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Control de alcohol y drogas al volante instalado por la Policía Local en la avenida de Portugal. :: hoy
'Bombas de relojería' sobre ruedas

'Bombas de relojería' sobre ruedas

Muchos son forasteros que acuden a Plasencia para comprar y consumir y después regresan conduciendo a sus localidades de origen

Claudio Mateos

Domingo, 29 de noviembre 2015, 09:02

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Que Plasencia es uno de los principales supermercados de droga del oeste español es algo que se sabe desde hace años. De vez en cuando queda plasmado en grandes operaciones policiales contra los traficantes como la que llevó a cabo el pasado mes de octubre la Guardia Civil para desarticular un clan establecido en el polígono de La Data. La Policía Local ha comenzado a alertar sobre un fenómeno que viene detectando desde hace algún tiempo gracias sus controles de drogas al volante, y es el grave peligro para la seguridad vial que supone el hecho de que muchas personas de comarcas cercanas, e incluso de Portugal, acuden a Plasencia para comprar y consumir estupefacientes y después regresan conduciendo a sus localidades de origen.

«Son auténticas bombas de relojería sobre ruedas y usted o yo o cualquiera nos las podemos encontrar en cualquier momento en la carretera». Es el mensaje que lanza el intendente jefe de la Policía Local, Enrique Cenalmor, para quien el problema es evidente y muy fácilmente detectable. «Ponemos un control en cualquier rotonda de salida de la ciudad y en poco más de media hora caen tres o cuatro. No falla, y es un peligro enorme para los demás conductores».

La sanción por dar positivo en un test de drogas al volante es de 1.000 euros de multa y seis puntos de carné, pero eso no parece desincentivar a los consumidores. «Es gente que está enganchada, que no puede evitarlo. El otro día me contaba uno de los que cogimos que él viene a traer a su madre al mercadillo del martes y cuando ve el barrio de San Lázaro no puede evitar entrar a consumir, que es superior a sus fuerzas», señala el intendente.

Es cierto que los test de drogas no se realizan al azar, sino que se para a determinados conductores bajo criterios policiales, bien porque sean consumidores habituales conocidos por los agentes o porque se sospeche que proceden del barrio de San Lázaro, que es el principal punto de venta y consumo al por menor. Aun así, Enrique Cenalmor considera «alarmante» el número de conductores que dan positivo, y la mayoría de ellos lo hacen a más de una de las cinco drogas que detecta la máquina que analiza las pruebas.

Al mando policial no le vale el argumento de que algunas de estas drogas, como la cocaína, permanecen en el organismo hasta varios días después de consumirlas, de modo que el hecho de dar positivo en el test no tiene por qué significar que ser está bajo su influencia. «Sabemos que muchos de los conductores que paramos, sobre todo los que vienen de fuera, las acaban de consumir porque el es patrón habitual: vienen, las compran, las consumen in situ y regresan a su pueblo», asegura. Resalta además el repunte que han detectado en el consumo de heroína, una sustancia que había caído en desuso en los últimos años en beneficio de la cocaína. «Muchos son politoxicómanos porque usan la cocaína, las anfetas o la heroína para compensar el subidón que les dan unas con el bajón que les dan otras. Es una locura».

Cenalmor no vislumbra una solución fácil a este problema, y en todo caso recuerda que tendría que llegar de otros cuerpos de seguridad, que son los que tienen las competencias en la lucha contra el tráfico de drogas. «Nosotros lo único que podemos hacer es ponérselo lo más difícil posible a los consumidores para que cambien sus hábitos, que no cojan el coche o no consuman en sitios públicos. Por eso hacemos los test al volante y tenemos la unidad canina, que es una magnífica herramienta, con la que hemos conseguido erradicar el consumo en el entorno de los institutos», señala el intendente jefe.

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