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Algunos de los integrantes del grupo de la escuela de familias de Feafes. :: hoy
Los alumnos son las familias

Los alumnos son las familias

Este recurso de la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental comenzó el pasado octubre

M. ÁNGELES MORCILLO

Domingo, 27 de noviembre 2016, 09:06

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Dora Salamanca sabe, literalmente, lo que es sacar un hijo adelante. Rescatarlo de las sombras e indicarle el camino de la luz. Por lo que tiene mucho de madre coraje. Su hijo, del que prefiere no decir su nombre, tiene un trastorno límite de personalidad.

La niñez e infancia de su pequeño fueron muy duras, tuvo incluso hiperactividad en sus primeros años de vida, y pasó por varios centros y pisos tutelados de la región. Hasta que por fin se toparon con el CRPS (Centro de Rehabilitación Psicosocial) donde, entre otros programas, está la Escuela de Familias de Feafes, donde acuden actualmente unas 20 personas.

Feafes Mérida es la asociación de familiares y personas con enfermedad mental de Mérida y comarca. Una oenegé cuyo objetivo genérico y primordial es ofrecer un servicio especializado de atención a personas que sufren trastornos mentales severos que les dificultan o impiden el pleno desarrollo de sus capacidades humanas básicas, tales como la higiene, las relaciones sociales, el aprendizaje, actividades de ocio...

Los psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales informaron a Dora sobre cómo es la patología que sufre su hijo, de qué se trata, qué síntomas presenta, además de indicarle cómo tiene que tratar a enfermos como este o de qué manera hay que cuidarlos para proporcionarle el mayor de los beneficios. Estuvo acudiendo durante tres años.

Largo y difícil

Después ya pasó a otro programa, el de autoayuda. «Aquí nos reunimos, sobre todo, para compartir experiencias y desahogarnos. La gente suele ir muy asfixiada y agobiada, por lo que nos proporcionan dispositivos para poder soportar situaciones límites como las que vivimos con nuestros enfermos», explica Dora, que confiesa que su recorrido ha sido «largo, difícil y de tomar decisiones muy duras».

Gracias a esto, sobre todo a la escuela de familias, Dora ha sacado adelante a su hijo y, sobre todo, se ha salvado a ella misma. «Mi hijo ya está muy centrado, y hasta le han dado el alta», indica orgullosa.

Considera imprescindible que a las familias con enfermos mentales se les informe que existen lugares como esta escuela de familia.

A los pacientes y familiares tienen que derivarlos desde el área sanitaria, concretamente desde el departamento de psiquiatría del ambulatorio. «Existen centros donde estos niños pueden ir, donde reciben sus terapias, sus escuelas de familias... Donde además de trabajar con ellos lo hacen con sus padres, tanto con terapias individualizadas como en grupo». Dora confiesa que aunque a su hijo ya le han dado de alta y está viviendo de forma autónoma, ella sigue asistiendo a esta escuela de padres. «Además de crearse vínculos muy importantes entre las familias nos ayudan a afrontar la enfermedad de los nuestros».

«Llegan destrozadas»

Tanto se involucró Dora en esta escuela y en la asociación que para intentar ayudar a personas que llegan nuevas tan desgastadas como ella se metió en la junta directiva, de la que forma parte en la actualidad. «Ahora veo, desde esta óptica, a las familias nuevas que llegan destrozadas. Igual a como llegué yo. Y la mayoría de ellas te dice que cómo no se han enterado antes de que existe un sitio como para ayudar a afrontar las duras enfermedades de sus familiares. Queremos dar esperanza a la gente de que existe este centro y que se puede alcanzar una mejoría de los niños. Si con el mío lo hemos conseguido... que era de los más complicados... Claro, que hay que hacer caso de lo que te dicen y confiar ciegamente en los profesionales. Los padres necesitamos una educación en este sentido, ya que estamos muy perdidos».

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