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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

Puigdemont, de regreso

La detención del expresident en Alemania es el triunfo de la justicia y del Estado de derecho sobre un independentismo a la fuga

Domingo, 25 de marzo 2018, 23:13

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El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fue detenido ayer por la policía alemana y encarcelado en la prisión de Neumünster a la espera de comparecer hoy ante el juez que deberá resolver sobre la aplicación de la euroorden dictada por el Tribunal Supremo. El juez Pablo Llarena pospuso tal iniciativa a la previa culminación de las diligencias que le llevaron el viernes a dictar auto de procesamiento contra Puigdemont y los consejeros y dirigentes independentistas investigados. El procedimiento seguido no solo se ajusta a derecho, sino que el titular del Supremo tampoco podía eludir la reclamación europea para que el presidente cesado de la Generalitat sea puesto a su disposición. El abogado de Puigdemont manifestó hace tres días que su defendido nunca se había sustraído a la acción de la justicia. Sin duda, se trata de una manera de verlo. El expresident ha optado por subsumir los requerimientos de la justicia española dentro de un espacio europeo ideado a demanda, en la que aquella pudiera verse anulada por los contrapesos de la justicia en otros países. Pero, en el mejor de los casos para él, ello le obligaría a deambular por la Unión durante años, a sabiendas de que la requisitoria española seguiría en firme. Hay razones para pensar que Puigdemont lleva tiempo debatiéndose sobre si para él tiene sentido empeñarse en sortear una euroorden que estaba anunciada, o le convendría entregarse. Sobre hasta qué punto Waterloo merece la pena como referencia simbólica de un ‘legitimismo’ que no se sostiene, cuando el independentismo es incapaz de hacerse gobierno en Cataluña. Puigdemont tenía asegurado por un tiempo su equívoco estatus de autoexiliado en Bélgica. El periplo emprendido hacia Finlandia para regresar por Dinamarca y pasar por Alemania, mientras el juez Llarena dictaba su auto de procesamiento por rebelión, parece algo más que aventurado. Sobre todo porque Puigdemont era consciente de que las instituciones germanas iban a ser las más receptivas a la euroorden. El expresidente de la Generalitat no podía entregarse, sin más, al Tribunal Supremo. Necesitaba un amplio rodeo que suscitara protestas en Cataluña y diatribas en el espacio judicial europeo. Pero es probable que, en el fondo, haya buscado su camino de regreso. Independientemente de lo que resuelva la justicia alemana.

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