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Decapitada y asfixiada por los golpes policiales
fin a 51 años de terror

Decapitada y asfixiada por los golpes policiales

Policía y Guardia Civil arrestaron, en el último lustro, a 527 presuntos terroristas, capturaron a cinco jefes militares

MELCHOR SÁIZ-PARDO

Viernes, 21 de octubre 2011, 06:53

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ETA echa el cierre en el peor momento operativo de su sangriento medio siglo de vida. Sin dinero, con apenas tres decenas de terroristas en activo, sin apoyo internacional, con el 'frente de presos' fracturado y con todas sus bases operativas desarticuladas, la banda decreta el "cese definitivo" de sus atentados después de que en los últimos cinco años y medio haya recibido los mayores golpes policiales de su historia. Un lustro en el que, además de decenas de activistas, sucumbió todo aquel que osó encabezar la banda.

Las cifras de la que ya se conocen como 'la época Rubalcaba' hablan por sí solas del acoso a la 'bestia terrorista': 527 presuntos etarras detenidos, a pesar de que en 2006, 2007, 2010 y 2011 hubo períodos de tregua, en los que los arrestos disminuyen. y decapitaciones arriba. Desde que en mayo de 2008 se abriera la veda de los jefes de ETA , con la captura en Francia de Francisco Javier López Peña, 'Thierry', han caído otros cinco cabecillas de la banda: Garikoitz Aspiazu 'Txeroki' (noviembre 2008), Aitzol Iriondo, 'Gurbitz' (diciembre de 2008), Jurdan Martitegi (abril de 2009), Ibon Gogeaskoetxea (febrero 2010), y Mikel Karrera, Ata' (mayo 2010)

Fue precisamente 'Ata' quien en marzo de 2010 ordenó el parón en las «acciones armadas» para intentar reorganizar la banda, paréntesis que finalmente ha desembocado en el "cese definitivo" de la violencia. Dicen todos los expertos de Interior que el cese no es fruto de una reflexión interna sino de la sangría de detenciones, sobre todo durante 2009 y 2010, cuando la organización vio caer a un miembro cada tres días y no solo en España, sino también en Francia, Portugal, Reino Unido, Italia, Bélgica... una cadencia "inasumible" para ETA , sobre todo si se tiene en cuenta que los terroristas eran apresados antes incluso de atentar.

Antes del primer anuncio de tregua oficial, el de septiembre de 2010, que a la postre ha llevado al comunicado de hoy, el propio 'Ata', durante su breve mandato al frente de los terroristas, intentó cualquier cosa antes de parar. Sin embargo, sus apuestas durante el 2010 por volver a llevar a ETA a los niveles operativos de dos años antes se contaron por fracasos.

Karrera y su antecesor en el cargo, Ibon Gogeaskoetxea, habían diseñado una Presidencia Española de la Unión Europea, en el primer semestre de 2010, teñida de sangre.

Ahí se produjo la gran inflexión que ha llevado al cese de la acción armada, según Interior. Ese plan, al que la banda había confiado buena parte de su «supervivencia inmediata», se quedó en agua de borrajas cuando entre enero y febrero la Guardia Civil y las fuerzas de seguridad portuguesas desmantelaron la nueva gran base que ETA iba a instalar en el país vecino.

Hasta la caída de Portugal, Gogeaskoetxea y Karrera -recuerdan los servicios de Información- no se habían dedicado, ni mucho menos, a preparar a la banda para una tregua. Más bien todo lo contrario. De ellos también partió la idea de activar a principios de año tres nuevos 'taldes' operativos en el País Vasco para atentar de inmediato. Aquella apuesta también fracasó cuando la Guardia Civil atrapó, en febrero del año pasado, al etarra Ibai Beobide en plena tarea de captación de activistas para esos comandos.

Intento desesperado

El último intento de los dos jefes detenidos para evitar que ETA tuviera que ordenar un parón forzado fue el de poner en marcha otra base operativa en Cataluña para atentar durante el verano de 2010 en la costa mediterránea. Esta «apuesta de última hora» también fue frustrada con el arresto en Portbou, en febrero de ese año, de Faustino Marcos, el etarra que debía alquilar la casa en Barcelona desde la que atacar. Su captura fue otro momento clave que ilustraba la decadencia de ETA : por primera vez en los últimos años la banda iba a faltar a la cita con la siempre rentable en términos mediáticos campaña de atentados estivales en zonas turísticas.

Según los mandos de la lucha antiterrorista, hay otro aspecto importante para entender por qué ETA declaró el parón la pasada primavera y por qué ahora dice que lo deja: la banda, por primera vez en su dilatada historia, no tiene una jefatura clara. Junto a Karrera Sarobe cayó el que debía haber sido su «sustituto automático» en la jefatura del aparato militar, Arkaitz Agirregabiria, lo que provocó una situación inédita en una organización que siempre había tenido previstos los recambios a los golpes policiales importantes.

Sin jefes, sin activistas y con el frente carcelario hecho trizas por una política penitenciaria que ha logrado elevar las cuotas de la disidencia a números desconocidos. Los cálculos de Interior señalan que cerca de 180 presos, de una forma u otra, han roto con la organización e, incluso, unos 25 han firmado los cuatro puntos que Interior exige a los arrepentidos: condena de la violencia, perdón a las víctimas, asumir la responsabilidad civil de sus atentados y colaboración con la justicia.

Y todo esto sin un euro. ETA está en bancarrota y éste es otro de los factores clave, explican los servicios antiterroristas, para entender el cese de actividad. Sin capacidad logística ni técnica desde hace una década para sostener un largo secuestro, la única vía de financiación, el llamado impuesto revolucionario, ya vivía horas muy bajas antes de que la banda anunciara en abril pasado que "cancelaba" el cobro de la extorsión. Desde 2009, empresarios vascos y navarros que cedían al chantaje, sabedores de que ETA tenía cada vez más difícil cumplir sus amenazas, habían dejado de pagar. Los terroristas, a su vez, aunque mandaban las cartas, tenían casi imposible cobrar después el dinero que exigían.

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