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Grupo de emeritenses comiendo en la piscina de Nueva Ciudad, gestionada ahora por Eulen. :: BRÍGIDO
Poca aceptación  de Proserpina  y las piscinas

Poca aceptación de Proserpina y las piscinas

El tiempo anómalo de este verano sumado a la situación económica de las familias emeritenses provoca una reducción de usuarios

MARTA PÉREZ GUILLÉN

Lunes, 11 de agosto 2014, 07:54

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«Al mal tiempo buena cara». Dice el refrán, y también en la antigua villa romana, «me quedo en casa antes que ir a Proserpina o acercarme a la piscina». Que el calor sofocante que normalmente azota los meses de verano en la capital autonómica se esté haciendo de rogar, hace mella en los negocios que viven y hacen su agosto de las altas temperaturas.

Es el caso de los chiringuitos de la charca. Ni junio ni julio han sido meses aceptables para las cajas registradoras de los negocios que se sitúan a la orilla de Proserpina. Ni junio, ni julio y parece que tampoco agosto. Que el calor no se pasee por Mérida provoca que sean pocos los que se acercan a la zona para darse un chapuzón y disfrutar de un día de sol. Atrás quedó la imagen de los emeritenses agolpados en las orillas, disfrutando de su playa particular. Y si se deciden, lo hacen con la nevera a cuestas. «Con suerte si se toman algo es un café», explica Ainhoa Costa Pozo responsable del chiringuito Quiosco Alfonso. Además añade que pocos, por no decir nadie, son los que se aventuran y se sientan para comer o cenar. Los días que más aceptación tienen son los fines de semana, mientras que a diario como mucho se dejan ver unas veinte personas.

En cuanto a si son muchos los turistas que se dejan ver por la zona, los empresarios explican que en estos días llegan a cuenta gotas. «El resto de meses, nada de nada», recalcan.

El que los emeritenses tengan que coger coche también supone un impedimento. El motivo que barajan los que trabajan en la zona tiene que ver con la crisis económica. «Si vienen, hacen uso del transporte público, no se gastan dinero en gasolina», explica Costa Pozo.

Sobre la salud de la charca y su aspecto, los que hacen uso de ella no pueden estar más contentos. El agua está limpia, y también las orillas.

Piscinas

Si sorprende que Proserpina no esté teniendo el tirón del que siempre presumía en la época estival, más aún lo hace la situación de las piscinas, que en algunos casos es hasta contradictoria. Un mes después de que se abrieran las puertas, el balance sobre la aceptación de los emeritenses no parece ser del gusto de todos. La de Nueva Ciudad registra unos cuatrocientos usuarios los días de más calor, y unos cien, los días de temperaturas suaves. Al menos así lo indica la responsable de taquilla. Los trabajadores de la instalación señalan además que han notado un considerable aumento de clientes con respecto a otros años, aún por el precio para entrar de 3,15 euros.

Sin embargo, el responsable del bar ubicado dentro del recinto opina de forma diferente. «Se nota mucha menos gente que otros veranos», explica Miguel Ángel Gordillo. Al mismo tiempo, destaca que con el precio de la entrada a la piscina pocos son los que se lo pueden permitir. «Si una familia de cuatro personas quiere venir, la salida a la piscina se les pone por bastante», recalca.

En cuanto a sus ventas, Gordillo coincide con los negocios de Proserpina. Cada vez los emeritenses compran menos. «La gente viene preparada para no gastar», señala.

En el caso de la de Nueva Ciudad, los usuarios no están nada contentos con el cuidado y la limpieza de las instalaciones. Para algunos, el aspecto de los baños deja mucho que desear. «La limpiadora viene una vez al día, y está una hora por la mañana temprano», señala el responsable del bar, quien además añade que cuando la piscina era competencia del Ayuntamiento la imagen que lucía era mucho mejor.

Desde hace unos meses Eulen es la empresa concesionaria que gestiona las instalaciones. Para los que optan por la piscina, la calidad de las instalaciones ha empeorado con respecto a otros años. «Venían por la mañana y por la tarde para limpiar los baños, y estaban relucientes», señala.

Las costumbres cambian, y más si el tiempo no acompaña. Pocos son los que se animan a volver a los viejos placeres, como disfrutar de un tinto de verano en la orilla de Proserpina, o de un bocadillo de tortilla antes de entrar a la piscina. Si además se le suma que los bolsillos de muchos emeritenses se sienten más agujereados que de costumbre, el plan deja de ser atractivo y bueno es el ventilador en casa.

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