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Una familia huye tras un nuevo ataque aéreo en Alepo.
Un nuevo bombardeo alcanza una clínica en la zona rebelde de Alepo

Un nuevo bombardeo alcanza una clínica en la zona rebelde de Alepo

El ataque, que ha dejado varios heridos, se ha producido horas después del que causó ayer decenas de muertos en un hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras

COLPISA / AFP

Viernes, 29 de abril 2016, 15:50

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Un bombardeo ha alcanzado este viernes una clínica en la zona rebelde de la ciudad siria de Alepo, todavía conmocionada por las decenas de muertos en un ataque aéreo contra un hospital hace apenas 24 horas.

"La tierra temblaba a nuestros pies", ha explicado un vecino del popular barrio de Bustan al Qasr, este viernes de nuevo bajo intensos ataques aéreos del régimen. "Los bombardeos no cesaron durante toda la noche, no pudimos pegar ojo", se ha lamentado.

Para los habitantes de Alepo, la tregua entre el régimen y los rebeldes impuesta por Rusia y Estados Unidos a finales de febrero no parece más que un lejano recuerdo. Más de 200 civiles han muerto en la última semana en los bombardeos que han alcanzado esta ciudad del norte de Siria, dividida desde 2012.

Los ataques en los barrios rebeldes han causado este viernes al menos dos muertos, una mujer y un niño, según un balance efectuado a media mañana por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). La televisión siria ha informado de tres personas muertas por disparos de cohetes de los rebeldes en las zonas controladas por el régimen. Un corresponsal de la AFP en la parte rebelde ha informado al menos de diez ataques. Los servicios de urgencias, por su parte, estaban desbordados y se apresuraban a ir a todos los barrios.

Indignación

El bombardeo que ha alcanzado la clínica situada en el barrio de Al Marja, en el este de Alepo, ha dejado varios heridos, uno de ellos un enfermero, y ha provocado graves daños en el edificio.

Por miedo a nuevos bombardeos, la oración de este viernes ha sido suspendida por primera vez en los barrios rebeldes, según una instancia religiosa. Esta decisión ha sido tomada al día siguiente de la peor jornada desde la ruptura del alto el fuego en Alepo hace una semana, con 54 civiles muertos, según un nuevo balance del OSDH.

Al menos 32 de ellos, entre ellos tres niños, murieron en bombardeos del régimen, la mayoría en el bombardeo del hospital Al Quds. Otros 22, entre ellos dos niños, murieron por disparos rebeldes, según esta ONG. Según la ONU, este ataque al hospital es "imperdonable". "Debe haber responsables para estos crímenes", ha advertido el secretario general de la organización, Ban Ki-moon.

Ban ha condenado "los recientes bombardeos ciegos por partes de fuerzas gubernamentales y los grupos de oposición y las prácticas terroristas empleadas por grupos extremistas". Y ha pedido a todas las partes beligerantes "comprometerse nuevamente y con urgencia en el cese de las hostilidades".

El régimen de Bachar el-Asad desmintió haber bombardeado el hospital. El ministro de la Información, Omran al Zoabi, incluso afirmaba que este establecimiento no existía. Estados Unidos dijo ayer que estaba "indignado" por estos ataques, que se añaden a la "sorprendente tendencia del régimen de El-Asad de tomar como blanco instalaciones médicas y equipos de primeros auxilios", declaró el secretario de Estado, John Kerry.

Médicos Sin Fronteras (MSF), que respaldaba este hospital, condenó este acto "indigno dirigido una vez más contra un centro de salud en Siria". Este establecimiento era "el principal centro pediátrico de la región", según la ONG. El último pediatra de la zona murió en el ataque.

Frente a esta matanza, el enviado de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, instó a Rusia y a Estados Unidos, los propulsores de la tregua en vigor el 27 de febrero, a tomar "una iniciativa urgente" para hacer respetar de nuevo el alto el fuego.

Para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Alepo se encuentra "a las puertas de un desastre humanitario". "Allá donde estén, pueden escuchar las mortales explosiones, los bombardeos y el vuelo de los aviones", según Valter Gros, el representante del CICR en la ciudad. "Los habitantes viven al filo de la navaja. Todos temen por su vida", ha advertido.

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