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las treguas de eta

Una historia criminal con más de 50 años de asesinatos

Desde que causara su primera víctima en 1960 hasta hoy, la banda ha segado la vida a 829 personas

ANDER AZPIROZ

Jueves, 20 de octubre 2011, 21:57

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Los más de 50 años de existencia de la banda terrorista ETA han dejado tras de sí 829 víctimas mortales y miles de heridos. Cualquier método le ha valido a la hora llevar a cabo sus acciones para forzar al Estado a reconocer la independencia del País Vasco.

La dramática historia de sangre y muerte de la organización comienza en 1960. La primera víctima es Begoña Urroz Ibarrola, una niña de tan solo 22 meses de edad. Una bomba colocada en una taquilla de la estación de San Sebastián acabó con su vida. ETA jamás ha reivindicado esta acción y ni si quiera la Policía franquista se lo atribuyó en un principio, aunque documentación incautada en 1992 durante la detención de la cúpula en Bidart reconoce el atentado como propio de la banda.

ETA, que por aquellos años estaba en proceso de formación y trabajaba para hilvanar una ideología independentista y marxista sobre la que sustentar su lucha armada, no volvería a matar hasta 1968. El 7 de junio de aquel año, Txabi Etxebarrieta disparaba a quemarropa al guardia civil José Pardines cuando este se disponía a identificar su vehículo. Horas después el propio Etxebarrieta caía muerto bajo el fuego de las Fuerzas de Seguridad.

Ese mismo año ETA volvía a actuar, esta vez en una acción premeditada denominada operación Sagarra (manzana en euskera). El objetivo fue Melitón Manzanas, policía de la Brigada Político-Social en Guipúzcoa y conocido por sus métodos represivos. Manzanas fallecía a la puerta de su casa de Irún el 2 de agosto tras recibir siete balazos de manos de tres terroristas. En los años posteriores ETA desarrollaría su estructura. Así, pasó de ser una agrupación con apenas unos fusiles y pistolas anticuadas a una estructura organizada con armamento moderno y amplio conocimiento de explosivos. Este desarrollo le permitió iniciar una escalada de violencia que comenzaría a padecerse a partir de 1973. Este año contabilizó seis asesinatos, frene al único del anterior. Entre las víctimas figura Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno y a la sazón sucesor pórximo de un Francisco Franco ya muy deteriorado de salud. El 20 de diciembre 100 kilogramos de goma-2 colocados bajo la calzada a través de un túnel explotaban al paso del vehículo oficial de Carrero Blanco, que siempre seguía la misma ruta y contaba con escasas medidas de seguridad. La explosión fue de tal magnitud que el coche del presidente del Gobierno voló hasta caer en una azotea. Este atentado dio alas a una banda terrorista que en los próximos años se lanzaría a una escalada de violencia que dejó centenares de muertos.

La Transición

Los dos últimos años de franquismo, 1974 y 1975, dejarían ya 34 muertos. El 13 de septiembre de 1974, un artefacto explotaba en la madrileña cafetería Rolando con el siniestro balnace de doce personas muertas de las cuales once eran civilesy 80 heridos. Era el primer atentado masivo e indiscriminado de la banda terrorista. La magnitud de la matanza tuvo sus repercusiones incluso dentro de la propia ETA, que vivió una fuerte disensión interna entre los partidarios de limitar la violencia y los que abogaban por llevarla hasta las últimas consecuencias. Fueron estos últimos los que ganaron el pulso interno. Así, los momentos más duros de una ETA ya desprovista de cualquier tipo de humanidad vendrían durante la Transición y la década de los 80.

En 1976 es asesinado junto a cuatro policías el presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María de Araluce. Un año después, fallecería tiroteado otro presidente de Diputación, esta vez el de Vizcaya, Augusto Guillermo Unceta. El balance de víctimas se multiplica a partir de 1978, un año en el que los terroristas siegan 65 vidas. Son los peores años del terrorismo etarra. En 1979 mueren por su causa 86 personas. Un año después la cifra sigue aumentando hasta los 93.

La consolidación de la democracia y el abandono de la lucha por parte de los poli-milis permite rebajar la capacidad de acción etarra. Para contrarrestarla la banda recurre durante la década de los 80 a atentados indiscriminados por medio de la colocación de bombas. En esta lista negra se contabilizan los cometidos en la Plaza de la República Dominicana de Madrid al paso de un autobús de la Guardia Civil (12 muertos), contra el Hipercor de Barcelona (21 muertos) o los ataques a las casas cuartel de Zaragoza y Vic (11 y 10 muertos respectivamente, una gran mayoría de ellos niños hijos de los agentes).

A principios de los 80 y comienzo de los 90 la presión policial y una renovada colaboración francesa fueron minando la capacidad de la banda. Aun así nunca renunció a matar, como hiciera con Miguel Ángel Blanco, secuestrado y asesinado 48 horas después a sangre fría el 13 de julio de 1997.

Desde finales de los 90 y comienzo de la década del 2000, las acciones de ETA han ido disminuyendo en intensidad dada su debilidad estructural debida a los continuos golpes policiales a los que ha sido sometida. Su renovada estrategia ha sido a partir de entonces la de atacar a los cargos electos, convirtiendo en objetivos a todos los concejales socialistas y populares de los ayuntamientos vascos.

El último atentado mortal de ETA se produjo el 16 de marzo de este año con el asesinato del gendarme francés Jean-Serge Nérin.

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