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Investidura sin suspense

Sólo un milagro evitará el naufragio de Rajoy en el intento, igual que hace tres meses lo sufrió su rival más claro, Pedro Sánchez

Diego Carcedo

Martes, 30 de agosto 2016, 19:10

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La sesión de investidura de este lunes arrancó sin el interés de la incertidumbre que suele precederlas. Mariano Rajoy defendió a su manera su continuidad al frente del Gobierno con mínimas perspectivas de conseguirlo y, después de escucharle y de conocer la opinión de sus adversarios en las reacciones posteriores no parece que vaya a conseguirlo. Habrá que esperar, sobre todo a la segunda vuelta de las votaciones el viernes, pero sólo un milagro evitará su naufragio en el intento, igual que hace tres meses lo sufrió su rival más claro, el socialista Pedro Sánchez.

Quizás lo más positivo de cuanto sucedió hoy en el Congreso es que se ha desbloqueado el calendario político: ya hay fechas fijadas para que tanto él como otros candidatos -si los hubiera, algo bastante improbable- puedan seguirlo intentando o, en caso contrario, reiterar el fracaso con unas terceras elecciones. Pero quizás no haya que precipitar acontecimientos. Dentro de 25 días se celebrarán elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi y en cuanto hayan pasado y los partidos evalúan sus resultados, quizás sea más fácil negociar.

El discurso de Rajoy pidiendo el apoyo de la Cámara tuvo un tono conciliador que no se esperaba. Todo fueron autoelogios pero apenas críticas a sus opositores. Se volcó en recordar sus éxitos de estos últimos años y anticipó algunas propuestas, pocas y bastante conocidas ya, para la nueva Legislatura si consigue presidirla. No reconoció ni un solo fallo o error en este periodo: pasó, igual que si caminase sobre ascuas, del problema de la corrupción para el que anunció medidas más bien tibias y abstractas y no mencionó ni una sola vez al PSOE.

El que no lo mencionase no quiere decir que no lo haya tenido en el centro de buena parte del discurso. Es a los socialistas a quienes tiene que convencer para que como poco se abstengan en la segundo votación para completar la mayoría de 176 diputados que necesita y a ellos dedicó una buena parte de sus argumentos. Los principales, en resumen las llamadas a la propia responsabilidad y a la voluntad colectiva que se impone para salir el atolladero.

Fue un discurso eminentemente económico partiendo siempre de la defensa de los logros conseguidos y largas cambiadas para eludir los problemas que no se han resuelto e incluso se han agravado. Escuchándole hubo momentos en que parecía que no hace falta un Gobierno nuevo, con el suyo en funciones todo parecía ir de maravillas. Sin embargo se mostró más realista cuando abordó el futuro inmediato y reconoció que pasar la investidura no es suficiente, hace falta algo más.

Conseguir una mayoría parlamentaria prestada y fugaz no es la solución. Rajoy considera que el nuevo Gobierno debe contar con un pacto sólido para abordar los problemas de las pensiones, la educación, del paro, de la violencia de género, la relación con Europa o de la aprobación de un presupuesto así como para afrontar la amenaza independentista catalana. Fue el asunto que en el que más se explayó y sobre el que se expresó con mayor contundencia. Tampoco anticipó soluciones, pero sí promesas de enfrentar con firmeza cualquier amenaza para la unidad de España.

Dejó en el ambiente muchas cuestiones que mañana le serán rebatidas por los demás líderes. Se espera con especial interés la réplica de Pedro Sánchez, quien tiene en sus manos el resultado de la investidura y, en su experiencia, el haber fracasado antes entre otras razones porque en aquel momento a pesar de que contaba con el mayor número de apoyos, Rajoy tampoco se abstuvo. La gran duda que se buscará despejar analizando despacio las palabras de Sánchez y de su tono es si contempla volverlo a intentar él, algo inimaginable, o si para un segundo intento de un candidato del PP después el 25 de septiembre deja alguna puerta de entendimiento abierta.

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