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Manuela Carmena lidera uno de los llamados 'ayuntamientos del cambio'.
«Los partidos piensan hoy en su propio triunfo, no en el bienestar de la ciudadanía»

«Los partidos piensan hoy en su propio triunfo, no en el bienestar de la ciudadanía»

alcaldesa de Madrid

Rocío Mendoza

Domingo, 24 de julio 2016, 00:03

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Manuela Carmena (Madrid, 1944) acaba de cumplir un año de mandato como la 'alcaldesa del cambio' de Madrid y ya habla con cierto desencanto de la política. Pasado este primer curso, sometida a un constante y exigente escrutinio de todos sus pasos en los medios de comunicación, Carmena está orgullosa de su gestión, pero no tanto del "teatro de descalificaciones" al que tiene que asistir a diario. Eso sí, a pesar de reconocer que ha perdido el paraíso en el que vivía, asegura que agotará el mandato salvo enfermedad o causa personal grave. Por algo quienes la conocen dicen que es inagotable al desaliento.

Se define como una política ocasional. ¿Es consciente de que además, para muchos, es usted una suerte de símbolo?

Sí, supongo que sí lo soy. Tengo una forma muy diferente de entender la política. No como carrera, sino como una responsabilidad que te toca ejercer en un momento, como cuando se es presidente de una asociación.

París, Roma, Barcelona, Madrid Todas alcaldesas. Ahora una Primera Ministra británica y quizá una presidenta en EE UU. ¿Qué está pasando?

Las mujeres tenemos ahora muchísima más corresponsabilidad en la dirección de la política general porque se está viendo, tanto en las empresas como en las organizaciones, que las mujeres funcionamos bien como directivas. Quizá sea porque tenemos más inteligencia emocional que los hombres y esto un instrumento absolutamente imprescindible en las tareas de dirección.

¿Cree en la paridad impuesta en el Gobierno y en los partidos?

Es conveniente, sí. Ayuda a mirar cuál es la realidad del mundo, que es paritaria.

Es una ciudadana que ha pasado a dirigir la capital de España. ¿Cómo ha sido el choque de realidades?

He trabajado toda mi vida en instituciones, así que estaba acostumbrada. Los jueces somos una autoridad civil y, además, conocía la gestión como Decana de los jueces. Así que la gestión pública no me ha sorprendido demasiado. En lo personal, estaba ya jubilada y tenía una vida paradisiaca. Tenía una pequeña empresa social, estaba escribiendo un libro, haciendo trabajos de sociología jurídica y con mis propios horarios. En ese sentido he perdido un paraíso. Pero nada más.

Le costó mucho decir que sí. Ahora, con la experiencia, ¿repetiría?

No voy a repetir mandato. Me comprometí por cuatro años sabiendo que para mí era un esfuerzo. No tenía un deseo específico de ser alcaldesa. Lo hice por una sensación de compromiso. Había un colectivo con muchas ganas de cambiar las cosas, que surgió del gran movimiento que fue el 15M, y me pareció que les venía bien que estuviese con ellos.

La nueva vida política

Habla con ilusión del pasado ¿Agotará los cuatro años?

Si no tengo una enfermedad u otra circunstancias subjetiva grave estaré aquí hasta el final.

¿Descarta la política nacional, aunque sea en la segunda línea de un partido?

Absolutamente.

¿Cómo es la cara fea que ha descubierto a este lado?

Desgraciadamente la política está inmersa en un teatro de descalificaciones sistemáticas y en una estructura de incompatibilidad para sumar voluntades que es muy preocupante. Es muy negativa la concepción que hay hoy en día de los partidos políticos y de cómo se viven. Se tiene más el propósito de triunfar como partido, y no se ven como una vía para lograr los objetivos generales ni de conseguir el bienestar de la ciudadanía. Se utiliza siempre un lenguaje excluyente, los insultos, las descalificaciones Es algo absolutamente negativo que no ayuda para nada a que cada uno aporte lo mejor de su forma de pensar, en aras de alcanzar algo positivo. Yo siempre digo que la política debería ser como una empresa en un consejo de administración: si todos se empiezan a insultar unos a otros sería muy difícil sacar algo de ahí. Sin embargo, en política estamos acostumbrados a que lo normal es insultarnos, descalificarnos. Es absurdo. El diálogo político no tiene sentido hoy día.

Es lo que estamos viendo en las negociaciones de los partidos que intentan ahora formar gobierno.

Sí, a eso me refiero. En el diálogo ahora lo que hay es exclusión. Siempre que se dice algo, se dice en contra del otro. Esto es muy negativo.

¿Cómo lo hubiese hecho usted si hubiese sido un partido sin votos suficientes para gobernar?

Después de haber visto cómo funcionan las estructuras de la oposición, no me hubiese quedado. No hay una concepción de la oposición que permita hacer un trabajo interesante.

La calle y los medios, la cara y la cruz

  • nueva vida

  • A Carmena lo que más le llena de su posición es el contacto directo con la gente, quizá por ello no renuncia a ir en metro a diario. "Ya me conocen en la línea", dice. La gente le para para felicitarla, pero también para increparla, aunque dice recibir mucho más de lo primero. Incluso recalca que muchas felicitaciones "vienen de gente del PP", que le dice que es "ejemplar". Sucede al contrario que en los medios, en la acapara titulares, muchos muy críticos. "Son intentos de ridiculizar la gestión. Existe una intoxicación grande. El diálogo político 'tiñe' la información política. Y lo que se busca a veces es descalificar".

¿Y qué le diría a los artidos que tienen ahora la tarea de gobernar o dejar formar gobierno?

Como alcaldesa creo que no debo decir nada al respecto, pero en lo personal opino lo que comentaba.

La relación con Podemos y Pablo Iglesias

¿Cree que perdió una oportunidad de formar una gran coalición de izquierdas después del 26-J?

Soy alcaldesa de Madrid y mi ocupación y mi preocupación es gestionar el Ayuntamiento en beneficio de los madrileños. No suelo opinar de política nacional.

Repite que no tiene nada que ver con Podemos. ¿Por qué, al menos parece, está marcando distancia?

No marco nada. Efectivamente yo no tengo nada que ver con Podemos.

Pablo Iglesias le contestó a estas declaraciones diciendo que recordase que si estaba de alcaldesa era porque ellos la habían puesto ahí.

Siempre he dicho que una prueba de la inteligencia y del buen hacer de Pablo Iglesias es que se presentasen a las elecciones en una coalición de ciudadanos, no como partido, y que buscaran a una persona independiente como yo. Me parece estupendo e indica su apertura.

El líder de la coalición morada pone al Ayuntamiento de Madrid como ejemplo del cambio que ellos promueven. ¿Le molesta?

No me molesta. Al contrario: me agrada. Es interesante que se reconozca que este equipo de Gobierno está cambiando lo que precisaba Madrid. Hemos hecho muchísimas cosas en relación con ese cambio. Nos gusta que Podemos o cualquier otra formación nos lo valore. Los concejales de Podemos que forman parte de mi equipo son excelentes y muy bien preparados.

¿Cómo es su relación con él?

Creo que he visto a Pablo en dos cenas. Pero le tengo estima y me parece un político muy importante para este país y una persona renovadora a la que aprecio. No tengo absolutamente nada en contra de él. Al contrario, me parece una persona, excelente, inteligente, buen político. Pero ni estoy vinculada a su estructura de partido ni recibo instrucciones.

¿A quién ve de sustituta?

Todo el equipo trabaja bien y lo primero que tiene que hacer es cubrir este primer periodo de trabajo. Ya habrá tiempo de buscar la mejor alternativa para dirigir Madrid.

Hitos de su primer año de gestión

La prensa, que no le da tregua, habla de roces con algunos miembros de su equipo. ¿Qué sucede? ¿Algún desencuentro destacable?

Nosotros somos un equipo al que no vincula una estructura política: no somos un partido. Y yo lo que hago es gestionar mi equipo de trabajo. Y pasa lo que pasaría con cualquier equipo de cualquier empresa. Se plantean objetivos, se revisan, me reúno con todas las áreas, con los distritos y se ve si se están cumpliendo objetivos o no. Como en cualquier labor de gestión normal. No se trata de desencuentros y no hay roces. A veces se quiere dar una imagen totalmente distorsionada. Nosotros evaluamos lo que hacemos porque la evaluación es fundamental en gestión.

Algunos episodios como el caso de los titiriteros obligaron a la alcaldesa a reconocer públicamente que había sido un error. ¿Cree que cosas como ésta le hacen daño de cara al electorado?

Los políticos tienen que actuar como personas normales. Y si haces algo que no está bien, lo dices, 'lo siento', y nada más. Y no tengo ni idea de si hace daño. No actúo pensando en la imagen: hago lo que creo que tengo que hacer.

Uno de los logros que más orgullosa le hace sentir es el de los presupuestos participativos. Pero sólo participó un 1% de la población. ¿Qué falla?

No falla nada. Es un éxito enorme. Nunca los había habido. La primera vez que se hizo en París lograron en torno al mismo número de participantes: 46.000. Jamás había habido tantos madrileños implicados en un acto de participación. Así que de fallo nada es un gran logro. ¿Tú sabes lo que son 46.000? ¡Son muchísimos! El año que viene serán muchos más. La gente está sintiendo envidia de lo bien que han salido los proyectos que sí se han votado y ya quiere participar.

¿Cumplieron sus expectativas las negociaciones con los bancos para evitar desahucios?

Nuestra impresión fue estupenda, todos los bancos nombraron mediadores. Nuestro objetivo era pararlos y podría decir que ahora hemos logrado parar todos los desahucios hipotecarios en Madrid. Toda la maquinaria de mediación que se puso en marcha ha permitido que hoy en día no se esté echando a la gente, sino que se está intentando llegar a acuerdos.

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