecutivas y en sus Gobiernos con quienes habían votado en su contra en el 35 Congreso sino que llegó a hacer ministro y tercera autoridad del Estado al mismísimo José Bono. Sin embargo, en este caso no contará con Chacón, porque ella misma le comunicó a primera hora de la noche que no quiere ningún cargo en la dirección del partido ni del grupo parlamentario. Según fuentes del entorno de la exministra, la política catalana pidió no obstante al nuevo líder que haga una ejecutiva de unidad habida cuenta que ha sido elegido con poco más de la mitad de los votos.

Sin prisa

Rubalcaba no pretende ser revolucionario y tampoco tiene prisa. Esa era una de las diferencias entre su discurso y el de Carme Chacón. Él se ofrecía como una opción «solvente» para restaurar los pilares del partido y evitar su derrumbe completo, pero no como una opción de futuro.

Ella había dejado claro que aspiraba a ser candidata a la presidencia del Gobierno, es decir, que se presentaría a las primarias. Hasta el último aliento defendió que no era momento de soluciones «transitorias ni interinas». «Yo no me presento, quiero decíroslo alto y claro, para gestionar una travesía del desierto -gritó nada más arrancar su discurso- ; me presento para lograr cuanto antes una mayoría social. Aunque por un porcentaje mínimo, los 956 delegados con derecho a voto optaron por lo conocido y por lo que les podía ofrecer más seguridad.

En su discurso, Rubalcaba apeló al legado de Pablo Iglesias, de Felipe González y Alfonso Guerra, pero también a su larga experiencia «He servido a mi partido desde muchos sitios, de abajo a arriba y nunca imaginé que pudiera ser secretario general pero si me dais confianza responderé con lo que el PSOE necesita: cambiar el PSOE para que siga siendo el PSOE». Cambiar al PSOE porque , aunque haya sido un puntal de su Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba tiene poco que ver con José Luis Rodríguez Zapatero.

De él salvará asuntos como la defensa de la igualdad y la «oposición útil», pero si algo hicieron hoy los socialistas fue dar carpetazo al 'zapaterismo' como filosofía política. Algo más de ese espíritu tenía Chacón, en torno a la cual se habían situado muchos de quienes alumbraron Nueva Vía como el primer jefe degabinete del ya ex secretario general, José Andrés Torres Mora, el exministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar o la exministra de Sanidad, Leire Pajín.

El exvicepresidente primero es 'vieja guardia', pero también es nexo de unión con las generaciones futuras. Entre sus personas de confianza hay hombres y mujeres de 50, de menos de 40 e incluso de 30 años: Elena Valenciano, Patxi López, Antonio Hernando, Óscar López, Micaela Navarro, María González Veracruz, Pedro Sánchez...

De ellos y de quienes formen parte de la dirección del partido cabe esperar ahora una oposición «útil e inteligente». En su intervención ante el plenario, Rubalcaba se mostró guerrero contra el proyecto del PP que dijo «es un gigantesco fraude» y prometió defender que la sanidad y la educación son «intocables». «Tenemos que decir que hay que cambiar el ritmo del ajuste y que ese modelo de ajuste cueste lo que cueste va a acabar costándonos el Estado social y por ahí no vamos a pasar» . «A mí -bramó- no me van a quebrar».

En su afán de demostrar que cuando habla de ser útil no quiere decir ser débil arremetió con tal dureza contra los cambios en la ley del aborto y educación para la ciudadanía que incluso amenazó con reconsiderar los acuerdos con la Santa Sede.

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