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Del diálogo roto por el atentado de la T-4 a la renuncia a la lucha armada

ETA ha emitido el comunicado que le reclamaban las fuerzas políticas cinco años después de las truncadas negociaciones con el Gobierno de Zapatero

REDACCIÓN

Jueves, 20 de octubre 2011, 21:31

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El pasado lunes, el Palacio de Aiete de San Sebastián acogió la denominada conferencia internacional de paz, organizada por Lokarri con el fin de abordar el proceso para poner fin al terrorismo. Jonathan Powell, Gerry Adams, Bertie Ahern, Kofi Annan, Gro Harlem Brundtland y Pierre Joxe intervinieron en dicha conferencia en calidad de 'mediadores'.

El Gobierno y el PSOE se negaron a acudir al acto, pero sí lo hizo una representación de los socialistas vascos, encabezada por su presidente, Jesús Eguiguren. También asistieron el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, y los dirigentes de Bildu, Pello Urizar y Óscar Matute, entre otros. PP y UPyD ni siquieran contemplaron la posibilidad de acudir a la reunión, al considerar que se trataba de un "acto de campaña" con el que se pretendía dar razones a "los motivos o pretensiones políticas" de ETA.

La conferencia concluyó con la lectura de un documento en el que, entre otras recomendaciones, se pedía a ETA el "cese definitivo" de la violencia armada e instaba a los Gobiernos de España y Francia a que aceptasen discutir con la banda sobre las "consecuencias del conflicto". Otro de los puntos de los que se habló fue el reconocimiento de "todas" las víctimas del conflicto vasco, no sólo a las de la banda terrorista.

La izquierda abertzale veía así satisfechas buena parte de sus tradicionales demandas. Un sector que consiguió uno de sus mayores triunfos políticos cuando el Tribunal Constitucional, al filo de las 24.00 horas del pasado 5 de mayo, daba vía libre a Bildu para concurrir a las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo. Bildu era el resultado de la alianza de Eusko Alkartasuna, Alternatiba e independientes. La corte consideró que existían pruebas de que Bildu fuese una marca amparada por ETA, como denunciaban desde diversos sectores y partidos como el PP. Previamente el Tribunal Supremo había cortado el paso a Sortu. Era la formación que la izquierda abertzale había presentado a comienzos de febrero en Bilbao.

El alto el fuego de enero

Los movimientos políticos se sucedían después de que ETA declarase, el 10 de enero de este año, un "alto el fuego permanente, general y verificable". El comunicado, en el que no se hablaba de forma explícita de un abandono definitivo de las armas, sí indicaba "el compromiso de ETA con un proceso de solución definitivo y con el final de la confrontación armada". Previamente, el 5 de septiembre de 2010, ETA emitió otro comunicado en el que anunciaba un cese de las "acciones armadas ofensivas". Dos días antes, Batasuna y EA habían hecho público un documento en el que fijaban las condiciones para abordar un proceso de final de la violencia, entre las que se incluia un alto el fuego de ETA permanente y con "verificación internacional".

Habían pasado casi cuatro años desde el atentado contra la T-4 de Barajas, en el que dos personas de nacionalidad ecuatoriana -Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate- resultaron asesinadas. La tregua de ETA saltaba por los aires y con ella el proceso de diálogo abierto con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Figuras clave del proceso

El alto el fuego había sido declarado por ETA en un comunicado difundido el 22 de marzo de 2006. En él manifestaba su "compromiso de seguir dando pasos" hacia la paz y reclamaba a los Gobiernos de España y Francia a que reconociesen los resultados del proceso "sin ningún tipo de limitaciones". El Gobierno venía manteniendo contactos en un proceso en el que desempeñaba un papel capital la figura del presidente del PSE, Jesús Eguiguren. Esa misma mañana del 30 de diciembre, Eguiguren iba a mantener un encuentro con el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, su interlocutor y otra de las figuras clave del proceso. Ambos habían movido las piezas que creían necesarias para llegar a un final de la violencia armada. El atentado parecía representar el final de la esperanza, al menos a ojos de Eguiguren. Otegi trató de mantener viva la llama. Pero el presidente del Gobierno fue terminante. El diálogo se había terminado.

Apenas unas semanas antes, representantes del Gobierno y de ETA se habían reunido en un hotel de Oslo bajo los auspicios del Centro de Diálogo Henri Dunant, organización especializada en la resolución de conflictos y que tenía su sede en Ginebra. Era la tercera tanda de reuniones que convocaban. Las primeras tuvieron lugar en junio y septiembre de 2006. En la reunión estaba Eguiguren y el por entonces jefe del aparato político de ETA, Javier López Peña, alias 'Thierry'. Faltaba Josu Ternera, un veterano dirigente etarra que fue detenido en Bayona en enero de 1989 que tras salir de la cárcel llegó a ocupar un escaño en el Parlamento Vasco por Euskal Herritarrok. El Gobierno estaba convencido de que la apuesta de Josu Ternera por la paz era firme, por lo que su ausencia era un negro augurio. Tampoco acudió al último encuentro, celebrado en mayo de 2007 en estricto secreto. Negado primero por el Gobierno, Zapatero acabó reconociendo dicho encuentro meses después. Sería el último. El diálogo se había roto. ETA volvería a atentar y el Gobierno se mantuvo firme en sus tesis. Sólo habría una oportunidad para la paz cuando ETA renunciase a las armas. Hoy, la banda ha anunciado el cese definitivo de su actividad armada, lo que reclamaba el Ejecutivo y desde hace unos días, también la izquierda abertale.

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