Impuesto a las tecnológicas
La nueva economía tiene que pagar tributos y soportar las cargas en igualdad con las firmas tradicionales
Jueves, 22 de marzo 2018, 00:22
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El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici, presentó ayer en Bruselas un conjunto de medidas encaminadas a evitar la evasión fiscal de aquellas empresas tecnológicas de fuerte contenido trasnacional y de presencia en gran medida virtual que recurren a técnicas complejas de ingeniería financiera para pagar menos impuestos o eludirlos. El comisario ha destacado la «gran contribución» al desarrollo y al crecimiento económico que están prestando los negocios digitales o las plataformas colaborativas, pero al mismo tiempo ha reconocido que las reglas tributarias actuales «no están diseñadas» para obligar a tributar a aquellas empresas que son globales pero que apenas tienen presencia física en muchos de los países en los que operan. La propuesta de la Comisión consta de dos fases de aplicación sucesiva: en una primera, se crearía un gravamen temporal equivalente al 3% de la facturación que afectaría a grandes multinacionales cuyos ingresos superen los 750 millones en todo el mundo y 50 millones en la UE. Se atiende así a la demanda expresa de varios países comunitarios, entre ellos España. En la segunda fase, se reformaría el impuesto de sociedades para que las compañías digitales paguen impuestos en el Estado miembro en el que tengan una «interacción significativa» con los usuarios a través de canales digitales. En otras palabras, se terminarían los actuales paraísos fiscales –en especial Irlanda y Luxemburgo– que han atraído a las multinacionales con sus impuestos bajos, en un verdadero ‘dumping’ fiscal. Y este es el escollo: La necesidad de que tales reformas se consigan por unanimidad de todos los países miembro de la UE complica su aprobación. Este tipo de empresas digitales paga un tipo efectivo del Impuesto de Sociedades del 9,5% mientras que las firmas tradicionales soportan un tipo de alrededor del 23% tras aplicar deducciones. La diferencia es mayúscula. Está claro que la nueva economía no puede quedar al margen del reparto solidario de las cargas colectivas.
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