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El elenco al completo que da forma a la obra que dirige Mario Gas, junto a parte del equipo artístico. :: BRÍGIDO
Mario Gas y José María Pou juntos para dar vida al Sócrates más humano

Mario Gas y José María Pou juntos para dar vida al Sócrates más humano

El escenario romano se prepara para recrear mañana por primera vez el juicio que llevó a la muerte a uno de los grandes de la filosofía

MARTA PÉREZ GUILLÉN

Lunes, 6 de julio 2015, 13:27

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En plena resaca dramática, de esa que sólo puede provocar una tragedia como Medea, aterriza en la capital autonómica 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano', dirigida y protagonizada por dos grandes entre los grandes cuando el baremo no es otro que las artes escénicas, Mario Gas y José María Pou. La obra, además de suponer el segundo estreno absoluto que promueve el Festival Internacional de Teatro Clásico, promete contener los ingredientes necesarios para estar incluida entre las tragedias clásicas de nombres inolvidables. Sin duda, uno de los platos fuertes que dan forma a la programación de esta LXI edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Un plato fuerte que cuenta con una muy atractiva receta. La pluma conjunta de Gas con Alberto Iglesias. Se trata de un texto inédito marcado por diferentes obras como la de Platón, e incluso Diógenes Laercio, y también por el pensamiento propio de los coautores. «Como todo el mundo sabe, Sócrates no escribió nada en vida», explica Gas. Aún así, el director indica que la obra contiene suficiente atractivo para ser llevada a escena. Sobre todo si se toma como referencia el final fatal del protagonista. «No hay mayor tragedia que ser condenado a muerte por la democracia que defiendes y asumir esa muerte, de la que podrías escapar, por ser honesto con tus propios pensamientos», recalca Pou.

Para ambos, además de suponer una oportunidad de lo más interesante por el misticismo que despierta este estreno del que todo se desconoce, la función también sabe a reencuentro. Desde 'Golfus de Roma', estos dos monstruos de la escena no habían vuelto a coincidir sobre un escenario como director y actor. «He querido estar en todos sus montajes», recalca Pou. Una admiración mutua, que se palpa en la presentación de la obra, lo que seguro suma.

Homenaje a Grecia

El preludio del estreno sabe a incógnita, a reencuentro de grandes y sobre todo a actualidad, y más aún, en estos días en los que Grecia protagoniza portadas. «Esta obra resulta un claro homenaje al pueblo griego, a la democracia y a la libertad de pensamiento, y no puede estar más acorde con lo que está sucediendo», indica Pou, quien además recalca sentirse en solidaridad con lo que está pasando en el país. Democracia, juicio y un dictamen. Son quizás las palabras claves que rubrican esta obra. Una obra que además de mostrar a un Sócrates de lo más humano, invitará al público a reflexionar. «El teatro más que aportar soluciones, lanza preguntas, y el espectador con esta obra se hará muchas», indica Gas, quien además añade que «dos mil años después, Sócrates sigue teniendo algo que decir».

Veteranos y jóvenes

Gas dirige y Pou protagoniza, pero hay mucho más detrás de estos dos nombres. Entre los veteranos que completan el cuadro escénico de la obra se encuentra Carles Cannut, un entendido también del escenario romano, que regresa a la capital autonómica para dar vida a Critón, uno de los muchos discípulos que tuvo en vida Sócrates. «Realmente todo el éxito de la obra del filósofo se la debe a su discípulo», bromea el actor, quien se siente más que entusiasmado por estar de nuevo en Mérida.

Parte del reparto también lo es Amparo Pamplona, la única mujer de un elenco protagonizado por hombres. La actriz, que hace doce años que no volvía al Teatro Romano siendo partícipe de la magia que despierta en las noches de verano, da vida a Jantipa, la mujer del gran filósofo. Veterano también es Pep Molina, que en esta ocasión se mete en la piel de uno de los instigadores para acabar con Sócrates, Meleto. «Mi personaje es un poeta mediocre que ha pasado a la historia por ser uno de los acusadores del filósofo», recalca.

Y aunque Meleto denuncia a Sócrates, no es más que la mano ejecutora de quien se esconde detrás de toda la trama. El malo malísimo no es otro que Ánito, político griego, que entiende que Sócrates no es más que un ciudadano molesto que hay que quitar del medio. «Hay un tercer acusador, Licón, que no se ha tenido en cuenta en esta obra porque con nosotros dos ya es suficiente», subraya Borja Espinosa, que encabeza a los jóvenes que forman parte de este elenco. Se completa con Guillem Motos y Ramón Puyol, también discípulos de Sócrates.

Todo un reparto que derrocha simpatía y complicidad. «Han sido meses de duro trabajo, intenso, medido y profundo», indica Gas, quien además destaca la profesionalidad de los tres jóvenes actores con los que cuenta. «Me ha sorprendido lo disciplinados que son».

Pou también quiso resaltar el trabajo que realizan Motos, Puyol y Espinosa. «Siento que al igual que a mí me marcó en positivo cuando vine a Mérida por primera vez allá por el año 71, les sucederá de igual forma a estos jóvenes promesas», señala Pou, quien además comparte un pálpito muy personal. El de pasar el testigo a las nuevas generaciones que darán continuidad al teatro.

Interactuar con el público

Acusadores, discípulos y el gran filósofo. Aunque a simple vista pareciera que quizás no están todos los que son, pero sí todos los que están, lo cierto es que Gas además incluye en la representación un cuarto pilar destacable. El público en esta ocasión resulta parte más que fundamental para la obra. No sólo por ser quién realmente decide si una representación merece o no ser recordada, que también. Con la obra de 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano', los presentes se convierten en parte copartícipe del trágico desenlace. «Queremos que sean una gran asamblea», indica Gas, quien además explica que por esto mismo la obra se puede fraccionar en tres partes. «Diálogo con el público, diálogos consigo mismo a modo de soliloquio por algunos actores, y diálogo entre ellos que dan paso a diferentes conflictos de la obra».

Los presentes a modo ágora pública serán participativos en la apuesta de Gas, que además cuenta con aportaciones interesantes que no tienen que ver con el factor humano. Una de ellas es sin duda el vestuario. Antonio Belart, será el encargado de convertir por fuera a Pou y el resto, en auténticos atenienses. «Yo más que decir, tengo mucho que vestir», indica Belart, sin querer desvelar cómo será el atuendo que lleva Pou en su juicio final. Un juicio que no sólo promete ser un plato fuerte en esta edición. Su eco ya transciende las fronteras de la región, alzándolo como uno de los montajes más interesantes del año. Sólo queda un día para que las suposiciones den paso a las afirmaciones. Para que Gas y su elenco ponga en práctica lo mucho ensayado. Para que la historia de nuevo y por primera vez se repita sobre un escenario. Para que Sócrates sea condenado por su querida democracia.

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