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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
Los coches chocones, uno de los principales reclamos.
Cacharritos a 3,5 euros, emoción (y ruina) en minutos
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Cacharritos a 3,5 euros, emoción (y ruina) en minutos

: M. M. NÚÑEZ / J. CEPEDA J0RGE REY

Domingo, 1 de junio 2014, 09:20

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«Me he dejado 50 euros en menos de una hora. Se ha ido volando el billete», relata con cara de sorpresa un padre al que, eso sí, le queda el consuelo de haber disfrutado con la cara de felicidad de sus dos hijos.

La feria es fiesta, también para los más pequeños. El 'ratón vacilón' se ha convertido este año en unas de las atracciones más demandadas. Una de las estrellas. El problema es que el éxito se paga. Aquello parece Wall Street. Tanta demanda genera esa modernísima montaña rusa que la cotización se dispara y las colas no paran de crecer para sacar ficha. El precio es un 16 por ciento superior al de otras más al uso. Sube hasta los 3,5 euros, cuando lo normal son tres.

Una madre relata que como no se atreve a dejar solos a sus dos pequeños, de seis y ocho años, ha decidido montar con ellos. Los tres viven unos tres minutos de intensidad y emoción a raudales. Suben y bajan, tienen vértigo, hasta se escapa algún grito. El mayor acaba pálido y frío pero aún le quedan ganas de repetir. A la mujer no tantas. Cuando echa cuentas han sido 10,5 euros en cuestión de segundos. Un ritmo trepidante, insoportable para la economía de cualquier familia media. No es extraño que en medio de ese escenario, el día del niño, el miércoles, la feria estuviese ya repleta de familias que aprovechaban los descuentos en los cacharritos. Ese día los precios iban a la baja. Ese era el reclamo, con atracciones de 1,5 y dos euros. 'El látigo' y 'Hollywood' han sido dos más de los solicitados de la semana, al igual que el 'tren de la bruja', todo un clásico y fiel reflejo de los tiempos. La escena del niño temeroso deja paso a otro mucho más descarado, capaz incluso de darle con el globo en la cabeza al monstruo.

Entre tanto, el antojo de los más pequeños no tiene límite. No entienden de dinero, y solo tienen ojos de admiración para el mar de luces y colores, como el rosa del algodón de azúcar. Los dos euros que vale una ración pueden servir para sofocar el llanto. Una vez conseguido el 'trofeo', el niño desecha el producto que hace unos minutos era origen de su particular tragedia. Otra atracción ha llamado su atención. La guerra psicológica comienza de nuevo y, en este terreno, los niños juegan en casa.

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