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El cuadro ya está expuesto en el Salón Noble del Ayuntamiento de Plasencia : Andy Solé
Sorolla llega para quedarse

Sorolla llega para quedarse

La pintora Puerto Encinas ha sido la encargada de realizar la copia de la obra

LUCÍA SEMEDO

PLASENCIA.

Domingo, 6 de agosto 2017, 09:00

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La capital del Jerte lleva unos meses intensos de homenaje al artista valenciano Joaquín Sorolla. Este 2017 se cumple el centenario de la visita del pintor a la ciudad, una estancia que le permitió crear una de las obras de costumbrismo español mejor valoradas, El Mercado.

La imagen muestra una escena muy conocida para muchos placentinos: comerciantes ataviados con el traje típico de Montehermoso en su visita a Plasencia, un gesto que el autor quiso inmortalizar.

Este cuadro actualmente se expone en Nueva York, por ello, el Consistorio ha querido aprovechar el homenaje para que nadie olvide que un pedazo de esta ciudad extremeña se exhibe en una de las capitales del mundo.

La forma de hacerlo ha sido concisa: crear una réplica de esta obra. Este proyecto fue encargado a la pintora placentina Puerto Encinas y a los alumnos de sus clases, que aceptaron con emoción esta propuesta.

«Enseguida vi que sería un proyecto muy difícil» explicó Encinas a este diario «porque es muy complicado coordinar a todos los alumnos, hacer las mediciones exactas sin fallar en ningún cálculo». Es por esto que fue la propia Encinas la que se hizo cargo en solitario de la copia de la obra, un trabajo al que ha dedicado «mañana, tarde y noche».

En contra de lo que se suele pensar sobre la pintura, una disciplina que se tiene por libre y desatada, la réplica de un cuadro conlleva una gran cantidad de cálculos que deben ser exactos al milímetro.

«Si te equivocas, aunque solo sea en los decimales, te encuentras con grandes espacios mal ajustados» ha explicado Puerto Encinas.

La pintora ha confesado que uno de los retos más grandes al enfrentarse a este encargo ha sido el color y la experiencia del autor.

«Es muy difícil para un pintor intentar copiar a otro, porque todos tenemos nuestra personalidad y nuestro espíritu en nuestras pinceladas» ha explicado. «Cuando Sorolla llegó a Plasencia ya estaba acostumbrado al costumbrismo y tenía un trazo experto». A esto se suma la amplia variedad de colores y las mezclas que el artista realizaba.

«Por ejemplo, Sorolla no usaba un blanco puro porque lo consideraba un color frío. A sus blancos siempre les añadía otros tonos, como ocres, para hacerlos más cálidos». Encinas ha explicado que antes de ponerse a pintar necesitó realizar una profunda investigación. La pintora se ha mostrado tajante con respecto a la necesidad de estos estudios previos: «Si no estudias al autor no vas a ser capaz de reproducir su obra».

María, la nieta de la autora, forma parte del conjunto:: ANDY SOLÉ
María, la nieta de la autora, forma parte del conjunto:: ANDY SOLÉ

Por ejemplo «para conseguir el color de las caras curtidas por el sol, Sorolla empleaba bermellón, ocres y blancos» y alteraba la cantidad de cada uno de los pigmentos para lograr rostros más o menos morenos. Su mezcla de colores era muy variada y muy concreta.

Encinas se ha mostrado «humildemente satisfecha» con el resultado del cuadro y con la investigación sobre el color, para la que ha necesitado crear sus propios pigmentos. La bisnieta del autor, la también pintora Flavia Lorente Sorolla, visitó Plasencia con motivo del Martes Mayor, y la felicitó por la gran similitud que ha logrado con los tonos que empleaba su abuelo.

Pero hay dos particularidades muy concretas que dotan de personalidad al cuadro que ya está expuesto en el Salón Noble. La primera es la presencia de un personaje con un nuevo rostro.

«Decidí cambiar la cara de la niña del cuadro por la de mi nieta» explicó la pintora «La niña original parecía retraída, con miedo. Con lo que ha avanzado la mujer desde entonces hasta ahora y teniendo en cuenta lo mucho que se parecía mi nieta María a ella, decidí ponerle su cara y cambiar su mirada, que ahora es directa y curiosa y mira al espectador».

Además, Puerto Encinas decidió «encender por fin» el cigarro de uno de los personajes del cuadro, que «había estado apagado durante todo este tiempo, ya era hora» ha bromeado la pintora.

Eso sí, el cuadro sigue siendo libre de humos, «para no enturbiar la imagen».

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