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Nabila, consolada por una mujer.
«Mataron a mi marido y a mi hijo y quemaron mi casa»

«Mataron a mi marido y a mi hijo y quemaron mi casa»

Nabila, de 65 años, ha huido junto a decenas de cristianos de la península del Sinaí por los asesinatos perpetrados por la filial egipcia de Daesh

Azza Guergues (efe)

Domingo, 26 de febrero 2017, 11:19

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Vestida de negro, sentada en un sofá, en un amplio patio de una casa de acogida, en la provincia egipcia de Ismailiya, Nabila no puede dejar de recordar con amargura la escena más dramática de sus 65 años de vida, cuando dos yihadistas asesinaron a su marido y a su hijo ante sus ojos.

"Dos hombres golpearon la puerta con fuerza, pensé en un primer momento que era una explosión, hasta que vi a mi hijo Medat cayendo en el suelo lleno de sangre", relata la anciana, quien junto a decenas de cristianos ha huido de la península del Sinaí por los asesinatos perpetrados por la filial egipcia del grupo terrorista Daesh. Tras ver como disparaban a su hijo, los asaltantes la echaron a empellones a la calle, desde donde escuchó las sordas detonaciones del arma automática que acabó, también, con la vida de Saad, su marido.

Medhat y Saad, son dos de los siete cristianos que han sido asesinados este mes por supuestos terroristas de Wilayat Sina (Provincia del Sinaí), el antiguo grupo Ansar Beit al Maqdis (Seguidores de la Casa de Jerusalén) que cambió de nombre tras jurar lealtad al grupo terrorista Estado Islámico en 2014. La escalada de violencia contra los coptos en la Península del Sinaí y en Al Arish, capital del Norte del Sinaí, ha ido acompañada de la difusión de un vídeo del grupo terrorista, el pasado domingo, en el que se amenaza a los cristianos egipcios de que "lo peor" está por llegar.

Para Nabila, lo peor ya ocurrió, porque además presenciar impotente la muerte de sus seres más queridos, fue testigo de como los extremistas quemaron la casa en la había compartido con su marido y sus hijos sus últimos treinta años. Pero antes de incendiar su hogar, Nabila recuerda que los terroristas le preguntaron por el lugar en el que guardaba las joyas. "Les dije que sólo tenía el anillo de casada", y también se lo quitaron, asegura mostrando su mano desnuda y avejentada.

Refugio en la iglesia evangélica

Nabila, su hija y su yerno llegaron a Ismailiya, fronteriza con el Sinaí, este viernes, junto a otras 35 familias coptas, huyendo de Al Arish y buscando refugio en la iglesia evangélica de la ciudad. La Diócesis del Norte del Sinaí calcula que entre 100 y 300 familias cristianas residen en Al Arish, de donde se espera que lleguen, al menos, otras 40 familias, según el responsable de servicios de la congregación Nabil Shukralá.

Los yihadistas lanzaron una ola de violencia contra los cristianos, especialmente contra iglesias y sedes, en 2013, tras el derrocamiento militar del presidente islamista Mohamed Mursi. Las familias cristianas de Al Arish con más recursos económicos decidieron entonces emigrar hacia otras zonas país, aunque las más humildes optaron por quedarse. Sin embargo, los recientes ataques, muchísimo más virulentos que los de entonces, les han empujado a abandonar sus hogares.

En el patio de la casa de acogida Beit al Shabab, en Ismailiya, donde Nabila rumia su desgracia, han encontrado refugio 140 coptos, entre ellos Aida, de 45 años, y sus cuatro hijos. "He venido solo por ellos", asegura Aida mientras da el pecho a su hijo recién nacido e insiste: "Tengo miedo de que maten a mis niños". Aida relata que su marido trabajaba como vendedor de verduras en los mercados de Al Arish, pero que hace una semana dejó de salir a la calle después de que otro comerciante cristiano fuera asesinado en plena calle. Asegura que tras los primeros ataques de 2013 comenzó a cubrirse el pelo por miedo a los radicales, cuya presencia -dice- se vio reducida en las calles tras el comienzo de los enfrentamientos abiertos con las fuerzas de seguridad, a partir de 2014.

El territorio que se extiende desde Al Arish y la frontera con Gaza e Israel fue declarado zona de exclusión militar en 2014, después de que el presidente, Abdelfatah al Sisi, decretara el estado de emergencia y prohibiera el acceso a los medios de información. Romaní, un joven de 30 años que trabajaba como guardia de seguridad en una iglesia de Al Arish, que apenas abría ya sus puertas, no pudo soportar el miedo a que en cualquier momento el templo fuera atacado. Por eso, decidió dejar su trabajo y abandonar la urbe. Cuenta que la presencia de los yihadistas era notable en 2013 y que los contempló muchas veces. No obstante, agrega, en los últimos meses apenas se les veía: "Aparecen solo para matarnos", concluye.

La ministra de Solidaridad social egipcia, Gada Wali, que el sábado visitó la casa de Beit al Shabab y otros dos centros que acogen a cristianos, rechazó denominarles "desplazados" e insistió a Efe en que los cristianos huidos volverán en "unos días". "El Ejército triunfará en su guerra contra el terrorismo y les garantizará la seguridad para volver", declaró la ministra a un grupo de coptos. Pero Nabila, Aida y Romaní llevan cuatro años viviendo con miedo, a pesar de la guerra declarada por el Ejército a los terroristas, y se muestran convencidos de que no piensan arriesgarse a volver.

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