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Pompeo y Kim Jong-un.
Trump ultima los detalles de su encuentro con Kim Jong Un

Trump ultima los detalles de su encuentro con Kim Jong Un

El director de la CIA y futuro secretario de Estado Mike Pompeo se reunió la semana pasada con el líder norcoreano

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 18 de abril 2018

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Los rumores eran fuertes y, por definición, distorsionados. Apuntaban incluso a que el propio Donald Trump se habría reunido ya en secreto con el líder norcoreano Kim Jong Un hasta que el presidente decidió dar la noticia él mismo. Fue Mike Pompeo, el director de la CIA nominado para secretario de Estado, el que viajó a Pyongyang «la semana pasada» para sentar las bases del encuentro entre los líderes en un encuentro que sólo tiene como precedente el de Margaret Albright con su padre en octubre de 2000.

«El encuentro fue muy bien y se forjó una buena relación», tuiteó ayer. «Los detalles de la Cumbre se están discutiendo ahora. La desnuclearización será algo grande para el mundo ¡pero también para Corea del Norte!».

El paso confirma la seriedad del encuentro convocado que muchos recibieron con escepticismo, dado el talante caótico e imprevisible de ambos líderes. Se han barajado ya un puñado de ubicaciones, desde Suecia hasta Mongolia, sin que se haya decidido ninguna. Las europeas supondrían un largo vuelo para el líder norcoreano que nunca se ha reunido con otro líder mundial salvo Xi Jinping el mes pasado, a tiro de tren blindado. La zona desmilitarizada entre las dos Coreas pondría a Trump en los escalones de Kim Jong-un, cuando al autor de «El Arte del Trato» le gusta negociar en posición de fuerza.

Su estilo poco ortodoxo para este encuentro histórico ha quedado de manifiesto con el envío de Pompeo antes incluso de que el Senado le confirmado como jefe de la diplomacia estadounidense. El actual director de la CIA ha utilizado los canales de esa organización de espías dejando a un lado a los diplomáticos de carrera del Departamento de Estado. El clima puede haber sido amistoso, pero Pompeo ha vuelto con las manos vacías. Ni un rehén ha sido liberado como gesto de buena voluntad.

Corea del Norte tiene en sus celdas a tres estadounidenses. Si han seguido los pasos de Laura Ling, una periodista detenida en 2009, Tony Kim, profesor de universidad detenido en el aeropuerto cuando abandonaba el país, Kim Hak-song, otro profesor universitario de Ciencia y Tecnología que había estado haciendo trabajos agrícolas, y Kim Dong-chul, un hombre de negocios condenado a diez años de trabajos forzados, se encuentran en una celda de dos por tres metros sin ventanas ni ventanucos. Un misionero que vivió antes que ellos de esa experiencia escribió que le interrogaban cada día durante 15 horas «desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche», dijo Kenneth Bae.

Presumiblemente Kim Jon-un se los está guardando para las negociaciones de desnuclearización, donde tendrá que dar mucho más que eso. Trump quiere apuntarse grandes medallas de paz mundial como esta y la paz entre palestinos e israelíes para ganarse el respeto de otros líderes. Hasta ahora de lo que más habla la visita de Pompeo es de cómo este ex congresista del Tea Party se está convirtiendo en el hombre de confianza del presidente, tras darle en persona los briefings de inteligencia cada mañana durante más de un año. Junto a John Bolton, el nuevo asesor de Seguridad Nacional, Trump parece haber encontrado al fin a su equipo.

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