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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?

PSOE, tocado,PP y Podemos, hundidos

Mientras tanto, Ciudadanos ha recogido en Cataluña y,según las estimaciones, en el resto de España, el fruto deun discurso contundente que abogaba por la intervencióndel Estado a través del artº 155 de la Constitución

Javier Casado Izquierdo

Sábado, 17 de marzo 2018, 00:27

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Las últimas elecciones en Cataluña han hecho aflorar cual parece que será la futura tendencia del voto en España, evidenciando la opinión del electorado sobre los distintos partidos políticos a nivel nacional. El resultado de las mismas podría resumirse acudiendo a la terminología del juego de los ‘barcos’: PSOE tocado, PP y Podemos, hundidos.

El actual PSOE tiene como principal problema la falta de confianza de un electorado que no sabe bien a qué va a votar, probablemente porque ni el propio Pedro Sánchez lo sepa. Sus vaivenes según el territorio que visite, esa indisimulada apetencia por asir la bandera que más le interesa de cara al voto y su falta de un proyecto nacional claro para todo el Estado, hace que no suscite muchas pasiones, ni siquiera entre los suyos. Para poder aunar sus ansias de ser presidente con la posibilidad real de gobernar, el primer problema a resolver a nivel interno es si se desmarca definitivamente del Partido Socialista de Cataluña, porque un partido con vocación nacional no puede tener variantes territoriales que cuestionen sus señas de identidad como país; el segundo, su rearme ideológico, porque el PSOE hace mucho tiempo que dejó de ser obrero (solo hay que fijarse en Felipe González y los ex ministros que hoy pueblan los consejos de administración de las eléctricas) y, probablemente, también haya dejado de ser socialista.

Podemos ha pasado de ser el cauce canalizador de las protestas de los socialmente más vulnerables a una camarilla de profesores universitarios que, como tales, creen que los problemas de un país se arreglan desde la cafetería de la Facultad o desde el despacho del líder. Mal que les pese y por mucha coleta, chalecos o pañuelos palestinos que se pongan, sus dirigentes pertenecen a una élite dentro de la sociedad española y, al igual que el PP, cada día están muy lejos de la realidad de la sociedad que un día confió en ellos. Ello sin olvidar que fueron fruto de muchas confluencias que apostaron por la prohibición como primera seña de identidad: todo lo que a ellos no les gustaba había que prohibirlo. Al contrario que el PSOE, Podemos tiene un marcado bagaje ideológico, pero obsoleto, basado en proyectos políticos de corte comunista y bolivariano que no han cuajado ni es sus países de origen. Su líder, Iglesias, siempre enarbolando el discurso anti-Rajoy, se enfada cuando se le recuerda que él pudo evitarlo si hubiera votado a Pedro Sánchez tras la últimas elecciones nacionales. No quiso y permitió que gobernase Rajoy. Paradojas políticas que luego pasan factura en las urnas.

En cuanto al PP, tras beneficiarse en las últimas elecciones del miedo que parte del electorado le tenía a Podemos y después de vendernos durante muchos años que la desidia, la pachorra o la cobardía política de Rajoy era en realidad una gran habilidad para manejar los tiempos, está comprobando cómo los ciudadanos han dejado ese discurso con sus vergüenzas al aire y están haciendo pagar al PP sus altas dosis de incompetencia, cuyo momento álgido tuvo lugar en pleno desafío separatista: al Rey no le quedó más remedio que salir a apagar el fuego porque Don Tancredo estaba más parado que un avión de mármol. Rajoy ya les había pasado la patata caliente a los Magistrados del Tribunal Constitucional y del Supremo, para que estos detuviesen la barbaridad del referéndum, haciendo clara dejación de sus responsabilidades. Luego llegaron las improvisaciones con las fuerzas de seguridad y todos los demás problemas conocidos. Si es cierto que cuando surgen los verdaderos problemas es cuando se aprecia la calidad de los políticos que tenemos, el caso de Cataluña ha puesto a cada uno en su sitio. A día de hoy, el PP de Rajoy se percibe como un partido corrupto hasta las trancas, tan acartonado como su líder y con los mismos problemas de comunicación de éste cuando no lee el discurso que le han escrito. Carecen de capacidad de reacción política y como dice un gran amigo mío, aún no se han dado cuenta de los que partidos también mueren y desaparecen, como pasó con la UCD, CDS, UPyD. Todo indica que el PP ya ha iniciado el camino hacia su auto-destrucción.

Mientras tanto, Ciudadanos ha recogido en Cataluña y, según las estimaciones, en el resto de España, el fruto de un discurso contundente que abogaba por la intervención del Estado a través del artº 155 de la Constitución. Es el único partido que se opone a que el País Vasco tenga un tratamiento fiscal específico (el llamado Cupo Vasco o ‘Cuponazo’) y a que Cataluña tenga otro; que postula un adelgazamiento o supresión de las estructuras políticas que malbaratan el reguero de dinero público que manejan; que plantea reformar la ley electoral para que de verdad el voto de cada uno valga lo mismo con independencia del lugar en el que viva; o que defiende el uso del español en todo nuestro territorio. Ciudadanos se ha desmarcado de las habituales políticas del PSOE y del PP, basadas siempre en adobar con constantes inversiones a sus socios nacionalistas para que estos no hiciesen mucho ruido, y los votantes le han respaldado. Decía hace poco el presidente del PNV que el mayor problema de la política española hoy día se llama «Ciudadanos». Por suerte para el resto, las encuestas sobre intención de voto dicen lo contrario.

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