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Philonise Floyd, hermano de George Floyd.
Las protestas por la muerte de George Floyd no amainan

Las protestas por la muerte de George Floyd no amainan

La familia de la víctima lleva el clamor de la calle hasta el Congreso

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 10 de junio 2020

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Es verano, no hay trabajo y tampoco prisa. Día tras día salen a la calle los que claman justicia para George Floyd y para cada afroamericano víctima de la brutalidad policial. No se cansan, cada día son más. En las manifestaciones se ha visto hasta al senador republicano Mitt Romney, con mascarilla. No hay negocio que se precie que no salude las protestas. 'Black Lives Matter' se ha vuelto global. Les embarga la sensación de que están viviendo la oportunidad única de dar un salto cuantitativo en la historia de los derechos civiles. Nadie quiere quedarse sentado en casa y perderse la oportunidad de hacer historia o, aún peor, quedarse en el lado equivocado de la historia.

«¡Di su nombre!», grita uno. «¡George Floyd!», corean todos. Y la consigna se repite una y otra vez hasta desgañitarse. El grandullón de 46 años cuya muerte a manos de un policía en Minneapolis ha desatado estas protestas fue enterrado el martes en Houston con más honores de los que nunca soñó, en un coche de caballos blanco escoltado por la policía y aclamado por manifestantes de todo el país. En el parqué del New York Stocking Exchange (NYSE) se hizo silencio durante 8 minutos y 46 segundos, los mismos que el agente Dereck Chauvin le tuvo hincada la rodilla sobre el cuello hasta mucho después de que dejase de respirar. Fue el silencio más largo que se haya guardado nunca en la Bolsa de Nueva York.

Floyd descansa junto a su madre seis pies bajo tierra, después de haber vivido los últimos meses de su vida siguiendo la distancia social de los seis pies aparte, pero ni el Covid-19 impidió que los testigos se agruparan este miércoles en una cámara del Capitolio para elevar su voz hasta el Comité Judicial de la Cámara Baja, que estudia la reforma policial. «Las súplicas de George (cuando pedía que le dejasen respirar) fueron ignoradas», dijo su hermano menor Philonise Floyd. «Por favor, escuchen las que les estoy haciendo yo ahora, la familia y las que suenan en las calles de todo el mundo: Esto tiene que parar. Hagan los cambios necesarios para que las fuerzas del orden sean la solución, no el problema».

Sólo el año pasado la policía de EE UU mató a más de mil personas, o 1.042 para ser exactos. En comparación, la del Reino Unido mató a tres. Y como dijo este miércoles mismo el presidente del Comité Judicial de la Cámara Baja, que por fin afronta este problema, un afroamericano entre 15 y 34 años tiene aproximadamente diez veces más posibilidades de morir a manos de la policía que ningún otro estadounidense.

El presidente Donald Trump cree que no hay ningún problema sistémico, solo unas cuantas manzanas podridas que purgar. Hoy se rodeará de representantes policiales y otros negros de su partido que le ayudan a estructurar reformas superficiales para dar un discurso con el que recuperar la atención mediática, ahora que ha retirado las vallas que han rodeado la Casa Blanca durante una semana.

Pero como dijo el reverendo Al Sharpton durante el funeral de Floyd en Minneapolis, la manera de librarse de las cucarachas es arrojarles luz. Bajo ese haz han empezado a salir vídeos de otros afroamericanos muertos a manos de la policía que no podían respirar en sus últimos minutos de vida. Como Javier Ambler, un afroamericano de 40 años, padre de dos hijas, al que la policía de Austin (Texas) persiguió por no haber cambiado las luces largas al cruzarse. Él tuvo miedo de parar. Le dieron caza al estrellarse y le sacaron violentamente del vehículo con descargas eléctricas mientras le esposaban. «Por favor, tengo un problema de corazón, no puedo respirar», les suplica en el vídeo de la propia policía hecho público este miércoles. «¡Deja de resistirte!», le gritaban, a lo que él contestaba: «No me estoy resistiendo…». Para cuando le colocaron las esposas, ya no se movía ni tenía pulso.

A Floyd lo mataron por comprar un paquete de cigarrillos con un billete falso de 20 dólares, recordó este miércoles su hermano Philonise a los legisladores. «Y yo os pregunto: ¿Es eso lo que vale la vida de un negro? ¿20 dólares? ¡Estamos en el 2020, basta ya!».

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