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Por un europeísmo inteligente

Frente a la inestabilidad generada ante la decisión del Reino Unido de dejar la UE es preciso afirmar un horizonte europeo

PPLL

Sábado, 25 de junio 2016, 00:37

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La decisión del Reino Unido de dejar la UE ha desatado un terremoto político y económico en todo el continente y ha infligido un daño aún por evaluar. No en vano se trata de la salida de la segunda economía de la Unión, su principal mercado financiero y de una potencia militar, nuclear y diplomática de primer orden. En un referéndum que no era demandado en absoluto por la población y que fue convocado frívolamente por Cameron para dirimir las querellas internas del partido conservador, ha vencido el sentimiento de miedo sobre el cálculo de pérdidas y ganancias. La pasividad del partido laborista en la campaña también explica en parte el resultado, que deja al país sin una alternativa razonable una vez han optado por la desconexión. Pero el temor al futuro y la revuelta hacia las élites no es algo peculiar de la sociedad británica, en especial de su parte más envejecida y con menor acceso a la educación. Estamos ante un fenómeno común a muchos otros países de la UE, en el que importantes sectores de la población se sienten relegados u olvidados por los que toman las decisiones en contacto con las presiones del mercado global. Estos ciudadanos están optando cada vez más por soluciones radicales, populistas y nacionalistas, en las que se afirma la seguridad de lo local y la ilusión soberanista ante las incertidumbres internacionales, como las amenazas a la seguridad, las migraciones descontroladas o una economía sin suficientes mecanismos para fomentar una prosperidad compartida. Con frecuencia apelan a mecanismos de democracia directa, aún cuando se utilicen para dirimir cuestiones muy complejas que pueden dividir en dos mitades difíciles de reconciliar a una sociedad y dañar su cohesión. Hay en ellos una desautorización implícita de la democracia representativa y de principios básicos del Estado de Derecho, formulados tanto a nivel nacional como europeo. La aparición de estos movimientos extremistas en toda la Unión debe ser contrarrestada por un europeísmo inteligente, que no recicle con gesto aburrido mensajes apocalípticos sobre la no Europa. Sobran las proclamas anticuadas y excesivamente tecnocráticas de «más Europa», basadas en pactos poco inteligibles entre expertos que miran más al pasado que al futuro. El reto después del 'brexit' es renovar el europeísmo para que ilusione a la nueva generación de ciudadanos y sienta como suya una Unión más atractiva, plenamente compatible con la democracia en los distintos ámbitos nacionales, regionales y locales. Con la salida del Reino Unido, todos perdemos. La onda expansiva del terremoto llega desde Escocia hasta Gibraltar y alimenta al soberanismo y a los movimientos secesionistas. El 'brexit' supone un rechazo frontal a 43 años de pertenencia primero a las Comunidades Europeas y luego a la Unión. La idea de Europa no se entiende sin la aportación decisiva de tantos pensadores, escritores, políticos, soldados, artistas y científicos británicos. El Reino Unido es uno de los grandes protagonistas de la historia occidental y una vez superada la convulsión del 'brexit' seguirá compartiendo la interdependencia y destino común con todos los europeos. Por razones históricas y culturales, es también un actor principal para estrechar los lazos de los europeos con EE UU y esto debe ser tenido en cuenta en las futuras relaciones comerciales que se negocian entre Bruselas y Washington. Los gobiernos de España y de otros Estados miembros deben superar la tentación de ponerle las cosas difíciles y por el contrario contar con que la nueva generación de jóvenes británicos es claramente europeísta. Ante esta tamaña excentricidad de votar por la separación, es preciso afirmar un horizonte europeo frente a la inestabilidad generada. La clave es formular de manera democrática esta visión de una Unión mejor y más en contacto con las inquietudes de sus ciudadanos.

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