Juan Andrés Murillo Sánchez, hijo de Andrés 'El Pavo', es a sus 103 años el vecino más longevo de Campanario y sigue teniendo la cabeza bien amueblada. Sus dos hijos, cuatro nietos y tres bisnietos viven fuera, repartidos entre Ciudad Real y Gerona. Y dado que su deseo es morir en su pueblo, ha decidido disfrutar del día a día en su casa del barrio de la Ermita con Kelly, una joven que se encarga de su cuidado. Pero, además de Kelly y sus dos sobrinos que viven en Campanario, su otra familia es la de su gran amigo y vecino Ángel Blanco.
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A simple vista se le ve un hombre tranquilo y reservado, aunque los episodios tan duros que ha tenido que vivir en estos 103 años le hacen emocionarse con facilidad.
Y es que si algo destaca en Juan Andrés es que es un hombre que sigue fiel a sus principios. «La vida pasa, pero los ideales se mantienen», acierta a decir al tiempo que sostiene una rosa en su mano y aprieta el puño con la otra.
Su amigo Ángel lo corrobora. «Juan Andrés siempre ha sido un militante acérrimo del PSOE». De hecho, ingresó en las Juventudes Socialistas en el año 1929. Un partido, como afirma orgulloso, «al que pertenezco y perteneceré mientras viva».
Sin duda, la Guerra Civil le marcó de por vida. Tras hacer la mili con 21 años en Huesca, enseñó instrucción a las Juventudes de Campanario y cuando estalló el movimiento ingresó voluntario en las fuerzas de la República, prestando servicios donde hacía falta y ascendiendo hasta el rango de capitán. En combate fue herido en una pierna y la explosión de una granada le provocó la pérdida de la vista del ojo derecho.
Morir de espaldas o de cara
Aunque el momento más crudo y doloroso lo vivió cuando fue apresado por el bando contrario y el 25 de julio de 1938 tuvo a cuatro soldados delante dispuestos a fusilarle. «Me pusieron contra una peña y me dijeron si quería morir de espaldas o de cara. Yo les dije que quería ver a mis ejecutores, pero también les dije que la propaganda suya decía que al que no tuviese las manos manchadas nada le ocurriría. Al final, el teniente dijo: ¡dejadle, es español!», recuerda con voz entrecortada mientras se seca las lágrimas con su pañuelo.
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Salvó la vida, pero el calvario para Juan Andrés continuó varios años más. Primero le condenaron a pena de muerte y luego se la conmutaron por 30 años de prisión, aunque el 9 de septiembre de 1943 obtuvo la libertad condicional. Entonces fijó su residencia en la aldea de San Benito, en Ciudad Real, donde le acogió un compañero «al que tendré siempre presente mientras viva». Empezó a ganarse la vida de peón con los albañiles, trabajando de sol a sol y ganando 7 pesetas y ya en el año 1947 mejoró su situación pues se colocó de pastor en una empresa. Una profesión que conocía bien, pues a los 7 años ya se iba con su padre a cuidar las ovejas. Eso sí, con el catón en la zamarra, para repasarlo en sus horas muertas, ya que aunque no estudió, siempre le gustó leer, escribir, echar números y aprender.
Quizás, gracias a ese contacto con el campo y los alimentos naturales, achaque Juan Andrés su buena salud y su longevidad, ya que en su familia no hay nadie que haya vivido tantos años. «A veces comía bellotas con pan o un poco de leche de oveja. Siempre me han gustado las cosas naturales».
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Tras jubilarse, Juan Andrés regresó a su Campanario natal, al que siempre tuvo en el pensamiento, igual que a su Virgen de Piedraescrita. En la parte trasera de su casa hizo un huerto y allí echaba el rato pues, como admite, «no soy hombre de ir a los bares o a las 'picotas' del pueblo, donde sólo se dicen tonterías». Una afición, la del huerto, que alternaba con las manualidades con juncia o disfrutando con su equipo de fútbol favorito, el Real Madrid. Ahora no sabría precisar cuántas Copas de Europa tiene el equipo madridista, pero si barrunta, por lo que ve en el telediario, que su equipo está a las puertas de algún éxito deportivo.
Ya suele salir poco, aunque todos los días recibe la visita de su amigo Ángel, que le define como un «luchador nato y un amigo fiel de los que nunca fallan». Ambos comparten su pasión por el PSOE y, de hecho, hasta que las fuerzas han acompañado a Juan Andrés, siempre han ido a los mítines y asambleas del partido juntos.
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