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Benjamín Netanyahu.
La gestión del conflicto de Gaza mina la popularidad de Netanyahu

La gestión del conflicto de Gaza mina la popularidad de Netanyahu

Antes del comienzo de la invasión militar, un 82% de los encuestados respaldaban la operación 'Margen Protector', mientras que horas antes del anuncio del alto el fuego permanente, la cifra descendía al 38%

EFE

Miércoles, 27 de agosto 2014, 16:02

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La popularidad y credibilidad del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha visto afectada durante la reciente ofensiva militar sobre Gaza, que según analistas locales ha finalizado sin lograrse los objetivos anunciados.

Según recoge la edición del diario progresista 'Haaretz', "la conducta de Netanyahu durante los 50 días de combates en Gaza pusieron de relieve la brecha entre sus declaraciones y promesas y la realidad". El artículo destaca cómo el jefe del Gobierno, obstinado desde el principio en combatir por las armas a lo que denomina una organización "terrorista" que amenaza la existencia del Estado de Israel, ha terminado aceptando un alto el fuego permanente con Hamás "en la posición más débil". "Lo único que quería conseguir era un alto el fuego a cualquier precio. Cuando la oportunidad llegó, simplemente la agarró y corrió", opina el analista Barak Ravid.

El 8 de julio Israel se embarcó en una ofensiva contra Hamás en la Franja con el objetivo declarado de destruir la infraestructura militar del grupo islamista, que se centró, con el paso de los días, en descubrir y neutralizar los túneles del movimiento. En este lapso de tiempo, más de 2.100 personas murieron en el lado palestino y 68 en el israelí, incluidos 64 soldados y tres civiles, incluidos un beduino y un trabajador filipino residente en Israel.

Delicada posición

Durante las negociaciones indirectas celebradas en El Cairo, Israel sostuvo en numerosas ocasiones que su principal exigencia era la desmilitarización del movimiento islamista en Gaza. Una línea roja que los palestinos no estaban dispuestos a cruzar y que tampoco fue secundada por los egipcios.

El pacto comunicado ayer, además, fue presentado por Hamás y el resto de milicias palestinas combatientes en Gaza como "una victoria" al incluir "las demandas y las condiciones de los palestinos" en medio del silencio del primer ministro israelí.

Estas comprenden el alivio inmediato del bloqueo con la apertura de los cruces para la entrada de material de reconstrucción y alimentos, la ampliación de la zona de pesca de tres a seis millas náuticas y la vuelta al diálogo en un mes para debatir otras medidas, como la construcción del puerto y el aeropuerto en Gaza.

'Haaretz' destaca que la propuesta egipcia, que deja en manos del gobierno de reconciliación nacional palestino la labor de reconstrucción de la Franja, "no incluye ninguna declaración, ni siquiera una insinuación, sobre las exigencias de seguridad de Israel". El analista señala que incluso el borrador presentado el mes de julio por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y rechazado por el gabinete de ministros israelíes "parece, de repente, la propuesta del año".

La ausencia de una clara señal para cantar una victoria política en un conflicto que además ha supuesto para el país el mayor coste en términos humanos desde la guerra del Líbano, deja a Netanyahu en una delicada situación.

El martes, el mismo diario divulgaba un sondeo realizado por el Canal 2 de televisión israelí, que reflejaba cómo la popularidad del primer ministro había caído en picado. Mes y medio atrás, previo al comienzo de la fase de invasión militar, un 82% de los encuestados respaldaban la operación, mientras que horas antes del anuncio del alto el fuego permanente, la cifra descendía al 38%.

Batalla política

Este escenario deja ante Netanyahu la labor de iniciar una segunda guerra, esta vez política, para salvar su puesto frente a antiguos aliados como los ministros de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, y Economía, Naftalí Bennett, representantes de la extrema derecha nacionalista israelí y con capacidad para hacer caer el Ejecutivo.

Los mismos se lamentaron con anterioridad del oscurantismo con el que el primer ministro gestionó las conversaciones en El Cairo de cara al gabinete y junto a otros pusieron de manifiesto su rechazo a firmar una tregua con Hamás, prefiriendo hacer concesiones unilaterales a pactar con el grupo.

"Netanyahu va a ahora a consumir grandes esfuerzos para mostrar el resultado como un éxito. Si se cree a sí mismo, será uno de los pocos que lo hagan. La calma no será intercambiada, sino por una mentira", concluye el periodista Amir Orén, jugando con la frase que el primer ministro ha convertido en su mantra.

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