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Ajustes de cuentas
ANÁLISIS

Ajustes de cuentas

Diego Carcedo

Viernes, 2 de septiembre 2016, 20:02

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El Partido Popular y el PSOE tendrán que hacerse ver por qué después de nueve meses, todavía no han conseguido formar Gobierno. Sus líderes, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, han fracasado en el intento de ser investidos presidentes. Ambos tienen argumentos para acusarse de no haberlo logrado y seguramente los dos tienen una parte de razón. Pero el tiempo de echarse culpas a la cara se ha agotado. La sociedad no lo entiende y una buena parte es más que posible que no se lo perdone.

Es probable por lo tanto que haya llegado la hora de que sus respectivas organizaciones recapitulen y empiecen a ajustar cuentas. Esto en los partidos políticos es normal y lo que sorprende es que no hayan empezado antes. Rajoy y Sánchez son quienes tienen que asumir la mayor cuota de responsabilidad sin duda, pero analizando la situación también hay que añadir que no toda. Hay otros culpables agazapados en sus extremismos en los que también habrá que reparar.

El Parlamento cuenta con representantes de numerosos partidos y coaliciones pero a la hora de negociar la realidad refleja que ni siquiera se puede contar con medio docena, incluidos algunos con una representación mínima. Varios se mantienen en unas posiciones ideológicas que por su radicalidad intratable, o incluso porque sus planteamientos rozan la inconstitucionalidad, hacen muy difícil, por no decir imposible, que puedan ejercer de bisagras para completar mayorías.

Algunos, como el PNV y la antigua Cy U, lo hicieron a lo largo de varias legislaturas y gracias a su contribución consiguieron objetivos - que de otra forma les habrían resultado inalcanzables - sin tener que renunciar a sus ideas. Partían de acuerdos que conjugaban los intereses nacionales con las posiciones nacionalistas. Esto se ha acabado y con los extremismos secesionistas y las actitudes de desacato a las leyes de los antisistema, ahora no es posible tenerlos en cuenta a la hora de una negociación como la que ahora se impone.

Y son muchos los escaños que, gracias a la concentración de sus votos, ocupan en la Cámara. Son escaños que cuentan para determinar las mayorías pero frecuentemente no para contribuir a formarlas, sino para todo lo contrario. El ajuste de cuentas entre los partidos por tanto también debería ir más lejos y revisar un sistema que aparte de crear situaciones de representación injustas, también dificulta que el sistema funcione con normalidad.

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