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Costes de ruptura

Los promotores de la ‘desconexión’ juegan irresponsablemente con el daño económico que su salto al vacío supone para todos

Viernes, 29 de septiembre 2017, 00:21

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El Banco de España introduce una nota de preocupación en sus previsiones macroeconómicas para este año y los dos siguientes sobre el impacto que los acontecimientos en Cataluña pudieran tener en la evolución de la economía. Como el propio análisis del BdE apunta, el ‘proceso’ de ruptura auspiciado desde las instituciones de la Generalitat no ha afectado hasta ahora a los pronósticos de crecimiento. Cabe en todo caso pensar sobre cuál hubiese sido el comportamiento del gasto y de las inversiones, tanto en Cataluña como en el resto de España –especialmente en las comunidades limítrofes con la catalana– si no concurriera una incertidumbre alentada durante cinco años por el secesionismo. Es obvio que la economía se resiente por acumulación de factores negativos. Resulta más que improbable que los mercados y los propios ciudadanos asistan a la ruptura anunciada por el independentismo como si se tratara de una ventana de oportunidad para empresas y familias. Todo lo contrario. Ni siquiera hay un horizonte medianamente claro que permita imaginar a inversores institucionales y a particulares posponiendo decisiones cuando lo lógico es que las anulen. Los efectos sobre la economía del país forman parte, también, del desafío que viene urdiendo el independentismo catalán, advirtiendo de que la negativa del Estado constitucional a permitir –y en esa medida propiciar– la ilegalidad causaría perjuicios al conjunto de España. Se da además la circunstancia de que el momento cumbre fijado por la ruptura secesionista para el próximo domingo 1 de octubre coincide con los anuncios de desaceleración que el Banco de España reiteró ayer. Cuando el crecimiento no acaba de llegar a los hogares se predice que la reactivación bajará su ritmo, del 3,1% para el balance del presente ejercicio a 2,5% el siguiente y 2,2% en 2019. El consumo privado tiende a retraerse cuando se habían puesto todas las esperanzas en la mejora macroeconómica, y las exportaciones apuntan a una moderación coincidente con la subida del precio del petróleo y el retraimiento de los estímulos de financiación. La incidencia del 1-O no se produce en un escenario neutro desde el punto de vista de la economía, ni resulta aséptica a la conducta de sus actores principales. Sobre todo cuando los promotores de la ‘desconexión’ de Cataluña respecto al resto de España juegan tan irresponsablemente con la variable del daño económico que su salto al vacío puede suponer para la economía compartida por todos, incluidos los catalanes.

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