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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
fin a 51 años de terror

Dejan de matar pero mantienen las capuchas

Tres días después de la llamada conferencia de paz, ETA expresaba su "compromiso claro, firme y definitivo" de "superar la confrontación armada"

ANTONIO PAPELL

Jueves, 20 de octubre 2011, 22:06

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Tres días después de la llamada conferencia de paz la pista de aterrizaje que la izquierda abertzale había dispuesto para que la banda terrorista depositara su desenlace, un comunicado etarra publicado en las ediciones digitales de Gara y Berria anunciaba el cese definitivo de la violencia. En el comunicado, ETA ha expresado su "compromiso claro, firme y definitivo" de "superar la confrontación armada". Igualmente, la banda terrorista emplaza a los Gobiernos español y francés a abrir un "diálogo directo" para solucionar "las consecuencias del conflicto". Simultáneamente el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, hacía una declaración que vinculaba la conferencia de paz una iniciativa de gran trascendencia política dice el comunicado, como si no tuviéramos capacidad de discernimiento a la declaración etarra.

Después de más de 50 años de atrocidades, en que la sociedad vasca en particular y la española en general han vivido subyugadas por el terror del terrorismo separatista vasco, la noticia del final de esta tragedia resulta emocionante. España se ha liberado al fin de una especie de bíblica maldición que enturbió el gozo de la conquista de la democracia que tan trabajosamente realizamos entre todos, con la enemiga de los violentos que formaron pinza con los rescoldos del franquismo que aún querían impedir aquella resurrección. Estamos, pues, ante un acontecimiento histórico, que sin embargo no debe desatinar a este país ni hacernos perder a los demócratas la perspectiva necesaria para ubicar este momento.

Aunque lo sucedido era previsible y estaba anunciado, es difícil abarcar en un instante la trascendencia de lo acontecido, cuyo contexto es revelador y necesita ser desgranado. En el comunicado, tres encapuchados han anunciado el cese definitivo de la violencia pero no la desaparición de la banda; quiere decirse que estos siniestros personajes, un compendio de detestables anacronismos, seguirán emboscados bajo la superficie de la sociedad y de la política. No abandonan sus capuchas ni siquiera simbólicamente, ni se desprenden de sus arsenales, por lo que la única garantía de que no seguirán matando es su propia palabra, bien poco valiosa por cierto. Así las cosas, habrá que preguntarse si esto es realmente el final de una lucha del Estado contra ETA en la que aquél consiguió poner a los delincuentes contra las cuerdas hasta forzarles a su anulación, ya que no todavía a su rendición.

En segundo lugar, los encapuchados reclaman diálogo para resolver las consecuencias del conflicto. Se preocupan, lógicamente, por sus propios activistas pero no hay en esta despedida ni una sola palabra para las víctimas. Es irónico que los terroristas tengan un recuerdo para sus conmilitones que han perecido en las acciones armadas la crudeza de la lucha se ha llevado a muchos compañeros y compañeras para siempre, dice el comunicado pero no tengan la menor consideración con quienes han padecido con inmenso dolor sus excesos de toda índole.

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