Borrar

Cataluña islamizada

Cataluña, notablemente islamizada, acoge a cerca de 400.000 creyentes musulmanes, convirtiéndose en uno de los principales reservorios europeos del salafismo yihadista. Como causa última de esta islamización cabe señalar la inmigración selectiva magrebí frente a la hispana para «protegir la catalanitat»

víctor guerrero

Sábado, 2 de septiembre 2017, 22:58

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Transcurrido ya un cierto tiempo desde que sucedieran los atentados yihadistas de Barcelona, podemos detenernos más calmados para reflexionar sobre estos dramáticos acontecimientos, su origen y desarrollo, sus implicaciones, la propia gestión por parte de las fuerzas de seguridad, algunas importunas connotaciones contextuales como la macromanifestación antiterrorista (?), devenida en un acto de propaganda soberanista y en una gravísima afrenta al Rey de España y al presidente de su gobierno legítimo. A mi juicio, son hechos especialmente preocupantes.

Para empezar, conviene saber que Cataluña, notablemente islamizada, acoge a cerca de cuatrocientos mil creyentes musulmanes, convirtiéndose en uno de los principales reservorios europeos del salafismo yihadista, esa fanática ideología islámica, conocida más como movimiento yihadista supremacista, totalitario y radical, que ha declarado la guerra santa a las democracias occidentales. Como causa última de esta islamización cabe señalar la inmigración selectiva magrebí frente a la hispana para «protegir la catalanitat». Los musulmanes aprenderían, así fue, el idioma de Cataluña, garantizando así la continuidad del ‘ADN catalán’. Más de ochenta de los alrededor de cien centros de culto islámico vinculados al yihadismo en España operan en la provincia de Barcelona. Dieron sus primeras señales de vida a través de Al Qaeda, a la que se añadió bien pronto el Estado Islámico (EI). De autoría suya fueron la matanza horrible de 1997 en Luxor (Egipto). Brutales, especialmente sangrientos fueron los de 2001 en Estados Unidos, el del 11M de 2004 en Madrid. Después vendrían Londres, París, Bruxelas… Las principales capitales europeas sufrieron los zarpazos salvajes de estos monomaniacos. «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia». Puede asegurarse sin temor alguno a errar, que no sufrimos más atentados porque la seguridad de nuestros Estados no lo permite.

Sabemos que casi la mitad de sus centros religiosos en Cataluña están gestionados por imanes salafistas de origen marroquí que defienden volver al Islam primitivo mediante la yihad transnacional, ninguno de ellos con formación académica reglada ni sometidos a supervisión alguna, como el tristemente célebre imán de Ripoll. Cuatro de cada diez de los 178 presuntos yihadistas detenidos en España hasta la fecha son marroquíes o españoles de este origen. Las escuelas públicas no imparten ninguna clase de conocimientos del Islam. Existen cerca de 100.000 alumnos marroquíes. No reciben formación religiosa solvente y reglada, a la que tienen derecho, aparte de la procurada por estos imanes sin formación académica alguna, la mayoría yihadistas en busca de prosélitos.

No podemos, pues, dejar de reconocer que existe un riesgo cierto que se ciñe sobre nuestras cabezas. Existe una amenaza real por parte del islamismo más radical. Acabamos de saberlo por boca de ellos mismos. De una manera explícita, el EI, establecido como un califato en tierras de Siria e Irak, acaba de difundirla, valiéndose de un vídeo en el que vocifera un joven cordobés enardecido: «Que Alá acepte el sacrificio de nuestros hermanos en Barcelona. Al-Ándalus volverá a ser tierra de califato. Nuestra guerra contra vosotros durará hasta el final del mundo». Grandes empresarios árabes cataríes, kuwaitíes y de Arabia Saudí financian los programas de adoctrinamiento en estos centros. A todo esto, para luchar contra la islamofobia, la alcaldesa Colau pretende propiciar la erección de una gran mezquita, símbolo de la proyección internacional de Cataluña, centro de dispensación de servicios religiosos, pero también lugar de encuentro social, político, ideológico donde imanes salafistas adoctrinan y fanatizan a los jóvenes musulmanes.

Resulta que ese lema de «no tinc por», si se tiene en cuenta la notable presencia allí del yihadismo ‘homegrawn’ afín al EI, me parece una falsedad arrogante. Así lo ha declarado Albert Boadella, que es un hombre de fiar. Yo también lo creo así. Pienso que la mentira en sí, en este caso, podría llegar a ser hipnótica y servir como instrumento de cohesión social, aunque por mi parte, he llegado en la vida mucho más allá del pirronismo. Quien les escribe, a pesar de vivir alejado de Cataluña, siente miedo y preocupación ante estas cosas. Más aún cuando resulta que la seguridad en estos territorios está en manos de unas fuerzas policiales cuya gestión de los acontecimientos terroristas tuvo lamentables errores y lagunas como los de no advertir el verdadero alcance de la explosión del chalet de Alcanar o el de pasar por alto el papel rector del imán de Ripoll en la creación de una nutrida célula terrorista. Desde el primer momento, la Generalitat mostró el propósito de presentar a Cataluña como un estado con sus propias y autosuficientes fuerzas de seguridad, galardonadas ‘ipso facto’, capaz de hacer frente a cualquier conflicto, sin injerencias de otros cuerpos policiales. Se hizo más patente en la manifestación del sábado organizada con notable celo por la propia Generalitat. Abucheos, pancartas, esteladas, afrentas al Rey y a Mariano Rajoy… ¿Contra quién era, en realidad, aquella manifestación multitudinaria? «Andaba camino de una manifestación. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras», decía Évole. A la diputada del PP Andrea Levy la increparon hasta impedirle hacer unas declaraciones a un canal de televisión. Algunas pancartas vinculaban a la Corona con la venta de armas en el Oriente Próximo. ¡Hombre!, debían saber que, precisamente, Cataluña exporta una cuarta parte del armamento que vende España a los Emiratos Árabes, Congo y Arabia Saudí. Y alguna tienda de Barcelona debió vender las garrafas de acetona a los yihadistas del chalet de Alcanar que pudieron provocar una matanza de proporciones abrumadoras.

Y esto es lo que hay.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios