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El engaño de Putin

Occidente no puede permanecer impasible ante los desafíos del Kremlin y su falta de voluntad para un acuerdo diplomático

PPLL

Viernes, 29 de agosto 2014, 00:33

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Salvo que el Gobierno ucraniano y la OTAN (con su información vía satélite) estén mal de la vista, hay tropas rusas y medios blindados de apoyo en suelo ucraniano. Los separatistas prorrusos del sureste del país han tomado Novoazovsk, se abren así paso hacia el mar de Azov y podrían, eufóricos como parecen estar, intentar la conquista de Mariupol, un gran puerto, con medio millón de habitantes, sede de la legítima autoridad ucraniana en la región y, anótese el dato, no muy alejada de la península de Crimea, anexionada por la Federación Rusa en marzo. La situación, que parecía semiencarrilada con la llegada al poder del presidente Poroshenko y su voluntad de dialogar con Moscú, ha empeorado, pues, súbitamente y se torna en inquietante crisis. Hace solo tres días, Vladímir Putin estrechó la mano de Poroshenko en la reunión de la Unión Aduanera en Minsk (Bielorrusia) y el líder ruso dijo entonces cosas razonables y lenitivas que, tras la importante visita de Angela Merkel a Kiev hace una semana y sus declaraciones, parecían esbozar un escenario de convergencia hacia alguna clase de alto el fuego próximo y recurso a medios puramente políticos. No ha sido así y hasta los insurrectos reconocen la presencia de militares rusos. Occidente no puede permanecer impasible y su vigente política -sanciones financieras y comerciales contra Moscú- es insuficiente contra lo que parece un claro designio panruso y ultranacionalista del Kremlin. El presidente francés, François Hollande, dijo el pasado miércoles con toda claridad que la actitud rusa es inaceptable y Angela Merkel marcó un punto de severidad cuando en Kiev recordó, por si fuera poco, que la anexión de la península de Crimea es una «inaceptable y flagrante violación de la soberanía ucraniana». Más claro, agua. Putin, crecido y poco práctico, parece dispuesto a ahondar una crisis que el sentido común y el respeto a la ley y los tratados aconsejan encauzar por medios diplomáticos. Washington, líder de la OTAN, va a endurecer su línea de conducta y Moscú haría bien en reconsiderar su inaceptable, inquietante y arriesgada gestión de la crisis.

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