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Antonio Gilgado
Martes, 17 de mayo 2016, 07:48
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El último incidente fue la semana pasada. Un hombre orinaba junto a un árbol y una señora le llamó la atención para que fuera más recatado. Se encaró con la mujer y tuvieron que salir otros vecinos a mediar. Fue poco después de mediodía y el episodio ya no extraña a los que viven cerca del parque de María Auxiliadora.
Se trata de una zona verde amplia y próxima a las viviendas, pero pocos niños se ven por allí. Se ha quedado como punto de encuentro habitual para botellones diarios de gente conflictiva.
Pablo Simón, presidente de la asociación de vecinos, ya ha perdido la cuenta de los escritos que ha enviado denunciando este problema al Ayuntamiento y a la Policía Nacional. Al menos, a base de insistencia, han conseguido alejar las habituales peleas y riñas de la puerta del colegio que hay al otro lado de la calle. «Estaban allí cada dos por tres peleándose y no era el mejor ambiente para los niños».
El siguiente paso, el de erradicar por completo esas concentraciones, lo ve casi imposible. «Llevamos muchos años intentándolo y no hay manera». La única opción, dice el presidente vecinal, pasa por ahuyentar a base de sanciones.
Insiste en que no se trata de un grupo de jóvenes que quedan allí para beber y entretenerse. Es un problema de convivencia más serio generado por adultos conflictivos sin reparo en enfrentarse a los demás. Más de una vez han visto a médicos del 112 atendiendo algún coma etílico o a heridos tras alguna pelea.
No hay un número fijo y sorprende que a cualquier hora haya alguien compartiendo cervezas de litro con otros.
Entre los residentes de las viviendas cercanas hablan de un caso irreversible y dan por perdido el parque como zona de ocio familiar -«Si les dices algo te amenazan o te insultan», explica una señora que ni tan siquiera quiere dar su nombre porque algunos viven en el barrio y se conocen después de tantos años.
Con el buen tiempo y tardes más prolongadas, en los negocios del entorno han visto concentraciones que superan la veintena.
En la asociación de vecinos insisten en que la solución pasa por hacer cumplir la ordenanza que prohíbe beber en la calle -salvo en zonas habilitadas para el botellón-. «La solución es muy fácil, pero no sé por qué nadie ha conseguido eliminar este problema. Empezó hace años y al principio, como asociación de vecinos, nos pusimos delante para denunciarlo. También se han presentado quejas a título particular de gente que ha tenido enfrentamientos. Creo que en el barrio hemos luchado, pero no hemos conseguido nada». Después de tanto tiempo, muchos ya han desistido y ya ni tan siquiera llaman a la Policía cuando escuchan broncas o trifulcas.
Falta de civismo
Por lo que cuentan los vecinos, no es un problema de presencia policial porque la Policía Local pasa con frecuencia por el parque. «Si no vinieran tan habitualmente sería peor», explica Simón.
Félix Palma, el concejal, confirma que son conscientes del problema y precisamente por eso hay zonas como ésta en la que se detienen más los agentes.
Pero entiende que se un conflicto que trasciende lo policial y tiene más que ver con la educación y el incivismo de algunos.
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