Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?

El zar Putin

Los observadores internacionales denuncian la falta de competencia real en las elecciones que ha ganado con el 76,6% de los votos

Lunes, 19 de marzo 2018, 23:29

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Sin sorpresa, Vladimir Putin fue reelegido el domingo presidente de la Federación Rusa con un resultado tan aplastante como cabía esperar: el 76,6% de los votos, diez puntos más que en los anteriores comicios de 2012, y con una abrumadora ventaja sobre el segundo clasificado, el presunto comunista sin carnet Pavel Grudinin (11,8%). Sin embargo, los observadores electorales internacionales han denunciado la falta de competencia real en las elecciones y las restricciones a la libertad de expresión y de reunión durante la campaña. Su triunfo, aunque universalmente predicho, ha alcanzado así cifras que acreditan la innegable popularidad de la que goza el jefe del Estado. Un apoyo, muy superior al que merece su gestión, asentado sobre un inquietante nacionalismo de corte imperial y unos usos democráticos que contradicen con frecuencia ese adjetivo. Si se suman sus dos mandatos presidenciales anteriores y sus días como jefe del Gobierno, se convertirá en un superviviente en el poder al nivel de Stalin, quien reinó más de tres decenios. La clave del fenómeno remite a consideraciones aún relacionables con el fin traumático de la Unión Soviética y la creación de la República Federativa de Rusia. Intuitivo, tuvo el presentimiento de que Boris Yeltsin pondría los cimientos del régimen post-soviético a su manera y en cuanto fue hecho inesperadamente primer ministro en 1999 recurrió al expediente de un patriotismo a toda máquina apoyado en el inmenso aparato de seguridad disponible. Agente secreto por oficio, fundó un partido, Rusia Unida, cuyo único programa verdadero es el de mantener la unidad nacional y una capacidad militar disuasoria. Y eso lo ha conseguido. Alternando formalmente con el fiel Dimitri Medvédev asumió la tarea de restaurar la moral pública del ciudadano ruso medio desde un nacionalismo irrestricto y con una audacia que llegarían a un inquietante cénit con la inaceptable anexión de Crimea y Sebastopol en enero de 2014 y el éxito en el temible escenario sirio. La oposición está pisoteada y lo sabe bien el valeroso liberal Alexey Navatny, con detenciones, multas y estancias en prisión. El mérito de Putin a los ojos del ruso medio ha sido el de haber mantenido el «hecho nacional», su nivel como gran potencia militar y cancelado el desorden que siguió al fin de la Unión Soviética recurriendo a procedimientos inaceptables en Occidente. Putin es otro zar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios