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Sábado, 5 de diciembre 2015, 13:00
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Como si de una película de terror se tratara, cuando Stace Gwilym se despertó le costó darse cuenta de dónde estaba. Su prometido, Keith Hughes, un culturista de 39 años, la había estrangulado y pensando que había acabado con su vida la había enterrado para deshacerse del cadáver.
No lo hizo a mucha profundidad y eso permitió que Stace pudiera escapar de la tumba apartando la tierra, hojas, ramas y helechos que tenía encima. Tuvo que escarbar con sus propias uñas mientras que sentía que no podía respirar ni sabía lo que hacía ni dónde estaba.
Fueron momentos tan angustiosos que solo ahora, cuando a él ya le han declarado culpable de intento de asesinato, y se enfrenta a cadena perpetua, ella puede contarlo. Contar cómo sintió que iba a morir.
Por su parte, su prometido, con antecedentes policiales, ha reconocido los hechos y ha contado que todo se debió a una fuerte discusión que mantuvo la pareja. Él perdió los nervios y acabó estrangulándola. Pensando que estaba muerta la enterró en mitad del bosque. Lee la noticia completa en El Comercio.
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