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F. B. G.
Miércoles, 22 de marzo 2017, 08:32
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Las quejas se vienen oyendo desde hace mucho tiempo. Y no solo por la comarca de Tierras de Granadilla, sino también por otras de alrededor. Si desde tiempo inmemorial, ciertos hambrientos de tierra ampliaron los cerramientos de sus fincas comiéndole buenos trozos a cañadas, cordeles, coladas, sestiles, pozos y abrevaderos de dominio público, ese hambre continúa en nuestros días. Por ello, raro es el término municipal en el que no hay cortado algún camino público. Incluso hay paisanos que tienen la osadía de colocar cancelas con candados en mitad del camino y el consabido y atrevido cartel de 'Finca particular. Prohibido el paso'.
Viejos caminos reales (como el que se muestra en la foto), de una anchura bastante mayor que la de un antiguo carro de mieses, que intercomunicaban villas y lugares, han sido rapiñados casi en su totalidad, llegando a plantar sobre ellos distintos tipos de árboles. Muchos de ellos se encuentran incluidos en rutas de senderismo, pero cuando los senderistas se calzan sus botas y se disponen a hollarlos se encuentran con que están cortados o prácticamente han desaparecido.
No es extraño oír justificaciones absurdas de quienes cometen tales desafueros, tales como que por la calleja cortada ya no pasa nadie o que se estaba llenando de monte tal camino. Y aplicando tal regla de tres, convierten lo público en privado, contando con el tácito consentimiento de la autoridad competente, que alega desconocimiento o mira para otro lado.
Excepciones
No obstante, hay excepciones, como la de los lugareños que puede que hayan desviado algún que otro camino para el mejor aprovechamiento de su finca, pero introduciendo ostensibles mejoras en los mismos y sin menoscabar su carácter público.
A la Administración le corresponde velar porque se cumpla la ley y poner las medidas y realizar las mejoras pertinentes para el buen tránsito no solo por las vías pecuarias o cabañeras, sino por otros caminos menores que siempre fueron públicos.
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