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Saying Grace, de Norman Rockwell.
En el cielo también tiene que oler a torrijas

En el cielo también tiene que oler a torrijas

Decir bacalao es decir, en alguna medida, Cuaresma. Pero no solo de bacalao vive el cristiano. Es tiempo también de dulces memorables. Buñuelos de viento, leches fritas, orejones vascos, dátiles de Getsemaní rellenos de almendra y dulce de leche, sencillas aceitadas zamoranas, pestiños andaluces,…

fernando valbuena

Martes, 31 de marzo 2015, 18:33

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Merecen sincero homenaje las mesas por Cuaresma, por Semana Santa, tan sencillas, tan austeras. Antes de entrar en harina, harina de otro costal, costaleros, amigos cofradieros, tiene aroma a torrijas la tierra extremeña cuando van llegando estas fechas. Torrijas de leche o vino dulce. Pan, ¡pan celestial!, huevos, leche, azúcar, aceite y la canela de tus manos, madre, hermana, Y en ellas el recuerdo doliente y vago de los que se nos han ido. Abuelita, ¡qué ricas que están!

Ahora sé que allá donde nos esperas, Señor, también ha de oler a torrijas. Y a ese potaje tuyo de vigilia que se nos enreda la memoria. Y a bacalao, sacrosanto bacalao de todas nuestras hambres. Potajes de todas las vigilias. ¡Soberbios potajes de España por Cuaresma! Bacalao, espinacas, cebollas, ajos, pimentón, Viernes de Cuaresma, que traes de la mano a tu pariente, el bacalao en salazón. Bacalao en la croqueta, bacalao en el buñuelo, bacalao en las tortillitas, Decir bacalao es decir, en alguna medida, Cuaresma.

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