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Los bordes de las tumbas se han degradado y parte del material se ha caído a ellas. :: andy solé
El abandono vuelve a castigar al único cementerio judío documentado de la región

El abandono vuelve a castigar al único cementerio judío documentado de la región

Casi una década después de que se iniciara el adecentamiento del espacio, la necrópolis del Berrocal se encuentra en un estado lamentable

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Lunes, 30 de octubre 2017, 07:32

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La Junta tardó diez años en cumplir su promesa de expropiar los terrenos y recuperar el 'osario del Berrocal'. Entonces, en 2008, dio el primer empujón al proyecto de crear un parque arqueológico visitable con la localización, excavación y limpieza de algunas tumbas. Porque hay muchas más localizadas, talladas en canchos u ocultas bajo la tierra.

Los trabajos de recuperación y puesta en valor realizados por la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura se centraron en los enterramientos ubicados en torno al antiguo camino de subida al Berrocal. Hicieron el yacimiento accesible y marcaron un sendero. El cementerio judío empezó a tomar formar.

El proyecto se debía completar con la habilitación de un centro de interpretación de la cultura sefardí. Para dar contenido así a la única necrópolis judía con restos de tumbas documentada de Extremadura. Lo anunció entonces la consejera de Cultura y Patrimonio, Leonor Flores, en una visita a la ciudad.

Las tumbas están llenas de rocas y basuras que dificultan distinguirlas en el yacimiento

La realidad hoy es que casi una década después de la recuperación, el abandono vuelve a castigar al cementerio judío de Plasencia. Hace más de un año el concejal del PSOE, Iván Sánchez, denunció el estado «lamentable» de abandono en el que se encuentra y criticó que en los últimos cinco años no se hubieran realizado en él labores de mantenimiento. Dijo que las tumbas antropomórficas están en muy mal estado, la maleza «campa a sus anchas», el vallado se ha caído y los carteles informativos que se pusieron cuando la zona fue acondicionada por la Junta están rotos y quemados.

Una realidad que no ha cambiado un año después. El cartel identificativo ha sido arrancado del soporte techado, los otros que quedan están destrozados, varios de los postes de madera que bordean el yacimiento están arrancados, faltan tramos de cable de acero, los bordes de las tumbas se han degradado y el material ha caído dentro de ellas y, además de sedimentos, están llenas de basura, de botellas y vasos de plástico fundamentalmente. Lo cierto es que hoy resulta complicado distinguir las tumbas de agujeros cavados sin más en el suelo.

Porque más allá de alguna limpieza puntual y una vigilancia esporádica, son gamberros y vándalos, ciudadanos incívicos en cualquier caso, los que pasean por el cementerio y campan a sus anchas por el espacio histórico destrozando lo que encuentran a su paso.

A pesar de que la Junta nunca terminó el proyecto de recuperación y puesta en valor, sí adecentó e hizo visitable la necrópolis, para que oriundos y foráneos pudieran disfrutar de unos restos arqueológicos que son casi el único ejemplo que queda del pasado judío de la ciudad.

Los terrenos en los que se encuentra el cementerio judío, situados en los altos de la barriada Río Jerte, tienen la consideración de zona verde en el nuevo Plan General Municipal (PGM), en el cual se contempla la posibilidad de que el Ayuntamiento permute el suelo con los propietarios a cambio de parcelas en otros lugares de la ciudad. La catalogación como zona verde busca conservar este vestigio del pasado judío de Plasencia. Aunque la no actuación en el mismo dificulta con creces el objetivo. No solo porque es objetivo de vándalos, sino porque el paso del tiempo va deteriorándolo.

Por eso, después de la recuperación de hace una década, no ha habido ninguna actuación decidida para poner en valor la necrópolis. El Ayuntamiento, de hecho, ha congelado el proyecto de creación de un centro de la cultura judía. En la anterior legislatura se llegó a presupuestar durante varias anualidades una partida de 50.000 euros para hacer realidad un centro de interpretación. Era una iniciativa del entonces concejal de Turismo, David Moreno, que iba a ubicarse en una de las casas que el Consistorio compró a principios de este siglo en la calle Esparrillas, levantadas sobre la muralla de la ronda del mismo nombre. Están justo detrás de la fachada posterior del palacio del Marqués de Mirabel.

La idea, como se contó entonces, era adecentar la vivienda y convertirla en un centro de interpretación del pasado hebreo. A través de paneles se daría a conocer la historia de la comunidad judía y sus diferentes asentamientos. El centro se completaría con una terraza con vistas precisamente al cementerio judío, el único vestigio real que queda de ese pasado. A día de hoy no existe la previsión de que los presupuestos municipales vayan a volver a incluir una partida para acometer esa infraestructura turística y de su mano potenciar las visitas al 'osario del Berrocal'.

Un espacio que hasta los últimos años 70 del pasado siglo se conservó en gran parte íntegro, ya que apenas si hubo edificaciones en la amplia superficie que ocupaba.

Comprendía los berrocales y terrenos ubicados entre los actuales Arcos de San Antón, ronda de Sor Valentín Mirón, calle San Julián y Matías Montero, río Jerte, molino de Paz o de los Naranjos y pared de la linde del Berrocal, que subía cerca de la fuente de La Serrana, hasta la carretera de Salamanca, barrio del Palomar y vuelta a los Arcos.

En la siguiente década, la especulación urbanística, aliada con la falta de sensibilidad de los gobernantes locales y sin el amparo de un PGOU que diera protección a este yacimiento único, como sí ocurre ahora, acabó con la mayor parte. Lo que quedó, sin embargo, hoy está sumido en el olvido.

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