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Cobami en pleno descenso, a ciegas, del puerto de Miravete. :: MAM
Alfred Cobami conduce cinco kilómetros a ciegas por la N-V

Alfred Cobami conduce cinco kilómetros a ciegas por la N-V

La transmisión telepática del conocido mentalista Anthony Blake guía al mago moralo en su recorrido

MIGUEL ÁNGEL MARCOS

Domingo, 3 de enero 2016, 00:25

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Este informador fue ayer testigo privilegiado, como copiloto, de la hazaña que consiguió el mago moralo Alfred Cobami al conducir durante cinco kilómetros a ciegas por la carretera Nacional V, entre el puerto de Miravete y la entrada a Casas de Miravete.

Sentado a unos centímetros del mago, y acompañados por un cámara de televisión, no hemos visto ningún truco ni montaje y eso que, por curiosidad periodística, hemos buscado. Su única 'luz' fue la transmisión telepática del conocido mentalista Anthony Blake, que circulaba por delante en otro turismo.

La expectación era máxima a media mañana en Casas de Miravete, que vio alterada su habitual tranquilidad ante la presencia de numerosos periodistas y vecinos de pueblos del entorno atraídos por el nuevo desafío de Cobami, esta vez apoyado por Anthony Blake. Conducir cinco kilómetros sin ver.

Pasadas las doce, tras unos minuciosos preparativos, Blake procedía a tapar los ojos de Cobami ante fotógrafos y televisiones. Primero con algodón, después con vendas y finalmente con una bolsa para garantizar que no viera nada.

Vendado y encapuchado -y sin posibilidad de manipular el vendaje- fue trasladado al kilómetro 214 de la N-V. Allí se subió al vehículo elegido, un descapotable, para que las personas situadas a ambos lados de la carretera y los motoristas que le escoltaban pudieran seguir su conducción. Junto a él nos subimos un cámara y el periodista que escribe esta información, que procuramos mantener todo el silencio posible para no romper la concentración.

Momentos delicados

Ahí empezó el desafío propiamente dicho, con algunos momentos delicados al acercarse demasiado a los quitamiedos o al arcén. También por el estado del propio mago. «La cabeza me va a estallar», decía, en uno de sus escasos comentarios, por lo incómodo que debe ser permanecer tantos minutos encapuchado.

Por delante le guiaba Blake, primero hasta el cruce de Casas y después, por una estrechísima carretera, hasta el casco urbano, donde llegaron entre aplausos. De inmediato le quitó los vendajes, abrazándose emocionados y alzando los brazos tras superar un reto que aseguran es inédito en España.

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